FECHA: 1 DE JUNIO DE 2024
LUGAR: CAJA MÁGICA (MADRID)
PROMOTOR: SONDE3
¿Conocéis ese meme en el que una pareja va caminando de la mano por la calle y de repente el chico se gira al ver a una mujer atractiva ante la cara de indignación de su acompañante? Pues algo parecido es lo que ha hecho Green Day con su actual gira.
En lugar de anunciarla como la presentación de su nuevo Saviors editado en enero, el trío de Berkeley no ha podido resistirse a celebrar por todo lo alto una efeméride tan redonda como los cumpleaños de sus dos obras más exitosas. Y es que a nadie se le escapa que tocar Dookie y American Idiot íntegramente en una misma noche es un reclamo mayor de cara a la venta de entradas que estrenar los temas de tu decimocuarto álbum de estudio. Está claro que el efecto nostalgia funciona de maravilla cuando se trata de facturar.
Por si todo esto no fuera suficiente, el festival Rio Babel decidió armar una jornada completa alrededor de una fecha que estaba señalada en el calendario desde hacía meses. Un cartel que arrancó prácticamente a la hora de la siesta con el sol cayendo sobre un público tan madrugador como amplio en el rango de edades. No hay nada como ver desde veinteañeros a cincuentones junto a familias de padres e hijos para certificar el incuestionable poder intergeneracional que ya atesoran los californianos.
A las tempraneras Maid Of Ace seguro que también les marcó en su adolescencia una banda como The Distillers. Es curioso comprobar cómo, a pesar de lo breve de su discografía, la huella de la banda de Brody Dalle sigue expandiéndose con el paso del tiempo. El cuarteto británico arrancó la tarde con actitud punk y sin miramientos se dispusieron a ametrallar al personal con ‘Stay Away’, ‘Minimum Wage’, ‘Made In England’ y ‘Bone Deth’. Buen inicio.
Atravesamos la explanada de la Caja Mágica (cuantos recuerdos nos trajo a quienes en tiempos prepandémicos vivimos aquellas primeras ediciones de Mad Cool y Download) para presenciar uno de nuestros mayores puntos de interés dentro de la programación. A pesar de su crecimiento al alza, The Interrupters todavía ocupan una posición baja cuando se trata de eventos tan masivos como este. Van por el buen camino para convertirse en la próxima banda que tome el relevo de la vieja guardia del punk rock dentro de unos años, pero por el momento les toca seguir currándoselo.
Lo bueno es que a Aimee Interrupter y los hermanos Bivona no se les caen los anillos por tener que salir a tocar bajo un sol de justicia. Es más, difícilmente habría una elección mejor que ellos para empezar a calentar el ambiente a base de refrescante ska-punk. Y es que con cuatro álbumes en la saca ya aglutinan un setlist repleto de hitazos. Metieron la directa con ‘Gave You Everything’ y nos pusieron a bailar con ‘Title Holder’, ‘On A Turntable’ y ‘By My Side’. La inclusión de un acompañante encargado de los teclados y el trombón ayudó a que el sonido se enriqueciera cuando atacaron la reggae ‘Kiss The Ground’ o su estupenda adaptación del ‘Bad Guy’ de Billie Eilish. Los singles de su último In The Wild, la muy No Doubt ‘In The Mirror’ y ‘Raised By The Wolves’, no desentonaron para que ‘Take Back The Power’ y ‘She’s Kerosene’ acabaran de dibujarnos una sonrisa en la cara.
A riesgo de perder un sitio de privilegio entre las primeras filas (no me refiero a las del abusivo front stage, del que tal vez estaría bien plantearse si su existencia es apropiada en un festival de supuesta orientación punk con la contradicción que ello supone), decidimos asomarnos al escenario secundario para comprobar que tenía por ofrecer Emlan. No tardamos demasiado en certificar que más bien poco. Con una rampa de skate como atrezzo por la que un joven intentaba varios trucos (sin demasiado fortuna) y dibujaba pintadas, la propuesta de Arnau Moreno evidenciaba que la parte de imagen está bien cubierta, pero carece de lo más importante: tener canciones, actitud y sonar creíble en su discurso.
Su pop punk pre-adolescente sonó genérico e inofensivo, resultando en una mala copia de Machine Gun Kelly. Declaró sentirse feliz por compartir cartel junto a Green Day y otras bandas con las que había crecido… de las cuales no supo mencionar ni una. Estoy seguro de que en su adolescencia debió pasar más tiempo escuchando a Pignoise que a Bad Religion. Por suerte, todo lo que le faltó, lo encontramos de sobra a la vuelta en el escenario principal.
Invitar a The Hives a tu fiesta es todo un riesgo. A los suecos les da igual el momento y el lugar. Van a robarte el show quieras o no. Por muchas veces que los hayamos vistos a estas alturas de la película, los trajeados más molones de Escandinavia siempre logran enganchar a propios y extraños. Con un repertorio similar al de su anterior visita del pasado año, la cuadrilla del soberbio Pelle Almqvist no escatimó en gastos a la hora de repartir carisma, chulería y temazos. “The Hives. Muy bueno. Te gusta. Claro que sí”. ¿A quién no le va a gustar un concierto en el que las canciones de The Death Or Randy Fitzsimmons (‘Bogus Operandi’, ‘Rigor Mortis Radio’, ‘Stick Up’, ‘Trapdoor Solution’ y la bombástica ‘Countdown To Shutdown’) se sienten como clásicos al lado de las que ya llevan tiempo siéndolo como ‘Main Offender’, ‘Walk Idiot Walk’ y ‘Hate To Say I Told You So’?
Con el público comiendo de su mano, se permitieron rebuscar en el fondo del armario para recuperar cortes menos habituales como ‘Try It Again’ o ‘Bigger Hole To Fill’. Sin aflojarse la chaqueta, Pelle no paró de brincar, recorrer la pasarela o zambullirse en el foso para alucine de los presentes. Pasan los años y continúa siendo un showman imparable, aunque haya momentos en los que abuse de la verborrea. Solo se detuvieron cuando llegó el clásico numerito de hacer la estatua, pero les sigue saliendo tan bien que te hace gracia como la primera vez. Del mismo modo que sean capaces de poner a tope al personal en un minuto con ‘Come On!’ y hacer estallar todo por los aires en ‘Tick Tick Boom’. Mínima inversión, máximo beneficio. Primero The Hives, después el resto. A ver quién es el guapo que se atreve a salir tras semejante exhibición.
En busca de algo de cena y una visita rápida al baño, escuchamos de fondo a 30s40s50s. El nuevo proyecto que cuenta con la popular Bely Basarte, el ex-El Canto Del Loco David Otero y el guitarra Tato Latorre parece querer aprovechar la reciente oleada del pop punk americano. Y a pesar de pillarnos desprevenidos con algún ramalazo metalero, su música sonó inocente y sin mucho dónde rascar. No tardamos demasiado en darnos media vuelta e intentar conseguir una buena posición para el plato fuerte del día. Misión imposible. Quién pensara que la coincidencia en horario con la final de la Champions League ayudaría a despejar el panorama se equivocó por completo. Desde una hora antes no cabía ni un alfiler, señal de que Green Day iban a dar el concierto más multitudinario de su historia en nuestro país.
Como apuntábamos al principio, Saviors apenas apareció tímidamente en un setlist que permitía poco margen para otros planes que no fueran darle la importancia que merecen sus dos discos más celebrados. ‘The American Dream Is Killing Me’ sonó un tanto dubitativa, y es que, según dónde se colocara uno, la acústica dejaba bastante que desear. Faltaron decibelios, algo a lo que el viento tampoco ayudó. No fueron las mejores condiciones, menos aún con el aforo que parecía sospechosamente por encima de lo deseable. Pero Billie Joe Armstong, Mike Dirnt y Tré Cool vinieron a cumplir con lo prometido y no tardaron demasiado en arremangarse para el primer acto abriendo fuego con ‘Burnout’. Literalmente, pues los petardos, llamaradas y lluvia de confeti fueron una constante a lo largo de toda su actuación.
Y esto es algo que, personalmente, me descuadró durante el tramo dedicado a Dookie. Amén de las obligadas ‘Longview’, ‘Welcome To Paradise’, ‘Basket Case’ y ‘When I Come Around’, fue fantástico volver a escuchar deep cuts del calibre de ‘Chump’, ‘Pulling Teeth’ o ‘Coming Clean’ como en aquella irrepetible noche de 2019 en La Riviera. Seguramente por tener tan interiorizado ese bolo de hace cinco años, sigo asociando el tercer disco de los californianos a una estética más básica y menos pomposa. Al menos la aparición del avión pilotado por el perro de su icónica portada bombardeando misiles de plástico sobre nuestras cabezas fue un guiño simpático y entrañable. Una vez finiquitado del tirón (se agradece que Armstrong haya aprendido a gestionar sus insistentes eeeooos sin tener que cortar en seco el ritmo del concierto), no se olvidaron de darle a Tré Cool su momento de gloria con la simpática pista oculta ‘All By Myself’. Llevábamos poco más de media hora y ya estábamos en una nube. Pero aún quedaba queroseno por quemar en el depósito.
Para ayudar a llevar mejor la digestión, nos sirvieron un par de entremeses con ‘Know Your Enemy’ (sorprende que la mayoría la cantara casi con tanta o más fuerza que cualquiera de las piezas previas), ‘Look Ma, No Brains!’, ‘Dilemma’ (las únicas representantes de su última referencia) y una ‘Brain Stew’ que dio paso al momento más esperado por muchos. Porque, aunque a los más veteranos les joda reconocerlo, la realidad es que American Idiot fue el trabajo que llevó a Green Day al siguiente nivel. Aquel en el que se sentaron en la misma mesa de los grupos con mayor poder de convocatoria del planeta. El porqué se pudo ver allí mismo.
Presididos por la también mítica mano sosteniendo una granada con forma de corazón ensangrentado, el corte titular, la magistral ‘Jesus Of Suburbia’, ‘Holiday’ o ‘Boulevard Of Broken Dreams’, se prestaron más al juego del arena rock para todos los públicos que cualquiera de sus anteriores títulos. He ahí el gran valor del grupo. El disponer de un cancionero tan variado que les haría funcionar en una sala pequeña y en un gran estadio al mismo tiempo.
Finalizada la primera cara con ‘Are We The Waiting’ y ‘St. Jimmy’, podría dar la impresión de que el resto del repertorio fuera a ser un mero trámite. Y aunque ya empezamos a ver gente que prefería marcharse unas filas más atrás, la banda continúo ajusticiando con las menos habituales ‘She’s A Rebel’, ‘Letterbomb’, la opereta a lo The Who ‘Homecoming’ y una emocionante ‘Wake Me Up When September Ends’. Reconozco que siempre me ha empalagado, pero escucharla con un coro de miles de personas la verdad que no puede dejar indiferente a nadie. Quedaba poca mecha ya, así que ‘Minority’ se esforzó en prolongar la celebración que acabó siendo coronada por una preciosa ‘Good Riddance (Time Of Your Life)’ con Billie Joe en solitario a la acústica. Si obviamos el detalle del pobre sonido, seguramente el sábado presenciamos el mejor show que Green Day son capaces de ofrecer actualmente. Sueño cumplido.
Pensaba que la inmensa muchedumbre se marcharía directamente a para coger el metro a casa. Por eso mismo me chocó ver que la asistencia a la última actuación de la jornada fuera mayor de lo que esperaba. Lagwagon son otros sospechosos habituales de estas citas y aunque por estilo y veteranía quedaban un tanto fuera de contexto, otorgaron un cierre más que digno. A Joey Cape hace tiempo que se le nota sufriendo a las voces (los excesos con el tabaco y la bebida no ayudan), pero esta vez rayó a un nivel más que aceptable.
Junto a unos compañeros que tocan de memoria, se dispusieron a deleitarnos con el mismo menú de siempre. ‘Island Of Shame’, ‘Violins’, ‘After You My Friend’, ‘Falling Apart’, ‘Alien 8’, ‘Making Friends’… Agradecería que variaran un poco más, por ejemplo, recuperando temas del infravalorado Hang, del que únicamente cayó ‘Obsolete Absolute’. Aunque, claro, luego ves caras de felicidad por todas partes a la que caen ‘Beer Goggles’, ‘Razor Burn’ y la inevitable ‘May 16’, y no cabe queja alguna. Hay que saber disfrutar de estas leyendas del hardcore melódico, ya que como hemos visto recientemente con NOFX, el día que lo dejen puede estar más cerca de lo que imaginamos. Lo que sí parece lejano es el año en el que asistamos a un gran festival y no nos encontremos con incidentes que lamentar. Que los demás vayan poniendo las barbas en remojo…
GONZALO PUEBLA