FECHA: 8 DE MARZO DE 2025
LUGAR: NAVARRA ARENA (PAMPLONA)
PROMOTOR: JUST LIFE MUSIC, IN & OUT PRODUCCIONES, LATITUD CANARIAS
Llega un momento en la vida de cualquier persona en el que debe afrontar su destino. Será a los 27 años, a los 40 o a los 71, pero tendrá que reafirmarse y domar el hado, agarrarlo por los cuernos. En el caso de Manowar, eso ocurrió el 8 de marzo de 2025 en un Kingdom Of Rock con todas las entradas vendidas.
En uno de los días más felices de mi vida, ya una fecha para la historia, los estadounidenses ejecutaron exactamente lo que les hemos pedido durante más de tres décadas: tomar lo que es suyo por derecho propio y centrarse en su cancionero invencible para dejarse de numeritos sobre el escenario, de solos interminables, documentales, o de finales de tema absurdamente alargados hasta el aburrimiento. Durante dos horas y media asistimos atónitos a un tsunami, a un terremoto descomunal que, por fin, los coronó como los incuestionables reyes del verdadero heavy metal. Así, pasaron a pelear directamente por lo más tocho que haya visto jamás en vivo.
Lo siento en el alma, pero cualquier cosa que ocurriera antes o después de la descarga de Joey DeMaio y los suyos fue una anécdota. Tras comer en el casco viejo de una Pamplona reivindicativa, lluviosa y abarrotada, ni siquiera pude encontrar un taxi a tiempo para ver a los locales Electrikeel. Mis disculpas, porque estoy seguro que me habrían aportado más que Freedom Call… El power happy de los germanos sonó endeble en el Navarra Arena. Me hicieron rememorar mi juventud con la misma ‘Freedom Call’, pero sinceramente, en copias de baratillo de Helloween como ‘Mr. Evil’ poco puedes rascar.
Cambio de tercio hacia el clasicismo de Doro. ‘I Rule The Ruins’ y vaya, esto ya es otra cosa. Les faltó un poco de potencia también, pero interpretando ‘Für Immer’, ‘Burning The Witches’ o ‘All We Are’ con la simpatía habitual, la de Düsseldorf jugó sobre seguro. No creo que una artistaza de su talla necesite hacer versiones de nadie, aunque es cierto que esa ‘Breaking The Law’ de Judas Priest seguramente la ayude a conectar con más público. Por ‘True As Steel’, lo que llegaría después…
Explosiones a destajo y ‘Manowar’. Las pantallas a todo color con guerreros, llamas, una producción de vértigo. ‘Kings Of Metal’ de seguido, delirio generalizado, y por si aún no estábamos afónicos, ‘Fighting The World’ empalmada. Con ‘Brothers Of Metal Pt. 1’ ya rompí a llorar como un bebé. Todo era demasiado gordo, demasiado brutal, no se podía asimilar tanta grandeza. Al menos desde mi situación, incluso en el volumen acertaron Manowar. Fuerte como el brazo de Conan, aunque sin abrumar ni marear, y nítido como el agua de una playa caribeña.
Con ‘Army Of The Immortals’ empezamos a tomar conciencia de que se estaba gestando un show legendario, un concierto que ya nunca olvidaríamos, y eso que aún no habíamos visto nada… La sublime ‘Blood Of My Enemies’, ‘Kill With Power’, y el primer guiño a los fanáticos a muerte de los de Nueva York, una ‘Mountains’ que alcanzó los picos de majestuosidad de esas cimas en pantalla. Había más, no hubo tregua ni piedad. Ni siquiera se presentaron, nada. Una tras otra sin pausa en un setlist inmaculado.
Locura con ‘All Men Play On 10’, no era para menos, y tras ‘Sign Of The Hammer’, mucho cuidado, porque el cuarteto arremetió con ‘Bridge Of Death’, ese otro as en la manga como para perder la cordura. El recinto se convirtió en el infierno en la tierra, y miles de almas se rindieron ante esta octava maravilla erigida por Manowar. A estas alturas ya le estábamos besando los pies a Eric Adams, un ser mitológico, un cantante sobrenatural que interpretó magistralmente cada uno de estos himnos imperecederos.
Si aún no habíamos sucumbido, ‘Thor (The Powerhead)’ sacudió a martillazo limpio cualquier última resistencia antes de dar pie a composiciones más recientes. Sin problema, pues ‘Sons Of Odin’ me chifla, ‘House Of Death’ fue la tralla, y esto también hay que reconocerlo, ‘King Of Kings’, con el bajo de DeMaio demasiado alto, no petó todo lo clara que habría merecido este temazo.
Justo después de ‘Fight Until We Die’ llegó el parlamento de Joey. Me cuentan que se lo aprendió de memoria en euskera y castellano esa misma tarde, ése es su nivel de compromiso y control con todo lo que envuelve el universo Manowar. Se cagó en todo lo que le vino en gana y ése fue el único momento de respiro que se permitieron. Ver para creer antes de arremeter con ‘Warriors Of The World United’, ya un clásico contemporáneo de un repertorio que, tal como nos aseguró el líder durante nuestra entrevista, efectivamente nos derritió la cara.
‘Hail And Kill’, esa catarsis colectiva, no fue tan perfecta como me habría gustado, aunque les llevamos en volandas para culminar un bolo memorable con una ‘Black Wind, Fire And Steel’ colosal, finiquitada con todas esas explosiones, fuego, músculo y ruido bestial que tanto entusiasman a nuestro niño interior.
Michael Angelo Batio demostró con creces por qué fue él el elegido para la guitarra. La papeleta de cumplir con lo de Ross The Boss es de todo menos sencilla, y Karl Logan tampoco era manco precisamente… Con sus piruetas y virtuosismo al mástil, el ex de Nitro se doctoró, y de paso, Dave Chedrick evidenció cuánto puede ganar en pegada un grupo si ficha a un batería varios años más joven que el resto de miembros.
¿Lo de Manowar fue real? ¿Ocurrió de verdad? Estado de shock, aplastamiento supremo, pura ley divina. El heavy metal en sí mismo. Su justa definición. Auténtica gloria. Por fin, el poder absoluto.
PAU NAVARRA