FECHA: 3 DE SEPTIEMBRE DE 2023
LUGAR: SANT JORDI CLUB (BARCELONA)
PROMOTOR: REVOLUTION SHOWS

La reunión imposible, el setlist imposible, y las fechas imposibles. La cita prepandémica con Helloween, cancelada y reubicada hasta la saciedad, por fin recalaba en la capital catalana con un llenazo total y una histeria comprensible y merecida, vista la jefada que se marcaron los germanos. ¿Cómo mejorarlo? Abriendo fuego con los más de 12 minutos de la morrocotuda ‘Skyfall’, que ya hay que tenerlos como pumpkins para ello, e invitando a HammerFall como teloneros.

No sabía muy bien qué esperar de los templarios suecos, así que me sorprendieron para bien. Con algunos discos indefendibles en su haber, la mejoría que han experimentado en sus últimas obras parece que también se ha traducido sobre las tablas. En un setlist muy equilibrado entre temas nuevos y vieja escuela, ‘Brotherhood’ y ‘Any Means Necessary’ fueron las primeras en sonar… aunque no nos engañemos: fue la ya vetusta ‘The Metal Age’ la que encendió la caldera.

De HammerFall me gustó casi todo. Marcaron mi adolescencia y en Barcelona presumieron de su músculo más heavy. Sólidos, como un muro. Pontus Norgren, profesional acudiendo al solo, y Oscar Dronjak poniendo la pose necesaria. Estaban rodados, se notaba que venían con todo el empuje de la campaña festivalera. ‘Hammer Of Dawn’ fue tan resultona como su estribillo principal, lo mismo que esa ‘Blood Bound’ que allanó el terreno para que ‘Renegade’ atronara como el himno que es.

‘Venerate Me’, y ya no digamos ‘Last Man Standing’, fueron un chupito de placer antes de que un medley quemara demasiados temazos, aunque es de agradecer que se recrearan con una ‘Crimson Thunder’ que, como en todo el show, tuvo a Joacim Cans como protagonista absoluto.

Nos acercábamos al final y tenía que llegar ‘Let The Hammer Fall’. Para lo que no estaba preparado era para ‘Glory To The Brave’, una de las mejores baladas que haya escuchado nunca. Maravillosa, catártica con el Sant Jordi Club rendido, me traspasó con la misma fuerza que cuando tenía 13 años.

Foto Hammerfall: Eduard Tuset

Una ‘(We Make) Sweden Rock’ para servidor prescindible, seguida de una ‘Hammer High’ con la que alzar, cómo no, el martillazo del grupo, pusieron el punto final a un concierto que terminó, claro, con ‘Hearts On Fire’. Con bolos así, algún día se hará justicia plena con HammerFall. Vi una roca.

Puntual, la pantalla que gobernaba el escenario de Helloween empezó a emitir vídeos, ruidos y señales. Cayó el telón y, en efecto, tuvieron las santas agallas de empezar su descarga con ‘Skyfall’. ¡Amo demasiado esta canción! Me froté los ojos, luego las orejas. No entendía nada. Yo ya estaba flipando en dolby surround, y sólo era la primera. Había tanta peña ahí arriba que uno no sabía ni hacia dónde mirar.

Hace ya unos años que la reunión de Helloween da vueltas sobre la Tierra, han visitado varias veces nuestro país, y no por eso uno está preparado para afrontar ‘Eagle Fly Free’ en vivo. A partir de ahí, la locura. La gente fuera de sí… y es más que entendible: es ‘Eagle Fly Free’.

‘Mass Pollution’ fue la siguiente, pero en cuanto asomaba la calva de Michael Kiske, de paseo toda la velada, uno ya se echaba a temblar. Se avecinaba algo tocho. Y sí, colegas, sí… ‘Future World’ cayó como un obús, con una ejecución perfecta. Con la mano en el corazón os digo que no pude calcular hasta qué punto está en forma el vocalista más legendario de esta formación. Creo que Kiske fue cumplidor, pero era tan grande la algarabía, tan gigantesco el volumen de gargantas cada vez que atacaban algo relacionado con los Keepers, que casi no pude evaluarlo.

Foto Helloween: Eduard Tuset

Con lo que se ha tenido que oír durante décadas, y Andi Deris demostró ser media banda, el auténtico maestro de ceremonias en Helloween. Carisma y agilidad intactas en ‘Power’, antes de dejar paso a ‘Save Us’. Después, en el único medley que he celebrado, el que repasó Walls Of Jericho, asistimos a otra proeza: es posible que Kai Hansen conserve la voz más joven y en forma del septeto.

Ride the sky!! Heavy metal is the law!! Me tuve que refugiar ante un mendrugo con gafitas y chirucas que parecía un barra brava de Boca en el derbi frente a River, pero de verdad que le perdoné. Era muy, muy complicado guardar la compostura ante tamaña demostración.

En ‘Forever And One (Neverland)’ algo se descoordinó, no acabó de brillar. Todo lo contrario que una ‘Best Time’ efusiva, seguida de unas descomunales ‘Dr. Stein’ y, joder, ojito, ‘How Many Tears’, con una pegada que casi derriban Montjuïc. Ya era una noche para el recuerdo. Helloween, sin despeinarse, sobrados, ya lo habían hecho.

Foto Helloween: Eduard Tuset

La simpática ‘Perfect Gentleman’ inauguró el bis y después, la eyaculación. Lo que nunca imaginé. Mis piernas ni se aguantaban, eran alfileres, y estos tipos nos destruyeron con el cuarto de hora de ‘Keeper Of The Seven Keys’. Algún día la parroquia más purista despertará del ensimismamiento y caerá en la cuenta de que ésta es una de las más colosales catedrales de la historia del metal.

En una nube, alucinado, vi como un solo de batería daba el pistoletazo de salida a un fin de fiesta con ‘I Want Out’, globos enormes con forma de calabaza y gente extasiada que aún podía saltar. Me he guardado a Dani Löble para el final, porque este showazo sería muy complicado de realizar sin el porte de Michael Weikath, la guitarra futurista de Sascha Gerstner o el talento natural y jazzístico de Markus Grosskopf, pero aquí el verdadero puntal, el motor que no descansó, el metrónomo, fue un batera perfecto y robusto que no falló una. Qué básico puede resultar para una banda histórica, y tan veloz, tener a alguien todavía relativamente joven tras los parches.

Un concierto que podrías repetir cada fin de semana. Que demuestra por qué mola tanto vivir. Que vengan cuando quieran, con química o sin ella, enfadados o sin álbum. Coros, chistes, castellano macarrónico, afonía y loleos. Happy, happy Helloween. Qué bestialidad.

PAU NAVARRA