FECHA: 26 DE NOVIEMBRE DE 2024
LUGAR: SALA APOLO (BARCELONA)
PROMOTOR: PRIMAVERA SOUND
Pocas cosas me producen más satisfacción en un concierto que sentir que estás viendo a una banda en el momento justo. Aunque los neoyorquinos DIIV llevan en activo desde 2011, da la sensación que ha sido con su último disco, el cuarto, Frog In Boiling Water, que los astros se han alineado para que su carrera coja un nuevo impulso después de los contratiempos causados por las adicciones y tensiones internas del pasado. Así lo prueba tanto que la sala Apolo se llenara, rozando el sold-out, como el entusiasmo con el que fueron recibidos la mayoría de los 18 temas que interpretaron.
Es evidente que el contexto ayuda -el shoegaze está de moda y el mensaje irónico, crítico y descreído respecto a los poderes que mueven los hilos del nuevo álbum encaja perfectamente con el sentir de mucha gente-, pero más decisivo es la inmaculada ejecución con la que el cuarteto recrea, y eleva, en directo el sonido de sus discos, así como haber acumulado un repertorio que les permite subir y bajar la intensidad del bolo para mantenerte atrapado en todo momento.
Pero antes de disfrutar de DIIV, a la hora de la merienda, nos comimos la actuación de Tim Kinsella & Jenny Pulse. Respeto mucho lo que Tim hizo como miembro de Cap’n Jazz y Joan Of Arc, pero la actual propuesta de indietrónica, rematadamente hipster, junto a su esposa es bastante más discreta. Algunas canciones no están mal, pero a ratos, él con la guitarra y ella con las maquinitas, parecía más que estuvieran ensayando en el salón de su casa que no ofreciendo un concierto profesional. Modernos de pueblo de Chicago.
Un vídeo proyectado en la pantalla de fondo nos informó que a continuación íbamos a vivir no solo un concierto sino una experiencia trascendente. La grandilocuencia del discurso podía parecer exagerada, pero si uno es capaz de dejar el cinismo a un lado, la verdad es que no iba tan desencaminado con lo que nos iban a ofrecer DIIV. Si se hubiera hecho una encuesta de satisfacción al salir, me aventuro a decir que habrían recibido una nota excelente.
Empezando como ‘In Amber’, tema que también abre Frog In Boling Water, de inmediato comprobamos lo bien que suenan esta gente. Los arpegios de guitarra se distinguían perfectamente, los efectos creados desde sus macropedaleras flotaban en el aire creando una nube sonora, la sección rítmica tenía el empuje y pulso necesario, y las susurrantes voces de Zac Cole Smith, con un look entre el Cobain de la gira de In Utero y Rivers Cuomo, y el bajista Colin Caulfield, situados en los extremos del escenario, se complementaban a la perfección.
En medio, el guitarrista Andrew Bailey se encargaba de poner un poco de expresividad con su repertorio de muecas y moviéndose adelante y atrás, y a lo largo del concierto, varios vídeos parodiando publirreportajes o anuncios electorales subrayaron el panorama distópico que pintan en su última obra.
La intensidad subió con la melódica y grungera ‘Like Before You Were Born’ de su anterior Deceiver (2019), ‘Brown Paper Bag’, con la presentación como en su videoclip de Fred Durst en la pantalla, y ‘Under Sun’ de Is The Is Are (2016) con su cantarina melodía de guitarra siendo jaleada por el público. Rescatando ‘Sometime’ de su debut Oshin (2012) quedó claro que DIIV no reniegan de ninguna pieza de su catálogo, y bien que hacen porque cuando cerraron el bis con ‘Doused’, algo así como su propio ‘A Forest’ de The Cure con esa telaraña de guitarras, se demostró que las viejas canciones son capaces de entusiasmar tanto como las nuevas.
Es cierto que DIIV no ofrecen nada particularmente nuevo -si cerrabas los ojos podías transportarte a un FIB de finales de los 90-, pero como todo vuelve, su música aparece totalmente vigente. La síntesis que hacen de las influencias de Slowdive, The Smashing Pumpkins, los primeros Radiohead o My Bloody Valentine, está tan bien hecha y es tan efectiva que poco importa.
Ver como se balanceaban los cuerpos en la pista como si fueran una marea al son de las guitarras más ruidosas en ‘Blankenship’ o ‘Horshead’ constató que la banda tiene lo que hay que tener para llegar incluso más lejos. Ahora solo cabe esperar que no vuelvan a tirar todo ese potencial por la borda.
JORDI MEYA