FECHA: 15, 16 Y 17 DE JUNIO DE 2023
LUGAR: RECINTO MENDIZABALA (VITORIA-GASTEIZ)
PROMOTOR: LAST TOUR

Todavía teníamos el cancionero de The Who metido en la cabeza del concierto que habían dado la noche anterior en Barcelona, cuando iniciamos camino una vez más hacia Vitoria-Gasteiz para disfrutar de una nueva edición del Azkena Rock Festival.

Este año había habido muchas críticas hacia un cartel que para algunos resultaba flojo y poco atractivo, y reconozcámoslo, algo de razón tenían. No existía la exuberancia de otras ediciones donde los grandes nombres, se entremezclaban con esas propuestas emergentes que los programadores del festival siempre conseguían incorporar. Quizás no era el mejor Azkena, pero su atractivo seguía inalterable con una ristra de bandas y artistas, lo suficientemente atractivos como para hacer las maletas y viajar al País Vasco.

JUEVES 15
La primera jornada comenzó temprano cuando Os Mutantes tomaron el escenario God con todo su halo de figuras legendarias. Independientemente de la importancia que tuvieron en su país de origen, nunca los consideré como una formación indispensable de aquellos finales de los sesenta, donde se lanzaban obras maestras día tras día. De cualquier manera su exótico repertorio de pop psicodélico fue defendido de manera más que solvente y pequeños clásicos como ‘2001’, ‘Panis Et Circenses’ o ‘Bat Macumba’ sonaron de fábula. Pusieron a todo el recinto a bailar con ‘A Minha Menina’, su gran hit, y se fueron casi sorprendidos de la buena respuesta que habían obtenido.

Foto Steve Earle: Eric Altimis

Steve Earle se presentaba solo con su acústica y su armónica. Según cierto sector de público, ese detalle y el venir sin banda, le restaba interés a un recital que al final fue uno de los más emocionantes de todo el festival. Gran parte de culpa del éxito fue el repertorio escogido por nuestro hombre. Has de estar muerto en vida para no poder disfrutar de gemas como ‘Taneytown’, ‘I Feel Alright’ o ‘Guitar Town’, aunque sea en su versión más desnuda. De hecho, que fueran interpretadas en ese formato le dio un tono más dramático e intenso a un concierto que nos trajo a un Earle más profundo que nunca. Personalmente, me emocioné enormemente cuando atacó visiblemente emocionado, el ‘Harlem River Blues’ de su hijo y cuando casi rompe las cuerdas de su guitarra durante la interpretación de ‘I Ain´t Ever Satisfied’. Es un puto gigante de la música americana y lo volvió a demostrar.

Foto El Drogas: Eric Altimis

El Drogas jugaba en casa, se notaba en el ambiente horas antes de que saltara al escenario, tenía a toda la parroquia de su parte y dispuesta a darlo todo con un repertorio de incunables con el que hemos crecido todos. Nuestro hombre está en forma, tiene unas tablas increíbles y una banda a la altura de su leyenda, el resto como ya se ha comentado, lo puso un setlist perfecto que por supuesto triunfó por todo lo alto. Imaginad por un momento lo que fue aquello con ‘Okupación’, ‘Oveja Negra’, ‘No Hay Tregua’, ‘Lentejuelas’, ‘Todos Mirando’, ‘En Blanco Y Negro’… Hubo quien me comentó que nunca había sido mucho de Barricada pero que se lo había pasado en grande. Normal, estas canciones las hemos escuchado en mil sitios y allí estaban, sonando esplendorosas con el ambiente de las grandes ocasiones. Habíamos empezado casi sin respiro. Nos pasamos por la carpa Trashville para ver durante unos minutos el tremendo directo de The Kaisers y tratar de prepararnos para lo que era uno de los motivos principales de nuestra presencia en el Azkena: la vuelta de Rancid.

Foto Rancid: Eric Altimis

Tomorrow Never Knows, el nuevo álbum de los americanos, nos convenció de que seguían sonando tan crujientes y peligrosos como siempre, pero sinceramente, no esperábamos tal despliegue de fuerza, carácter y actitud. Quizás ya no sean esos chavales que se prendían fuego en cada álbum que lanzaban, pero en directo siguen arrasando con todo sin dar tregua en ningún momento. Tim Amstrong y Lars Frederiksen conducen un show sin fisuras, y le dan al público justo lo que ha venido a escuchar donde las bombas de …And Out Come The Wolves y Let´s Go son las auténticas protagonistas. Ver la sonrisa de Matt Freeman durante sus solos de bajo en ‘Maxwell Murder’ fue una gozada, la banda se lo estaba pasando en grande y la respuesta de la audiencia fue igual de entusiasta. ‘I Wanna Riot’ provocó los pogos más salvajes que se han visto jamás en el Azkena. Tim corría, saltaba, escupía, maltrataba su guitarra mientras descargaban clásico tras clásico. ‘The 11 Th Hour’, ‘Radio’, ‘Roots Radicals’ y ‘Journey To The End Of The East Bay’ sonaron tan bestiales e hirientes que parecía que volvíamos a estar en los noventa, e incluso algún tema nuevo como ‘Tomorrow Never Comes’ encajaba como un guante en medio de ese caos de incunables del punk rock de primera división. Os podéis imaginar cómo fue la recta final del concierto con ‘Ruby Soho’ y ‘Time Bomb’ a toda pastilla y con un grupo fusionado con un público agotado, sudoroso y extremadamente feliz. Sin duda, uno de los grandes triunfadores de esta edición.

Foto Monster Magnet: Eric Altimis

Casi sin respirar nos dirigimos hacía el escenario Respect donde los Monster Magnet de Dave Wyndford ya estaban comenzando a descargar su set. Teníamos todavía las notas de ‘Old Friend’ de Rancid revoloteando en la cabeza cuando la inmensidad del riff de ‘Superjudge’ ya nos estaba haciendo volar en mil pedazos. Aquello sonaba como para derribar la ciudad entera, una sensación que continuó con ‘Dopes To Infinity’ y ‘Crop Circle’. Fue sorprendente ver ahí al ex bajista de Raging Slab, Alec Morton, y más extraordinario fue comprobar que Wyndford, estaba realmente bien. Su rol ha ido cambiando con el tiempo, hace mucho que no estalla en cada show pero su figura emerge imponente, y os prometo que se me puso la piel de gallina cuando puño en alto, y en el centro del escenario, comenzó a rasgar las notas de ‘Space Lord’ mientras sus músicos lo seguían como en trance. Su homenaje a Hawkwind con la aplastante versión de ‘Born To Go’, nos hizo pensar que a estas alturas, Monster Magnet ya son tan clásicos como cualquiera de sus influencias. Absolutamente abrumadores consiguieron cerrar esa primera jornada por todo lo alto, como solo los grades saben hacerlo.

VIERNES 16
Nuestra experiencia en la última gira con Cordovas no fue demasiado positiva, pero aun así decidimos darles una oportunidad y lo cierto es que se redimieron en parte. Dejando de lado su lado más irritantemente verbenero, se centraron en su cara más jam y en tocar sus excelentes canciones inspiradas en los aromas de Laurel Canyon y en el rock americano más tradicional. Mucho mejor, y ciertamente canciones como ‘High Feeling’ o ‘Fallen Angels Of Rock´n´roll’ sonaron muy bien. De todas maneras, tampoco comparto ese punto de locura que parece tener algunos de sus seguidores como si estuviéramos ante los nuevos Eagles.

Foto Earthless: Eric Altimis

Con Earthless en cambio nos tenemos que parar forzosamente. No fueron pocos los que se acercaron por mera curiosidad y acabaron buscando sus discos en el puesto de merch con auténtica locura. Son una formación especial y aun gustándote su propuesta, no siempre es fácil enfrentarse a su bola de kraut hard rock psicodélico. Es sobre un escenario donde su música se agiganta hasta límites brutales y estábamos a punto de comprobarlo. Gran parte de la culpa de que sean tan peculiares es de su guitarrista, Isaiah Mitchell, un músico estratosférico que sencillamente te hipnotiza con su instrumento. Su recreación de clásico de Groundhogs ‘Cherry Red’ fue uno de los momentos más especiales vividos por un servidor en todas las ediciones del Azkena. Seguro que Tony McPhee, recientemente fallecido hubiera sonreído de haber presenciado la magnitud de un homenaje tan sincero y apabullante. Sinceramente, pocas veces el repertorio elegido tiene tan poca importancia, Earthless no atacan canciones, crean un concepto sonoro único y es cosa tuya entrar o quedarte fuera. Y los que nos aventuramos al escenario Respect a horas tan tempranas, no solo quedamos satisfechos, quedamos absolutamente abrumados.

Foto Pretenders: Eric Altimis

A Pretenders le tenía muchas ganas. Sus dos primeros álbumes son para mí, clásicos indiscutibles y disfruté mucho de Hate For Sale, su disco de regreso que volvía a sonar contundente y con rabia. Chrissie Hynde estaba en forma, de eso no cabía duda, su voz se alzaba tremenda sobre el cielo de Gasteiz y la banda cumplía a la perfección. Sin embargo y a pesar de tener una predisposición totalmente positiva hacia el show no logré conectar en ningún momento. Hubo buenos momentos, ‘Hate For Sale’ casi se fusiona con ‘Kid’ en el momento más punk del recital y me daba la sensación de que Chrissie se sentía más cómoda con los temas nuevos. ‘Junkie Walk’ por ejemplo sonó esplendorosa y ‘Losing Sense’ también, pero en clásicos como ‘Tattoed Love Boys’ o ‘Mystery Achievement’ no acababan de arrancar. Que se olvidaran de algún tema esencial como ‘Brass In The Pocket’ o ‘Precious’ tampoco fue muy comprensible pero imagino que Hynde, a sus 72 años ya está de vuelta de todo y hace lo que le apetece. Curiosamente, convencieron a la mayoría. Imagino que muchos iban sin expectativas y se encontraron con un buen concierto y en cambio yo, que esperaba una noche grande me quedé un poco a medias.

Foto The Undertones: Eric Altimis

The Undertones celebraban 45 años de existencia y lo quisieron festejar a lo grande. Lamentablemente, la salida en tromba con ‘Jimmy Jimmy’ fue lastrada por un sonido escandalosamente bajo que se fue arreglando a medida que avanzaba el show. Una chica irlandesa que ondeaba la bandera de su país me comentó que había viajado hasta Euskadi solo para verlos y se puso a llorar cuando orgullosamente, la banda comenzó a tocar el infeccioso riff de ‘Teenage Kicks’. Los clásicos seguían cayendo y a cada canción la banda se sentía más y más a gusto espoleada por los pocos que se acercaron al escenario Love. ‘My Perfect Cousin’ fue recibida con un entusiasmo exacerbado, éramos pocos pero muy ruidosos y durante ‘Here Comes The Summer’ aquello ya se convirtió en una fiesta que nadie quería que acabara. Sin embargo, Incubus y Soundtrack Of Our Lives esperaban.

Foto Incubus: Eric Altimis

Me tomé el concierto de Incubus con calma. Con el tiempo su propuesta ha ido evolucionando y la banda ya está muy lejos de aquellos jóvenes metaleros que sorprendieron a toda la escena en los noventa. Ahora son una banda de rock en toda la extensión de la palabra, y bajo una minimalista y sugerente puesta en escena, fueron lo suficiente inteligentes para contentar a todo el mundo, incluso los que a priori no tenían su nombre como uno de los puntos importantes del cartel. Hubo quien no entendió la incorporación de versiones como la del ‘Come Together’ de Beatles o el ‘Riders Of The Storm’ de los Doors, pero esto son Incubus hoy día, una banda de rock clásico, y no comprender esto es no haber sabido leer la evolución del grupo hasta nuestros días. Hubo momentos de energía extrema también, ‘Vitamin’ por ejemplo sonó tremendamente rabiosa y ‘Stellar’ tuvo toda esa fuerza de los Incubus más potentes, pero si yo me tuviera que quedar con un instante favorito, ese sería la bella interpretación de ‘The Warmth’ donde se mostraron exquisitos.

Foto The Soundtrak Of Our Lives: Eric Altimis

Había que ir emigrando hacia el escenario Respect de nuevo, allí nos esperaba lo que iba a ser otro de los puntos fuertes del Azkena de este año. Parecía increíble pero ahí estaban, hacía más de una década que The Soundtrack Of Our Lives estaban separados y nadie esperaba a estas alturas una reunión, por eso quizás había una electricidad especial en el ambiente. Se preveía un buen show, pero nadie estaba preparado para lo que se nos vino encima. Desde ya puedo decir que la interpretación de ‘Second Life Replay’ fue uno de los grandes momentos del festival… en toda su historia. La carga de emoción, emotividad, pasión y comunión con el público fue excepcional con un Ebbot Lundberg inconmensurable. Su concepto es tan original bebiendo de tantas fuentes distintas que es prácticamente imposible definirlos con un estilo ¿Cómo podríamos explicar el intenso dramatismo alcanzado en ‘Sister Surround’? ¿O ese viaje al infinito propuesto en ‘Big Time’? Su directo es como un viaje al espacio exterior donde la tremenda personalidad de sus canciones es recreada de manera espiritual. Solo había que estar en las primeras filas para vivir en monumental crescendo de ‘21 St Century Rip Off’ para poder entender una crónica tan ambigua como esta. Otro de esos shows que se quedará en la memoria del festival para siempre.

SABADO 17
Llegamos a la última jornada y nos temimos lo peor. Una impresionante tormenta a primera hora de la tarde hizo que la organización tuviera que retrasar la apertura del recinto. El escenario Love totalmente inundado y sin electricidad, sufriría ciertos retrasos y reubicaciones y grupos Ezpalak o Brigade Loco ni siquiera tendrían la oportunidad de tocar. A Nat Simmons y Cherrie Currie teníamos muchas ganas de verlas pero a ellas les tocó la peor parte, trasladadas al mismo horario en que tocaba Iggy.

Foto The Bevis Frond: Eric Altimis

Todavía bajo una persistente lluvia, nos acercamos a disfrutar de la psicodelia de The Bevis Frond que dejaron un buen sabor de boca entre una reducida parroquia de valientes. Fueron a lo suyo con esa indiferente convicción que exhiben y temas como ‘Olde Worlde’ o ‘Pale Blue Blood’ sonaron maravillosos con ese cielo gris y el agua cayendo sobre nuestras cabezas.

Foto Amanda Shires: Eric Altimis

De Amanda Shires tenía muy buenas referencias en directo, sin embargo no encuentro entre su extensa discografía un álbum incontestable, uno de esos discos que se ha de tener sí o sí. Su destreza con el violín y su talento son indudables y algunas perlas como ‘Don´t Be Alarmed’ o ‘Bad Behavior’ sonaron perfectamente ejecutadas, pero había ahí un punto gélido que la protagonista nunca supo romper. Lo mejor, una bonita versión del ‘Always On My Mind’ de Elvis, por lo demás un concierto solo anecdótico.

Foto Lucinda Williams: Eric Altimis

Con Lucinda Williams tuve sentimientos encontrados, adoro a esta gran dama y tenía cierto miedo de que su estado físico tras el ictus recientemente sufrido, nos hiciera encontrarnos con una artista que difícilmente pudiera sacar adelante su show. Pues allí se presentó, con los evidentes signos del devastador ataque que sin embargo, no hizo que la tremenda valía de su repertorio, menguara ni un ápice. De todas las veces que le he visto, nunca había sonado tan dramática, su voz seguía mostrandose tremendamente poderosa y sus músicos, muy pendientes de ella, la arropaban de una manera conmovedora. ‘Protection’ fue el primer disparo, sin su eterna guitarra, se concentraba en dotar de una intensidad a sus interpretaciones que alcanzaron muchos puntos álgidos. ‘Drunken Angel’ sonó lánguida y con una belleza sobrecogedora, ‘Stolen Moments’ dedicada al gran Tom Petty hizo que se nos pusiera un pequeño nudo en la garganta, ‘Joy’ y ‘Essence’ sonaron una detrás de la otra y también deberían contar como uno de los momentos más hermosos del festival y dejadme destacar ‘Fruits Of My Labor’ donde Lucinda se dejó el alma. Más tarde me enteré que había cola de artistas en el backstage que deseaban mostrarle sus respetos a la gran dama del sur, que a pesar de todo, había conseguido emocionar a todo el recinto. Maravillosa como siempre.

Foto Melvins: Eric Altimis

Lo de Melvins no se puede explicar en una crónica. Descartamos los últimos compases del show de Lucinda Williams para poder posicionarnos en las primeras filas y ver de cerca los arrebatos de una banda básica y muchas veces incomprendida. Pocos tenían a Melvins como una de sus prioridades y todos acabaron rendidos a un show absolutamente brutal. Nadie pareció darse cuenta de que el trio atacó una estrambótica versión del ‘I Wanna Hold Your Hand’ de los Beatles sencillamente… ¡porque era irreconocible! Ellos llevan su concepto a otro nivel sobre todo en directo, puedes calificarlos como un grupo de sludge, de punk, de harcore, de metal o de grunge y nunca acertarías a acercarte un milimetro a su loco, extraño y siniestro mundo interior. La presencia de Steven McDonald de Redd Kross nos solo les da un bonus extra, es que la personalidad de alguien tan especial como él se ha acoplado como un guante al personal universo de la banda. Por momentos, incluso parece la estrella. Ver a Buzz Osborne machacando su guitarra en ‘Zodiac’ fue de órdago, igual que el ataque sonoro de ‘Copache’ o ese momento de pura locura con ‘Bloodbath’. No solo estaban cumpliendo expectativas, las estaban superando con creces. Viendo a Dale Crover maltratando su kit de batería en ‘Honey Bucket’ no pude evitar pensar en que hubiera merecido la pena acudir al festival solo por ver a Melvins. Algo monstruoso, un privilegio que mucho agradecimos.

Foto Iggy Pop: Eric Altimis

Las pilas se habían gastado de manera alarmante pero nos quedaba un plato fuerte, Iggy Pop, y eso son palabras mayores. Iggy fue a por el público por la vía rápida, era consciente de donde estaba y no se ando con tonterías. Quizás nuestro hombre ya no sea indestructible, una ostentosa cojera nos hace darnos cuenta que incluso las leyendas intocables como la suya no son inmunes al paso del tiempo, pero hablamos de Iggy y el cabrón sigue dejándose la vida como si fuera el último show. Una potentísima banda con tres guitarristas y sección de vientos apoyaba un repertorio basado en el cancionero de Stooges y algunos de los hits más celebrados de La Iguana ¿Qué podía ir mal entonces? Iggy aullaba como un poseso en ‘T.V. Eye’, bailaba como si no hubiera un mañana en ‘The Passenger’, se golpeaba el pecho como un animal en ‘Raw Power’, corría y se tiraba por el suelo en ‘Death Trip’, arengaba a sus músicos con rabia en ‘I Wanna Be Your Dog’, agitaba a las masas a su antojo en ‘Search And Destroy’, escupía y maldecía en ‘Lust For Life’… Era el total y absoluto protagonista y con 76 años nos parece increíble que siga con este nivel de energía, rabia y actitud. Personalmente me encantó como sonaron nuevas bombas como ‘Modern Day Ripoff’ o ‘Frenzy’ pero soy débil, reconozco que cuando volvió a los clásicos con ‘Down On The Street’ y ‘Loose’ me volvió del revés y con serios problemas para seguir la jornada con Alter Bridge.

Foto Alter Bridge: Eric Altimis

El nivel de adrenalina era alto, y era injusto utilizar la banda de Myles Kennedy para bajar tanta euforia, pero es lo que había. Difrutar de su elegante hard rock cómodamente sentados en el césped era la opción perfecta. Sin ser un gran fan, reconozco que hicieron un buen show. Tienen buenas canciones, son excelentes profesionales y tocan a la perfección pero les falta ese punto de emoción que hace que no acaben de conectar con el público a no ser que seas acérrimo.

Foto Jim Jones: Eric Altimis

Cuando ya salíamos, Jim Jones comenzaba su show y decidimos quedarnos un rato más, aquello sonaba demasiado bien. La nueva mutación de Jones incluye la misma actitud suicida, el mismo amor por el garaje y la adoración por el punk rock añadiendo la obsesión de nuestro hombre por el soul y el rhythm & blues. Imaginaos como atronaba aquello. A pesar del cansancio, a pesar del agotamiento de tres días de rock´n´roll nos quedamos allí disfrutando de unos de los show más anfetamínicos del festival. Recuerdo ver riadas de gente que se encaminaba hacia la salida, cambiar de rumbo ante la alucinante versión en clave soul del ‘Run Run Run’ de la Velvet. Aquello acabó siendo una fiesta inesperada que rubricó de manera perfecta lo que fue otra magnifica edición del Azkena Rock Festival.

ANDRÉS MARTÍNEZ

Foto Nat Simons y Cherie Currie: Eric Altimis

Lo tuvieron todo en contra y en un ejercicio de resiliencia musical, tanto la carismática Cherie Currie, ex frontwoman de las Runaways como Nat Simons lo dieron todo y salieron vitoreadas. De inicio, su concierto que coincidía con Amanda Shires, se vio cancelado por el exceso de agua en su escenario tras la lluvia casi diluviana que cayó. Después las reubicaron a una hora tardía, donde hicieron un set list más corto del habitual y en esta ocasión coincidiendo con nada más y nada menos que Iggy Pop. A pesar de todo, unos cuántos melómanos y curiosos pasaron de ver a la Iguana suprema para observar a estas dos felinas en acción. El comienzo fue accidentado, en los primeros temas (justo cuando se inició con la dupla ‘Runaways American Nights’ y ‘California Paradise’)  no se las oía las voces. Se pudo solventar y en el momento de atacar la versión de ‘Roxy Roller’ incluida en el último disco de Currie (fue la única concesión al álbum de la noche, a diferencia de la fecha madrileña días antes, donde cayeron dos temas más del disco), sonaron energéticas y ausentes de toda eventualidad, demostraron todo su poderío.

De Cherie Currie poco queda por decir. Vocalmente se mantiene un punto por encima de sus ex compañeras Lita Ford y Joan Jett, y también las tablas que la hicieron un ídolo en los setenta. Nat Simons fue la gran revelación. Magnética, mesmerizó a la audiencia ganándose el podio de mejor frontwoman a nivel estatal. Antes del concierto de Madrid tenía mis dudas, porque siempre la había visto en vídeos arropada por una guitarra, pero rompió, tanto en la fecha en la capital como en el Azkena, cualquier duda que mi mente albergara. Nat cantó su tema ‘People’, sacrificando dos temas más de su carrera solista que estaban en el set list. Pero poco importó, el concierto dejó sensaciones de victoria aplastante. La versión de la Velvet Underground que incluyeron las Runaways en su debut, o el gran finale con ‘Queens of Noise’, ‘Since You Been Gone’, ‘C’Mon’ y ‘Cherry Bomb’ reafirmó una química increíble entre ambas cantantes, con una banda engrasada y dejándonos sólo una duda… ¿Volverán a compartir escena? Porque vistos ambos conciertos, esto no se puede quedar así, debe continuar.

IGNACIO REYO