FECHA: 14 DE DICIEMBRE DE 2024
LUGAR: PARAL·LEL 62 (BARCELONA)
PROMOTOR: HFMN
Hace unos meses la banda legendaria del East End londinense anunciaba su octavo y último disco, Hand On Heart, largo que atisba los últimos coletazos compositivos de una formación con más de medio siglo a sus espaldas. Si bien su líder y vocalista Colin McFaull ha asegurado en alguna entrevista que no van a dejar de tocar ni escribir canciones por el momento, Cock Sparrer no contemplan la idea de retomar el largo proceso de grabación de un nuevo álbum.
Pioneros del oi! o street punk junto a referentes como Cockney Rejects o Sham 69, los veteranos ingleses se han ganado este amanecer de jubilación dejando huella en un sinfín de formaciones posteriores que han adoptado y moldeado un estilo que aúna como ningún otro una filosofía de clase y de unión que, en su mejor versión, trasciende el discurso político. Aquél de proclamas de puño en alto que han puesto la banda sonora a generaciones sin futuro e hijos de clase obrera indignados con el sistema. Ha llovido mucho desde que estos cinco amigos se juntaran con tan solo 11 años, pero sus temas siguen vigentes en un mundo desigual que no ha cambiado tanto en las últimas décadas. Y puestos a cagarnos en cómo funciona todo, qué mejor que hacerlo coreando a Cock Sparrer.
Recientemente hemos tenido oportunidad de verles en nuestro país celebrando su 50 aniversario o encabezando festivales como el Mondra n’ Roll, entre otros, pero por cosas de la vida nunca había sido testigo de uno de sus directos. Era hora de sacarse la espina clavada antes de que les de por colgar las guitarras, y hacerlo en una sala como la de Paral.lel 62, con las entradas agotadas desde hace meses, y acompañados del punkrock infalible de los catalanes Crim y el oi! de vieja escuela de los ingleses Crown Court se me antojaba como la mejor de las excusas.
Tartán, botas Martens y tirantes en los bares aledaños al Paral·lel barcelonés alargando la previa en una noche fría de diciembre que los británicos Crown Court se encargaron de empezar a calentar apenas pasadas las nueve de la noche. La banda de Tottenham High Road, formada en 2013, desplegó su rabia a través de las consignas de su vocalista, Trevor Taylor, en temas como: ‘Rich Boy’, ‘No Paradise’, ‘Nothing Known’ o ‘Kids of the 20s’; cortes incluidos en sus dos discos publicados hasta la fecha tras la demo Trouble from London: Capital Offence (2016) y Heavy Manners (2023). Taylor y el resto de banda se erigen como revulsivos de la actual escena oi! inglesa, herederos de su estética y ávidos seguidores futboleros como demuestran en uno de sus mejores temas, ‘Sammy Skyves’, dedicado a un skinhead que lideró al sector más radical de simpatizantes del Tottenham Hotspur, equipo londinense. Con ‘Striped up, Sent Down’ cerraban una muestra de la inmediatez y crudeza de su sonido que nos dejó con ganas de más.
Para los tarraconenses Crim era una noche especial y se notaba, no sólo se intuía el entusiasmo de tocar junto a una banda que reconocen como una de sus mayores influencias, sino que además era su último directo del año antes de encerrarse en el estudio para trabajar en su próximo disco, por lo que no dudaron en dejar los restos sobre las tablas como nos tienen acostumbrados. Con los primeros acordes de ‘Benvingut Enemic’ dejaban claro que jugaban prácticamente en casa y con ‘Maneres De Viure’ ya se celebraban los “Vull sentir-me lliure!” con los brazos en alto con la misma emoción que el estribillo esperanzador de ‘Una Cançó I Una Promesa”. Sin descansar enlazaron temas de su último Cançons De Mort (2023) como ‘Vam Riure Tant’, ‘Patrimoni Mundial’ o esa anti-oda al amor romántico institucionalizado como es ‘No Vull Que Et Calmis’, con himnos de denuncia aplastante como ‘Hivern Etern’. ‘Verí Caducat’ tatuado en la cabeza de algún asistente y uno de los cortes más celebrados en un público ya entregado junto a ese inmortal ‘Castells De Sorra’ que viendo la media de edad de la sala, tenía mucho más sentido que nunca.
Con un repertorio más reducido de lo habitual (no sonaron algunas míticas como ‘Blau Sang, Vermell Cel’, ‘Estiu De Merda’ o ‘Avui Fa Bon Dia’, entre otras), terminaban una hora después desatando el ateísmo y cagándose en Dios con ‘Pare Nostre Que Esteu A L’infern’ frente a su ya mítica lona cristalera con el nombre de la banda. “Crim no fallan nunca”, escuché entre las primeras filas, y no podía estar más de acuerdo.
Tras los locales, sala completa luciendo un sold out en todo su esplendor llegadas las 11 de la noche en los tres interminables pisos de la Sala Paral·lel 62 de Barcelona, cuando los cinco miembros de Cock Sparrer salieron a escena despertando la admiración y el respeto de una sala con mono de darlo todo en el pogo y fuera de él. Colin McFaull en las voces, Steve Burgess al bajo, Mick Beaufoy y Daryl Smith a las guitarras y Steve Bruce tras la batería. Una formación prácticamente intacta desde sus inicios hace más de 50 años con la excepción de Daryl que se unió en los 90 y algunas idas y venidas de otros miembros. Pero el groso de la banda sigue siendo el mismo que se conoció siendo críos y a finales de los 70 tocaba en clubes nocturnos londinenses sin ser conscientes que empezaban a acunar un sonido que escribiría páginas de historia.
Vestidos completamente de negro y con la sonrisa de ver una sala rebosante arrancaban con ‘Riot Squad’, ‘Watch Your Back’ y ‘Working’ tres tiros certeros del que se considera su álbum debut (en términos de distribución) Shock Troops (1983) al que dedicaron prácticamente la mitad del repertorio de la noche. Primeros pogos y más cerveza por los aires que en los vasos como cabía esperar, y es que para alentar a las masas, todo lo que incluya riot suele ser bienvenido en este contexto. Entre el público una media de edad acorde a la veteranía de la banda y sana convivencia entre diferentes estéticas sin ningún altercado más allá de los inevitables y puntuales descontroles etílicos de algunos.
Tras un inicio triunfante siguieron con ‘With My Hand On My Heart’ y ‘Mind Your Own Business’, dos temas de su reciente Hand on Heart que muestran a la perfección esas dos facetas de la banda, la de la camaradería y la más irreverente. Con ‘What’s It Like to Be Old’ volvían irónicamente a sus orígenes con un tema interpretado por una banda cuyos miembros pasan fácil de los 60, algo que físicamente es notable sobre el escenario pero que no afecta a la ejecución ni el espíritu de canciones que conservan fuerza y mensaje.
‘One by One’ iban cayendo himnos como ‘Take ‘em All’ y ‘Suicide Girls’ sin apenas descanso mientras el respetable se dejaba la voz y casi la espalda entre algún que otro crowdsurfing. Con idas y venidas a su trayectoria entre viejos temas como ‘Argy Bargy’, ‘Running Riot’ o ‘I Got Your Number’ que se sentían igual de frescos que otros más recientes como ‘Take It On The Chin’, ‘Nothing Like You’ o ‘Here We Stand’, sonando entre algún breve parón en el que Colin se dirigía al público o interactuaba con sus compañeros de banda entre los que se vislumbra con creces un cariño más que arraigado.
Interrumpidos en un par de ocasiones por cánticos desde el público que no haría falta replicar encaraban un tramo final en el que precisamente la banda cedió el protagonismo a la gente, que tomó la voz cantante coreando a solas los ‘Because You’re Young’ o el ‘Where Are They Now?’ como si les fuera la vida en ello, como aquellos jóvenes inquietos que marcaron una época. Agitando una sala volcada que gastó los dos últimos cartuchos con un final apotéosico donde los haya con dos canciones que definen la historia de la banda: ‘England Belongs to Me’ y ‘We’re Coming Back’, dos de esos temas del pueblo y para el pueblo.
Se despidieron aproximadamente hora y cuarto después, arropados tras las cortinas por los miembros de Crim y Crown Court que atendían con entusiasmo y coreaban cada tema con el mismo ímpetu que el público que se congregó esa noche. Y es que ya se sabe la dicha: si los chicos están unidos, nadie nunca podrá separarlos.
SANDRA ASTOR