FECHA: 30 DE OCTUBRE DE 2019
LUGAR: LA RIVIERA (MADRID)
PROMOTORA: CAP CAP
Ver a una gran banda tocar en un estadio enorme o un festival es algo que está a la orden del día, pero poder disfrutar a una de las formaciones más punteras del planeta en la ‘intimidad’ de una sala para menos de 2.000 personas no es una oportunidad que se presente todos los días. Y que unos Green Day se planten a tocar en La Riviera anunciándolo con sólo una semana de antelación, es poco menos que una ocasión única. Por casi no decir histórica.
El trío formado por Billie Joe Armstrong, Mike Dirnt y Tré Cool quiso aprovechar su paso por Madrid mientras promocionaba para la prensa su próximo Father Of All Motherfuckers, que aparecerá en febrero del año que viene, para pillar por sorpresa a todo sus fans con un concierto de lo más especial. Como era de esperar, las entradas volaron y desde primerísima hora de la tarde ya había una cola considerable a las puertas de la sala y gente suplicando por un ticket. No era para menos.
Gracias a ello, Violets salieron ya con todo prácticamente lleno. Obviamente, para las barcelonesas debía de ser más que un sueño cumplido el poder abrir para su grupo favorito, tal como declararon. Estoy convencido de que cualquiera de los asistentes que tengan una banda tuvo que sentir más orgullo que envidia al ver a una formación que no pasa de tocar en salas pequeñas disfrutar de semejante regalo. Y como tal se lo tomaron, gozando cada uno de los 30 minutos que tenían, pero también demostrando lo bien que suena su punk rock noventero a medio camino entre Dover, Bad Religion y el propio combo de Berkeley. Chapó por ellas.
Antes de entrar en materia, tengo que decir que la última vez que vi a Green Day en el Mad Cool de 2017 no me gustaron nada. Sinceramente, me aburrí durante 3 horas de tantos parones para subir gente al escenario, de la pirotecnia y de los interminables «eeeeeeeoooohs» tan característicos de Billie Joe. Mi mayor miedo era que eso se trasladase al formato de un recinto más pequeño. Pero claro, antes de llenar estadios o codearse con U2, los californianos se han pelado el trasero de encontrarse ante este tipo de situaciones y saben bien que las reglas del juego son otras bien distintas.
Por eso mismo fue un alivio ver a Armstrong entrar en escena empuñando su emblemática Stratocaster azul para sin más dilación arrancarse con ‘Burnout’. Ahí entonces supe que todo iba a ir bien… y vaya si lo fue. Tal y como habían insinuado en los días previos, lo que se nos vino encima fue ni más ni menos que una de las grandes obras definitivas del rock de los 90: Dookie, el disco que les catapultó a la fama, interpretado de principio a fin. Sin pausas, sin trucos escénicos, sin tonterías, y con un sonido arrollador con el único apoyo de su guitarrista adicional Jason White.
Más allá de los obvios highlights del álbum (‘Basket Case’, ‘Longview’, ‘Welcome To Paradise’, ‘When I Came Around’), fue un privilegio poder escuchar esas piezas tan poco habituales en sus repertorios pero que todos sus seguidores tienen más que interiorizadas. Cada uno tendrá las sus favoritas, pero a título personal no pude evitar emocionarme con ‘Pulling Teeth’, ‘Sassafras Roots’, ‘Coming Clean’ o el broche de oro que es ‘F.O.D.’. ¡Hasta Tré Cool se bajó de la batería para intrepretar el hidden track ‘All By Myself’!. 40 minutos de pura nostalgia, sí, pero también de felicidad absoluta para los que hemos crecido con esta banda sonora.
Lejos de cambiar el planteamiento de su actuación, Green Day siguieron ametrallando con una gloriosa ‘Minority’ a la que le siguió una retahíla de sus singles más recientes: ‘Bang Bang’, ‘Revolution Radio’ y esa ‘Father Of All Motherfuckers’ que apunta a un nuevo disco cuanto menos diferente pero con la misma energía de siempre. Para ello ya contaron con otro guitarrista más, Kevin Preston de Prima Donna, y el teclista Jason Freese. ‘Holiday’ y ‘Boulevard Of Broken Dreams’ fueron recibidas como maná caído del cielo, aunque la segunda mitad del setlist no iba a estar centrada únicamente en la renovada etapa que dio comienzo con American Idiot. En formato trío tocaron ‘Paper Lanterns’ y una improvisadísima ‘I Was There’ (la cual tuvieron que parar porque Tré Cool no se acordaba de como tocarla) poniendo la nota (aún más) nostálgica de la velada al rememorar sus primeras visitas a la capital.
Llegaba el bis con ‘American Idiot’ haciendo que el techo de La Riviera se sumase a las primeras filas sudando de lo lindo y una ‘Jesus Of Suburbia’ que volvió a dejar claro porque es la ‘Bohemian Rhapsody’ del punk rock. Magia condensada en apenas 10 minutos. Queríamos más y tras una breve y apresurada despedida esperábamos por un segundo encore que para sorpresa de todos no tuvo lugar. Fue el único punto negativo de un concierto que quizás mereció un cierre a la altura de las circunstancias.
Pero en el fondo, poco importaba, porque Green Day nos habían tatuado en carne viva y sin anestesia una noche para recordar y darle envidia a los nietos. La noche en la que una de las bandas más grandes del mundo regresó al barro para recordarnos (y seguramente recordarse a ellos mismos) de donde vienen.
GONZALO PUEBLA