FECHA: 3 DE MARZO 2024
LUGAR: SALA KUBIK (VITORIA-GASTEIZ)
PROMOTOR: PANDA ARTIST
En los más de cuatro años que llevamos sin Berri Txarrak nos ha dado tiempo a asimilar su pérdida, vivir sin su música sabiendo que en cualquier momento llegaría la de Gorka Urbizu en solitario, y recibirla así, de sopetón, como si aún viviéramos en ese mundo donde no existían los adelantos, los teasers, ni las milongas del mundo moderno. Quizá por ello, ni el propio artista fue consciente de la que se iba a montar alrededor de su gira de presentación, donde además de anunciar fechas en Madrid y Barcelona -la única con entradas disponibles a día de hoy- acabaría llenando tres salas importantes en cada una de las capitales vascas.
Aún teniendo entrada para Pamplona dentro de mes y medio, no quise perderme la última de las citas en Vitoria-Gasteiz por el simple hecho de conectar con un puñado de canciones creadas -y lanzadas- de manera tan diferente y especial, como hace tiempo no sentía. Aquél secreto guardado en algún rincón de Catalunya (Teatre De Ca l´Eril) se trasladó a un directo con otras tantas incógnitas en el aire, para quién aún las quisiera mantener, claro. ¿Qué repertorio nos encontraremos? ¿Quién le acompañará sobre las tablas?
Esta última duda quedó resuelta en cuanto Jordi Matas (bajo, teclado, productor y sensei del proyecto), las baterías de Joan Pons y Mariana Mott (en una cuestión más estética que práctica) y Amaia Miranda (guitarra) ocuparon el escenario segundos antes de dar entrada al verdadero protagonista. Con este plantel arrancaría una velada totalmente fiel a Hasiera Bat en sus compases iniciales, con los tres primeros temas del álbum -‘Maitasun bat’, ‘Teoria bat’ y ‘Tren bat’- brillando en orden por encima de un público expectante que aún tiene que asimilar ver a Gorka sin Berri Txarrak detrás. De hecho, cada comentario y gesto suyo es aclamado por la gente y, a su vez, cómplice de una banda encantada de acompañarle.
La primera sorpresa de la tarde llegó con ‘Etorkizuna Ginenean’ de Leihotikan (aunque compuesta por él), último trabajo de Gorka como productor y banda punk-rock-hardcore local que, después de 30 años dando el callo, está saboreando un pequeño reconocimiento gracias a su figura. La adaptación de dos estilos tan diferentes quedó genial, gracias también a la colaboración de Amaia (nos sorprendió su tono grave) a las voces. El mérito del resto de músicos quedó patente en temas como ‘Kolore bat’, con esa influencia funky de alma negra, o ‘Helduleku Guztiak’, uno de los cortes que extraería de Denbora Da Poligrafo Bakarra.
El respeto del público por el artista es tal en estas tierras que el ecuador del concierto parece un homenaje al feedback creado a través de tantos años. Primero, se despoja de toda la banda para encarnizar ‘Mihise zuri bat’ en solitario, canción aparecida en el documental Dardara y germen de lo que más tarde sería esta nueva vida. Luego, ofrece el micrófono al público para que este cante al unísono ‘Betazalak Erauztean’, de su proyecto folk/pop Katamalo, erizando el vello de toda la sala.
Y es que el hecho de no poder rellenar todavía un set completo con sus nuevas canciones, como él hubiera querido, hizo que disfrutáramos de todas las fases vitales de Gorka bajo esta nueva piel. Así, y como si de un álbum fotográfico se tratara, viajamos a la época de Peiremans+ para bailar al ritmo de ‘Send Flowers’, volvimos a la última etapa de BTX con ‘Katedral bat’ y ‘Lemak, Aingurak’, y cantamos el ‘Hegal Egiten’ de Itoiz como el himno generacional de la cultura vasca que es.
Sin embargo, para encontrar los momentos más emotivos del concierto no hubo que alejarse de su propio debut, el cual cayó entero. Con la energía de ‘Toki bat’ resultó inevitable no pensar qué hubiera sido de Berri, ‘Etxe bat’, que interpretó tan solo con Jordi al teclado, se ha convertido en el mayor vínculo con el fan en escasas semanas, probablemente porque en esas situaciones cotidianas que inspiraron a Gorka nos podemos identificar cualquiera, y ‘Besterik ez’ despidió el concierto, al igual que el disco, alargándose hasta que los aplausos no dejaron de cesar, quedando un hilo de felicidad a ambos lados de la pista. Quizá el destino de este comienzo (Hasiera bat) no era otro que el hacernos sentir vivos.
JORGE AZCONA