FECHA: 1 DE MARZO 2024
LUGAR: PALACIO DE LOS DEPORTES (MADRID)
PROMOTOR: LAST TOUR

Revisando la crónica de su anterior visita a Madrid de hace dos años, cuestionaba si Idles habrían alcanzado ya su cima de popularidad. Aunque a priori su propuesta no es la más amable para conectar con una audiencia masiva, la realidad es que el crecimiento del grupo ha sido inversamente proporcional a la accesibilidad evolutiva de su música.

Así ocurre que el salto a recintos más grandes, como la pista del Palacio de los Deportes en la capital y el Sant Jordi Club en el caso de Barcelona, ha coincidido con el lanzamiento de un trabajo tan disruptivo como Tangk, donde el quinteto se inclina cada vez más hacia el lado «post» y menos «punk» de su sonido. Se han rebajado las cotas de visceralidad, cierto, pero por contra hemos ganado en la faceta más experimental, inquieta y sesuda de la cuadrilla capitaneada por Joe Talbot. Habrá quién les acuse de ablandarse en busca de un público mayor, pero difícilmente se podría destacar algún candidato a single radiable en su obra más reciente a excepción de un par de cortes.

Sea de una manera u otra, la realidad es que la expectación que despiertan llegados a su quinto álbum de estudio es digna de uno de los grupos de rock más en alza del panorama internacional de los últimos años. Algo que se han ganado a base de carisma, personalidad propia y un mensaje totalmente creíble que además casa con el devenir de los tiempos modernos. Que hayan conseguido enganchar a un público tan grande practicando una propuesta poco comercial, resulta cuanto menos motivo de análisis por mucho que sus puntos fuertes salten a primera vista.

De hecho, podría decirse que hasta la elección de sus invitados en este tour no obedece a una mera casualidad o al pago de un slot desorbitado, sino que está pensada para que encaje con su discurso. Así es como Ditz sorprendieron a los más madrugadores como pocas veces suele hacer un telonero. Liderados por el vocalista Cal Francis y su vestido de noche (otra coincidencia con los de Bristol), evidenciaron que le deben mucho a gente como Metz, Daughters o a sus padrinos en esta gira. Post punk ruidoso de nueva ola ejecutado con desparpajo y furibunda precisión. A los pocos segundos, Francis ya estaba visitando la pista y no sería la última vez que lo hiciera ante el asombro de los presentes, mientras sus compañeros acometían títulos como ‘Seeking Arrangement’, ‘Summer Of The Shark’, ‘Teeth’ o ‘No Thanks, I’m Full’. La media hora mejor aprovechada que he visto en meses, de veras.

Foto: Blanca Gemma Fuerte

Serán contestatarios, pero como buenos británicos Idles no renunciaron a la puntualidad y a las nueve en punto ya les teníamos encima de las tablas. Talbot parecía un futbolista inquieto calentando en la banda antes de saltar al terreno de juego. Supieron preparar el ambiente proyectando sus sombras sobre la inicial ‘IDEA 01’ sirviendo como preludio perfecto al caos, pues no tardaría en aparecer la tremenda ‘Colossus’. Una bomba de relojería de cocción lenta programada para reventarlo todo en el momento preciso al grito de “¡Viva Palestina!”. Pocos temas de su repertorio aglutinan cada una de sus cualidades: tensión, mordiente y estallido final. No llevábamos ni diez minutos de concierto y el guitarrista Lee Kiernan ya estaba sobrevolando las cabezas del personal. A partir de ahí despegaron hacia arriba. Y nosotros con ellos, claro.

Porque por muchas dudas que pudiera plantear como afectaría el contenido de Tangk en cuanto a su traducción al directo, a la hora de la verdad Idles siguen apostándolo todo por la intensidad. No tardaron en sacar los tanques con ‘Gift Horse’, ‘Mr. Motivator’, ‘Mother’ y una recuperada ‘Samaritans’ para encontrarse con la complicidad del pogo y los cánticos con el puño en alto. Ni siquiera con algo tan retorcido como ‘Car Crash’ dejaban de pasarte por encima. Lo dicho: Intensidad al 200%.

Por su parte, Talbot demostró porque es uno de los frontmen más icónicos de su quinta. No es solo que su pose recuerde a una especie de Freddie Mercury cubierto de tatuajes y actitud punk, sino que sus parlamentos cuando toca dirigirse al respetable resultan tan sinceros como necesarios. Recordó sus comienzos al iniciar el grupo cuando era un hombre roto que fue salvado por el amor de quienes tenía cerca. Una gratitud que no cesaron de transmitir, al igual que su claro posicionamiento en el conflicto palestino y en contra de la monarquía. Eso sí, no debió tener la mejor de sus noches viendo la bronca constante que le echó a su técnico de sonido. La pelea con los monitores no fue pequeña, créanme.

Foto: Blanca Gemma Fuerte

Llegados al tramo intermedio, sí dieron cancha a piezas más intrincadas (‘POP POP POP’, ‘Roy’, ‘Grace’, ‘A Hymn’) sirviendo para que algunos se retiraran a la esquina a tomar aire después de varios asaltos. Incluso cuando quitan el pedal del acelerador, demuestran ser unos absolutos dominadores del sonido para llevarte a dónde a ellos les interesa y conviene. El impacto fue mayor cuando regresaron las hostilidades en ‘Craw!’, la farragosa ‘Never Fight A Man With A Perm’ o el hit instantáneo ‘Dancer’. No negaré que la recta final se me hizo un pelín cuesta arriba. Quizás por eso mismo el propio Talbot avisó que solo quedaban un par de temas. Después de “2 horas, man” ya estaba bien. Por supuesto, no faltaron el himno pro-inmigración ‘Danny Nedelko’ (algo desdibujado entre tanto frenesí) y la antifascista ‘Rottweiler’, cuyo cierre fue alargado en exceso para mi gusto. Pequeños “peros” para un actuación que dejó a todos más que satisfechos.

Ya no me atrevo a pronosticar dónde quedará su techo, lo que sí es seguro es que el día de mañana, cuando toque revisar los nombres más relevantes de la música de guitarras a comienzos de los 2020’s, podremos citar nombres como los de Turnstile o King Gizzard And The Lizard Wizard. Y sin duda, Idles también merecerán estar ahí.

GONZALO PUEBLA