FECHA: 27 DE ABRIL DE 2024
LUGAR: SALA UPLOAD (BARCELONA)
PROMOTOR: NOISE ON TOUR

Cuando el antebrazo de Dylan Desmond, digno de un jugador de balonmano, finalmente se accionó a la vez que la puerta de la distorsión de su bajo monstruoso, un impacto súbito nos golpeó en el pecho, y las vibraciones posteriores incluso se amplificaron por mediación de un ligero cosquilleo en la nariz y el vientre. Como teclas de piano, los pequeños huesos de nuestro cuerpo reaccionaron a la física del sonido, y ese volumen ciclópeo, que ni unos Manowar de farlopa, logró que varios decidieran refugiarse hacia atrás, en busca de una zona pacificada en la que rezagarse.

No lo consiguieron, no se les concedió la tregua, porque la envolvente ceremonia de Bell Witch iba a engullir cualquier manifestación de vida foránea a su escenario durante algo más de una hora y diez minutos, cual vórtice pagano perfectamente secundado por esas blancas imágenes vía proyector.

Foto Bell Witch: Eduard Tuset

Antes, Jesse Shreibman, rendido del todo a la causa desde el instante cero, había empezado a invocar con los pies ‘The Clandestine Gate’, el monumental único tema de su cuarto álbum. Porque no hay pistas tiradas por mesa. El órgano lo domina el batería con sus extremidades inferiores, por mucho que cueste de creer. Se encendió la vela y su cabeceo inducía al mantra, al funeral doom de estudio coránico, y le seguimos, con fe ciega, convencidos de caminar mentalmente hacia un lugar mejor. El gong abrió un portal, y los punteos de Desmond presagiaron un nivel de elevación que ni Buda pudo prometer.

Los desarrollos chamánicos se sucedían uno tras otro, construyendo un éxtasis saciado de ojos cerrados y puños que se alzaban espontáneamente, insuflados de un júbilo espiritual. Baquetas levitando a merced de tempos masoquistas, donde parecía transcurrir una existencia entera entre un golpeo y otro.

Juraría que se saltaron un último subidón de ese leviatán de 2023, pero cuando el tañido final de la campana tubular de Shreibman indicó el momento de sellar el círculo y volver al mundo, supimos que cualquier cosa que hubiera ocurrido, o que fuera a ocurrir tras la descarga de Bell Witch, iba a ser un suceso intrascendente.

Foto The Keening: Eduard Tuset

Ese guiri con una cerveza de más rompiendo el silencio fue perdonado, también la capital catalana por no llenar el recinto. The Keening comandados con sensibilidad, elegancia y sinceridad por Rebecca Vernon, ex-SubRosa, fueron relegados al vago recuerdo, no porque su propuesta estuviera exenta de valía, sino porque acompañar a Bell Witch de gira sigue siendo una decisión temeraria, un David contra Goliat sin moraleja.

Flotando, sin saber si reír o llorar. Música sacra. Ícaro conquistando el sol.

PAU NAVARRA