FECHA: 18 DE OCTUBRE DE 2019
LUGAR: LA RIVIERA (MADRID)
PROMOTORA: PRIMAVERA SOUND
A pesar de una propuesta tan extremadamente freak como la suya, el éxito que están disfrutando King Gizzard & The Lizard Wizard tiene todo el sentido del mundo. En una era la que la gente salta en cuestión de segundos de una playlist a otra en las que pueden tener cabida tanto la electrónica como el metal extremo, es complicado que dentro de una discografía tan amplia y variada como la de los australianos no encuentres al menos un disco que se acerque mínimamente a tus gustos, sean cuales sean.
Esto se traduce en una fanbase de lo más variopinta en la que militan desde veinteañeros imberbes, cincuentones peinando canas, hipsters y rockeros a partes iguales. Todo ellos parecían más pendientes del puesto de merchandising que del escenario cuando aparecieron Orb. También procedentes desde el hemisferio sur, el cuarteto aussie viene a ser la versión más cercana al proto-heavy de sus compañeros y protagonistas de la noche. La verdad que resultaban más interesantes cuando se lanzaban a jammear que fusilando los riffs de Black Sabbath. A pesar de su fría interacción con el respetable, resultaron entretenidos.
Mucha mejor impresión dejaron Stonefield. Su última referencia, Bent, está dejando buenas sensaciones entre crítica y público. Visto lo mostrado sobre las tablas, no es casualidad, ya que desplegaron clase y estilo con cortes como ‘Sleep’, ‘Dog Eat Dog’, y las dos balas que se guardaron para el final, ‘Delusion’ y ‘Eyes’. Llevan ya un tiempo en esto, pero parece que su carrera comienza a despegar.
Si en su discografía las diferentes personalidades de King Gizzard son capaces convivir sin problemas, en directo es toda una incógnita saber cómo pueden llegar a funcionar. Es evidente que los contrastes son muy pronunciados, pero de alguna manera los de Stu McKenzie saben retener tu atención a lo largo de todo el concierto. Les hizo falta muy poquito para hacer saltar la sala por los aires con la presión que ya había en las primeras filas, pero fue soltar el ataque frontal de ‘Self-Inmmolate’ y ‘Planet B’ y aquello se convirtió en una bacanal de pogos que ni en un bolo de Hatebreed. Momento para coger un poco de aire con ‘Stressin» y vuelta a empezar con uno de sus mayores hitazos; ‘Rattlesnake’.
Y es que esta gente tiene momentos para todo el mundo. Sacar las guitarras a primera línea de batalla (‘All Is Known’, ‘The Lord Of Lightning’, ‘Road Train’), dejar que su teclista Ambrose Kenny-Smith se luzca como frontman en la soulera ‘Let Me Mend The Past’, hacer la pista bailar con la marciana ‘Cyboogie’ o volver a poner la sala patas arriba con una burrada como ‘Mars For The Rich’. Aunque lo que mejor resume toda la experiencia es ver como transforman ‘I Am In Heaven?’ en una jam de casi 20 minutos en la que les da tiempo a colar guiños de otros de sus temas como ‘Robot Stop’, ‘Cellophane’, ‘Head On/Pill’ y hasta que uno de sus dos baterías haga stagediving.
Qué una vez la banda abandonase el lugar de los hechos el público todavía siguiese cantando, deja claro que, mientras unos quieren ir a misa, otros preferiríamos quedarnos a vivir en un concierto de King Gizzard & The Lizard Wizard.
GONZALO PUEBLA