FECHA: 2 DE DICIEMBRE DE 2023
LUGAR: LA 2 DE APOLO (BARCELONA)
PROMOTOR: DOCTOR MUSIC

Que me perdonen Atreyu y sus fans, pero tengo que reconocer que en esta gira me apetecía ver más a sus teloneros que a ellos mismos. Los tres discos de Creeper, incluido el reciente Sanguivore, me parecen más interesantes que los que los californianos han ido publicando desde su ‘retorno’ en 2015, y suele ser más estimulante ver a un grupo con ganas de comerse al mundo que a una cuyo días de gloria quedan bastante lejos.

Creeper no defraudaron. A pesar de ser recibidos con cierta frialdad cuando arrancaron con la nueva ‘Cry To Heaven’, puro goth rock 80’s, los ingleses no se desanimaron y fueron metiéndose al público en el bolsillo con Will Gould en su papel de crooner diabólico y un puñado de canciones con gancho. La punki ‘Room 309’ de su debut recordó sus inicios más cercanos a AFI, pero en el resto tiraron hacia su repertorio más melódico. ‘Teenage Sacrifice’, ‘Be My End’, pop punk cercano a My Chemical Romance, ‘Down Below’, ‘Hiding With The Boys’ o la brit popera ‘Annabelle’ hicieron que su actuación fuera de lo más entretenida. Ataviados con chaquetas de cuero con el logo de la banda en la espalda y los torsos cubiertos de una pintura negra que se fue desvaneciendo con el sudor, los ingleses validaron que su mezcla de glam, melodrama y estética oscura puede funcionar pese ir a contracorriente de todo lo que triunfa actualmente.

Pasados 20 minutos de pausa en los que la sala se acabó de llenar, llegaba el momento de Atreyu. Como si se tratara de un viejo boxeador que vuelve al cuadrilátero con exceso de peso y las apuestas en contra, los de Orange County salían a actuar en un sala relativamente pequeña y sin ningún tipo de producción escénica. Y ahí estuvo la gracia. Su concierto tuvo un sabor old-school, de cuando las bandas no recurrían a la pirotecnia ni a chorros de C02, para esconder sus carencias, con un ambiente más parecido al de un concierto de hard rock ochentero, con los músicos compartiendo una botella de tequila, que a la seriedad excesiva de los conciertos de metalcore machote.

La solvencia de los guitarristas Travis Miguel y el pequeñajo Dan Jacobs, con su emblemática cresta y bandana, o del bajista Marc McKnight, muy bien supliendo las partes gritadas del ex cantante Alex Varkatzas, está más que contrastada. Y Brandon Saller se mostró muy bien de voz, a pesar de que cuando le entrevisté el pasado lunes tenía un tos de perro.

El setlist fue una buena representación de los diferentes sonidos con los que han jugado a lo largo de los años. No faltaron viejos hits como ‘Becoming The Bull’, ‘Right Side Of The Bed’, Bleeding Mascara’ o ‘Blow’, donde sacan esa vena más hard rock, y aunque no me gustan demasiado los temas de su última etapa en la que tiran más hacia el metalcore comercial en ‘Save Us’, el pop tipo Fall Out Boy en ‘Come Down’ y ‘The Time Is Now’, en la que Saller cantó paséandose por la pista, o la electrónica en ‘Battle Drums’, en directo sonaron con más pegada y gracia que en disco.

Hubo algo entrañable en ver a una banda simplemente tocando, divirtiéndose, soltando chistes, improvisando una versión de ‘Basket Case’ de Green Day, tan chapucera como espontánea, o dedicando el bis a un solo de saxo a cargo de Jacobs y una cover de ‘I Wanna Dance With Somebody’ de Whitney Houston con los miembros de Creeper bailando en el escenario.

Desde luego, si sienten algún tipo de amargura por no haber llegado tan lejos como sus amigos y rivales Avenged Sevenfold, no se les nota en absoluto. Al contrario, se mostraron encantados de que tras 25 años de carrera todavía tengan unos seguidores que corean los temas nuevos tan fuerte como los antiguos. Visto lo visto, como a los vampiros que tanto les gustan, a Atreyu nunca hay que darles por muertos.

JORDI MEYA