FECHA: 26 DE NOVIEMBRE DE 2019
LUGAR: SANT JORDI CLUB
PROMOTOR: DOCTOR MUSIC
El fenómeno Greta Van Fleet cogió a todo el mundo por sorpresa el año pasado. ¿Cómo era posible que en un momento en el que se da al rock por muerto y enterrado, un grupo de chavalines lo petaran imitando a un dinosaurio como Led Zeppelin? Si su éxito en Estados Unidos ya resultaba inesperado, para mí todavía lo era más que también hubiese cuajado en nuestro país, agotando en su primera visita todas las entradas de un recinto que, por ejemplo, todavía no han llenado Biffy Clyro o Ghost.
O quizá no sea tan extraño. Teniendo en cuenta el tirón que tienen los grupos tributo por estos lares, está claro que hay un mercado para los sonidos nostálgicos, y justo eso es lo que ofrecen el cuarteto de Michigan. Tanto su música como su puesta en escena crean la ilusión de estar viendo a un grupo de otra época. Casi parecen actores interpretando a una banda tributo de una banda clásica de rock que nunca existió.
Porque pese a las inevitables, y merecidas, comparaciones con Zeppelin, en disco e incluso más en directo, el joven cuarteto también bebe del folk americano (versionaron ‘The Music Is You’ de John Denver) y tienen un remalazo prog a lo Emerson, Lake & Palmer que choca de bruces con el déficit de atención que todos padecemos cada vez más. Las intros dramáticas, los interludios, los largos solos de guitarra -al límite del exceso- o el hecho que acabaran el concierto con uno de batería rompen con la idea de que son un producto de fácil consumo para ser vendido a las masas. No me sorprendería si en su segundo disco hasta sonara alguna flauta travesera…
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De lo que no hay duda es que, pese a quien le pese, Greta Van Fleet son algo más que un hype. Los hermanos Kiszka tocan con una madurez y seguridad impropias, tienen presencia y en conjunto suenan impecables. Y encima tienen buenas canciones. Curiosamente, el eslabón más débil es Josh, y no porque no sea capaz de reproducir sin problemas las notas más agudas que escuchamos en sus grabaciones, sino porque le falta el carisma para ser un frontman a la altura de los gigantes. Aunque resulta gracioso verle contorsionarse y levantar los brazos como un niño hiperactivo.
Con solo un EP y un álbum en su haber, no había demasiado misterio sobre lo que iba a sonar. Abrieron con su hit ‘Highway Tune’, seguida de ‘Edge Of Darkness’ y una muy bien recibida ‘Black Smoke Rising’. Pasado el primer cuarto de hora más eléctrico, entramos en un tramo más pausado, primero con la balada ‘You’re The One’, la épica ‘Age Of Man’, que sonó enorme, y una especie de jam en la que Jake sacó al Jimmy Page que lleva dentro empalmada con una larga ‘Watching Over’. Justo cuando podíamos entrar en terrenos pantanosos, volvieron a elevar el ritmo con ‘The Cold Wind’ y ‘When The Curtain Falls’ que provocó más de un air guitar.
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En el bis contaron con la inglesa Yola, que había actuado como telonera (ojo a esta mujer), para deleitarnos con una versión del clásico ‘The Weight’ de The Band, y remataron con la hippie ‘Flower Power’ y una ‘Safari Song’ con ese riff vacilón como puñetazo final.
Evidentemente, Greta Van Fleet no llegarán a ser Led Zeppelin, pero si saben jugar bien sus cartas, quizá sí puedan ser los Black Crowes de su generación.
JORDI MEYA