FECHA: 19 DE FEBRERO DE 2023
LUGAR: SANT JORDI CLUB (BARCELONA)
PROMOTOR: BRING THE NOISE

Entradas agotadas con meses de antelación para un esperadísimo ‘Survival European Horror Tour’ que traía de vuelta a España a Bring Me the Horizon y lo hacía compartiendo cartel con una banda muy querida por estos lares que juega como nadie en ese terreno entre el coro y el breakdown, A Day to Remember. A este survival arrollador se le sumaba la fusión rap-metal de Carlito Junior Milfort, aka Poorstacy, y el post-hardcore de Static Dress, que sustituían a unos iniciales Lorna Shore. La “mayor gira de su historia” (así la definieron) se había hecho derogar.

A inicios de 2022 la banda británica liderada por Oliver Sykes anunciaba el aplazamiento del tour a 2023 debido a las restricciones presentes en Europa por la variante Ómicron. Un año de espera después se percibía el ansia en los aledaños de un Sant Jordi Club con colas que invadían la montaña de Montjuïc y congregaban a una nueva juventud emo metalcorera junto a un groso de treintañeros nostálgicos.

Además de testear con curiosidad las propuestas de las dos primeras bandas menos conocidas de esta potente entrega de la Route Resurrection, uno de los grandes alicientes de la noche era comprobar en vivo la evolución de dos grupos que parecen haber recuperado la fe de aquellos que no digirieron demasiado bien sus pinchazos en You’re Welcome (ADTR) y amo (BMTH). Los primeros parecen haberse resarcido llevando a la excelencia su fórmula más contundente en su nuevo sencillo ‘Miracle’ y los de Sheffield han hecho lo propio retomando su sonido más pesado con la publicación de su último EP, Post Human: Survival Horror, aunque dejando claro que van a seguir experimentando con la electrónica y el pop sin quebrantar su identidad.

Pasadas las seis y media de la tarde y con el público aún accediendo al recinto, Static Dress encendieron motores para presentar los temas de su primer disco, Rouge Carpet Disaster. El post hardcore del cuarteto de Leeds llegaba directamente desde la escena underground británica aunque abriéndose ya un hueco cada vez más significativo a base de telonear a grandes bandas y tocar en algunos de los festivales mas emblemáticos de Inglaterra. La jovencísima banda liderada por Olli Appleyard (que físicamente es una especie de fusión entre Gerard Way y Brian Molko) y su enmascarado guitarrista Contrast, despachó con una energía prometedora los temas de un escueto setlist donde destacaron ‘Disposable Care’, ‘Sober Exit(s)’ o ‘Courtney, Just Relax’ antes de cerrar un correcto calentamiento con ‘Clean’ y pasarle el relevo a Poorstacy.

Foto Poorstacy: Alex Belza

El rapero de Florida interpretó falto de energía varias canciones de sus dos discos de estudio oculto bajo una capucha de la que apenas asomó la cara en toda la actuación. Acompañado de una banda donde resaltó la bestialidad de su batería, iniciaron set con una demoledora ‘Knife Party’, corte metalcore en el que colabora Sykes aunque, para sorpresa de muchos, éste no saliera al escenario a participar en el tema. Su apertura de estilos resulta muy estimulante, pasando del punk pop de las adictivas ‘Hills Have Eyes’ o ‘Choose Life’ (en las que se nota la mano de Travis Barker), a rozar el deathcore en ‘Abuse Me’ sin despeinarse las trenzas. Aunque ya contaba con fieles entre el público, no dudo que su particular estilo se llevó más de un nuevo seguidor a casa.

Aunque para adeptos los que llevábamos años rezando para volver a ver a A Day To Remember en acción. Una banda que supo desbancarse en su momento del punk pop imperante a principios de los 2000 añadiendo riffs cañeros, breakdowns incisivos y arranques guturales entrelazados con melodías y estribillos escritos para corear en masa. El ambiente en el Sant Jordi Club era propicio para ello. Con el aforo ya prácticamente completo y la energía por las nubes, empezó a sonar una de las intros más icónicas de su carrera, la de ‘The Downfall of Us All’ y se desató la locura en Barcelona. He de reconocer que mi entusiasmo no ocultaba unas expectativas más bien bajas en lo que a la interpretación vocal de Jeremy se refiere por algunos desengaños en el pasado. Nada más lejos de la realidad. Pese a un inicio en el que estuvo un poco a medio gas, de ahí solo hizo que remontar, sin abusar del micro al público, clavando melodías limpias y desgarrando gritos con precisión. La noche prometía.

Sin tiempo para descansar, atacaban con otro himno imperecedero, ‘All I Want’, y la adrenalina seguía subiendo hasta la ‘Paranoia’. Con ‘2nd Sucks’ le guiñaban el ojo a los más hardcores de la sala instigando al moshpit y luciéndose como banda en los ritmos más pesados antes de volver a encandilar con ‘Right Back at It Again’. Entre cañonazos de humo y máquinas disparando camisetas, sonaba ‘Rescue Me’, una suerte de medio tiempo en el que colaboran con el DJ estadounidense Marshmello, y donde muestran ese lado más emotivo que acabaría de calar con ‘Have Faith in Me’, tema que provocó más de una lágrima en la pista. La nostalgia golpeando fuerte.

Foto A Day To Remember: Alex Belza

Siendo uno de los sencillos más accesibles de su largo más reciente, ‘Bloodsucker’ no acabó de pegar tan fuerte como los temas antiguos, quizás por eso su setlist estuvo sabiamente más centrado en darle a los fans un repertorio de clásicos remember volviendo al lío con ‘I’m Made of Wax, Larry, What Are You Made Of?’ que en poner el dedo en la llaga del You’re Welcome. Con ‘Miracle’ llegaba uno de los momentos de más engorile, un temazo que desde que salió a la luz se ha llevado elogios hasta del sector extremo más metalero. Sin bajar de intensidad lanzaron una más desapercibida ‘Resentment’ antes de encarar un final apoteósico tocando la fibra de las casi 5000 personas que se concentraban en el pabellón e iluminaban la sala con los flashes de sus móviles para acompañar esa balada mayúscula que es ‘If it Means A Lot to You’, un tema que como te pille en horas bajas, te parte en dos. Finiquitaron un show inolvidable con un tema que podría corear hasta la muerte, ‘All Signs Point To Lauderdale’, con el que dejaron más que satisfecho a un público metido desde el primer minuto y que fue testigo del buen estado de forma de una banda que más allá de la nostalgia, tiene aún muchas cosas que decir.

Dejaron el listón alto, pero nada que intimide a una formación como Bring Me the Horizon, que ha ido escalando y trampeando odios y rencillas hasta convertirse en la apisonadora que demostraron ser a día de hoy. El mood revival seguía presente en el interludio que precedió a la aparición de los británicos, donde sonaron temas de P.O.D., Korn, Blink 182 o System of a Down, coreados en pista como si no hubiera un mañana, obviamente. Hasta que se apagaron las luces y la atención se centró en una pantalla que cubría gran parte del escenario y en la que una Inteligencia Artificial nos daba la bienvenida al evento mientras irónicamente rastreaba la sala en busca de sustancias.

“Can you hear the silence?
Can you see the dark?
Can you fix the broken?
Can you feel my heart?”

La onda expansiva de cuatro versos con la fuerza suficiente para poner patas arriba la sala anexa al Palau Sant Jordi, disparar los corazones, arañar las gargantas y erizar la piel con un sonido melancólico atronador. Ya estaban aquí y venían dispuestos a arrasar. Descargaban tras la entrada triunfal una ‘Happy Song’ acompañada de unos visuales que alentaban a una procesión entregada a deletrear “S-P-I-R-I-T” y seguían para Bingo con la Linkinparkera ‘Teardrops’, entonada como si ya fuera un clásico. A estas alturas ya podíamos confirmar que la voz de Oli Sykes, alma mater de esta banda, estaba recuperada y en un momento de forma excelso, y eso que aún nos quedaba mucho rugido por delante para corroborarlo. El resto de banda se distribuía sobre unas tarimas de doble altura formando un juego visual que elevaba aún más si cabe la experiencia de un sonido limpio, cohesionado e imponente a lo largo de una hora y media épicas.

Foto Bring Me The Horizon: Alex Belza

Tal era la devoción en la sala que incluso el único tema que rescataron del controvertido amo, ‘Mantra’, se deslizó entre vítores por el setlist antes de reventar con uno de los pasajes más crudos de la noche, ‘Dear Diary’, un corte en el que la adrenalina y el pogo tomaron protagonismo. Sin abandonar su último disco, retomaban ese rollito cibernético tan estimulante con la apocalíptica ‘Parasite Eve’ al grito de “This is war!”. Apasionada también la reacción ante temas recientes como ‘sTraNgeRs’, donde se acercan a un sonido más pop con el que también experimentan en ese caramelo adictivo junto a Baby Metal que es ‘Kingslayer’ o en una debilidad personal para la que suscribe, la vampírica y sangrienta ‘DiE4u’.

No hubo mucha concesión a sus primeros discos, pero quedó claro que Sempiternal es uno de los favoritos de la gente cuando las primeras notas de ‘Shadow Moses’ detonaron casi como declaración de intenciones. La siguieron una emotiva ‘Follow You’ en la que gran parte del público subió a hombros y alumbró con sus teléfonos creando de nuevo aquello noche una de esas estampas tan reconocibles. Antes del descanso, Oli regaló a los fans uno de esos momentos esperados en los que el frontman bajó al foso para fundirse en abrazos con los afortunados de las primeras filas mientras sonaba una emocionante ‘Drown’.

Foto Bring Me The Horizon: Alex Belza

Tras un brevísimo break, volvían con las fuerzas intactas para la tríada final que iniciaron con ‘Obey’, tema en el que colaboran con Yungblud a las voces, siguiendo con ‘Sleepwalking’, en la que volvieron a emocionar a la muchachada, y cerrando con una épica ‘Throne’ que se celebró como un gol en la final de la Champions. No sé si fue la mayor gira de su historia, lo dudo, pero lo que sí fue es una muestra inequívoca de que estamos ante una de las bandas más ambiciosas y potentes de nuestra era.

SANDRA ASTOR