FECHA: 23 DE FEBRERO DE 2023
LUGAR: SALA MON (MADRID)
PROMOTOR: MERCURY WHEELS, LIVE NATION, THE MAD NOTE CO.
Uno de los últimos y mejores conciertos que pudimos disfrutar justo antes de que el mundo entero se confinase hace tres años fue el de DeWolff en La Caracol. Aquella noche salimos convencidos de haber visto a una de las bandas de rock and roll más en forma de la actualidad. Es algo que el trío tulipán lleva demostrando durante años y no ha dejado de ratificarlo durante esta época pandémica.
Con dos nuevos discos Wolffpack y el recién salido del horno Love Death & In Between y sus últimas visitas a nuestro país tanto en el Azkena Rock Festival como acompañando a The Black Crowes en su gira del pasado año, da la impresión de que los holandeses se encuentran en un momento de pleno crecimiento a cada pequeño paso que dan. Algo nada habitual para tratarse de un grupo que acumula 16 años de trayectoria y una decena de álbumes a sus espaldas.
Del mismo modo que la música que practican, su carrera se ha ido construyendo a la vieja usanza. Sorprende que en un mundo dónde los grupos parecen más preocupados en generar likes y reproducciones en las redes, ellos han preferido ganarse a sus fans disco a disco y, sobre todo, concierto a concierto. Es en ese terreno dónde los holandeses se crecen hasta convertirse en una formación absolutamente gigantesca. Y eso mismo es lo que volvieron a refrendar en esta última gira, donde todas las fechas se han contado por sold outs.
Al igual que nuestro encuentro de 2020, se trajeron consigo a otros colegas para calentar el ambiente. Del mismo modo que The Dawn Brothers hicieron la última vez, The Grand East dejaron muy claro que no estaban en el cartel por enchufe. Es más, por poco no les acaban robando el show a los hermanos Van De Poel. Y es que si arrancas tu actuación con un tema titulado ‘Sex Club’ queda muy claro que no has venido a jugar a las tacitas.
Como si fueran un cruce imposible entre !!! (Chk Chk Chk), The Black Keys y los King Gizzard & The Lizard Wizard más bailongos, el quinteto de Overijssel se dispuso a poner cachondo al personal a base de soul, funky y blues sudoroso. Buen parte de culpa la tuvo Arthur Akkermans, cuyo aspecto se asemejaba más a una especie de Benny Hill escapado de un resort de Marbella con mullett y tatuajes. Tremendo personajazo que se ganó al respetable con su contoneo al bajar a la pista abriendo un pasillo para ejecutar un efusivo solo de pandereta. Justo cuando habían logrado llevarnos al huerto, sonó el silbato que les ordenaba retirarse del escenario. Un coitus interruptus que esperamos solucionar en una próxima cita.
La misma mañana del concierto nos llegó información de que la noche anterior en Avilés no había sido la mejor para DeWolff. Tal y como ellos mismos nos reconocieron en una entrevista previa y que pronto podréis leer en la web, habían tenido una discusión antes de subir al escenario y eso les había hecho recortar el setlist. En cualquier caso, todo atisbo de tensión y mal rollo quedó despejado a la que el power trio apareció sonriente con sus clásicas chaquetas y pantalones de fantasía, listos para entregarnos otra gran noche de puro rock and roll.
Con el pistoletazo de salida de la electrizante ‘Night Train’ ya vimos que no íbamos a echar en falta los múltiples arreglos de vientos y coros que pueblan su último trabajo. A pesar de su juventud, estos chicos tienen tantas tablas ganadas que se bastan y se sobran ellos solitos para llenar todos los huecos. A partir de ahí, supieron gustar y gustarse en su justa medida. Y es que cada vez van acumulando más temazos haciendo difícil que en algún momento el espectáculo decaiga.
Porque más allá de que suenen nuevas salvas como ‘Heat Stoppking Kinda Show’ y ‘Message For My Baby’, o ya clásicos imprescindibles, caso de la superlativa ‘Sugar Moon’, la jovial ‘Double Crossing Man’ o esa balada tan Zeppelin que es ‘Tired Of Loving You’, la banda sabe fagocitar en todo momento al público simplemente por su música y su presencia. Aunque como frontman es Pablo quién atrae todos los focos, la química entre su hermano Luka y el teclista Robin Piso es total después de tantos años de batalla. Siempre hay hueco para que todos brillen, como en el solo de batería de ‘Treasure City Moonchild’ tras el cual insertaron un trocito del ‘Keep A Knockin’ de Little Richard. Este tipo de guiños son de los que el fan experto siempre agradece.
Para el bis se guardaron el que seguramente era el momento más esperado: el poder ver como ejecutaban esa epopeya titánica de 16 minutos que es ‘Rosita’ y que en directo se disparó aún más en su duración. Como si fuese otro concierto en versión ‘reducida’, los holandeses nos llevaron por todos los estados de ánimo en un medley infinito en el que nos hicieron bailar y perder los papeles hasta esa traca final apoteósica con Pablo recorriendo la sala a hombros por el batería de The Grand East.
Comentaba el cantante y guitarrista que aquella noche de finales de febrero de 2020 alucinó con haber hecho sold out en una sala de 500 personas. Esta vez fueron unas 200 más. Es difícil pronosticar donde estará el techo de DeWolff, pero con conciertos como el del pasado jueves, nadie duda de que la próxima vez será en un espacio todavía más amplio. Merecido lo tienen.
GONZALO PUEBLA