FECHA: 27 DE MAYO DE 2023
LUGAR: LA PAQUI (MADRID)
PROMOTOR: NOISE ON TOUR
Desde su mudanza a Madrid en 2017, servidor tiene instaurado el Kristonfest como punto de arranque para la temporada festivalera. Es verdad que por su formato siempre ha estado más cerca del concepto de un concierto en sala con varias bandas, pero la marca del Kriston ya es sinónimo de garantía para el aficionado que gusta del stoner, el doom, el sludge, la psicodelia y las sonoridades pesadas en general.
Y eso que a priori el cartel de esta edición no resultaba tan atractivo como el de años anteriores. Personalmente, lo noté en la falta de acentos de otras comunidades, cuando suele ser habitual encontrarse entre los asistentes a gente llegada de Andalucía, Galicia, Euskadi o incluso las Baleares. En cualquier caso, el público de la capital demostró una vez más su fidelidad desde primera hora de la tarde en cuanto se abrieron las puertas de La Paqui.
Recogiendo el testigo de Atavismo como representación nacional dentro de la programación, Rosy Finch se dispusieron a hacer lo suyo que no fue otra cosa que peinarnos a base de contundente sludge-doom y actitud grunge. El trío alicantino comandado por Mireia Porto atacó sin vacilar los temas de su reciente EP Seconda Morte (‘Purgatorio’, ‘Inferno’, ‘Paradiso’) bajo un intenso juego de luces color escarlata. Vinieron a suplir la baja de Inter Arma y dejaron claro que no querían ser meros comparsas en la fiesta. Los responsables de Noise On Tour harían bien en guardar un slot para las bandas de aquí en el futuro, ya que como venimos defendiendo desde hace mucho tiempo, el nivel es tan alto o más como cualquiera que venga de fuera.
Cosa que quedó patente a continuación con Mars Red Sky. No estaba familiarizado con la propuesta de los de Burdeos, pero se me atragantó bastante. Me resultaría complicado encontrar algo digno de destacar de ese stoner-doom melódico tan genérico que practican, en la línea de unos Pallbearer pero sin la chispa y la gracia de estos. Las líneas vocales de Julien Pras sonaron blanditas y más allá de algún momento puntual en el que lograron el headbanging colectivo (‘Strong Reflection’ con la que se despidieron fue lo más notable de su actuación) apenas impresionaron. El concierto más flojo de la tarde-noche.
Menos mal que los dos platos fuertes que venían a continuación se encargaron de elevar el listón. No es para menos cuando enfrente tienes a toda una leyenda del género como el señor Scott “Wino” Weinrich y sus The Obsessed. Su presencia en el Kristonfest era uno esos caramelitos que tanto se agradecen. Tenerles por primera vez en España y además con una renovada alineación en formato cuarteto fue todo un lujo. Más aún cuando empezamos a comprobar que el grupo estaba bien rodado haciendo sonar tanto cortes de su etapa más reciente (‘Sodden Jackal’, ‘Sacred’) como sus clásicos de los 90 (‘Brother Blue Steel’, ‘Streetside’, ‘Tombstone Highway’) con una fuerza y electricidad contagiosas. Un monumento al riff que fueron construyendo canción a canción.
A sus 60 años y luciendo melena canosa y tatuajes, la estampa de Wino era la de estar ante un forajido de la talla de Lemmy Kilmister. Un verdadero ícono del metal underground al que se le vio comodísimo junto a sus compinches. Adelantaron algún tema nuevo (‘It’s Not OK’) que aparecerá en un próximo disco para finales de año, por lo que tenemos The Obsessed para rato y en un estado de forma envidiable.
Temía mucho por ver a que Graveyard nos encontraríamos en esta ocasión. En las últimas visitas posteriores a su “reunión” (si es que se le puede llamar así a un hiato de cuatro meses) habíamos visto a una banda a medio gas, con un Joakim Nilsson apagado y un tanto lejos de aquella versión con la que deslumbraron a comienzos de la pasada década. Esta vez fue bien distinto y se notó desde que el espigado cantante saludó al respetable y se puso el mono de trabajo para acometer ‘Hard Times Lovin’’ seguida de una sorprendente ‘No Good, Mr. Holden’. Le vimos con la voz totalmente recuperada para la causa, destilando ese feeling que hizo enamorarnos de los suecos tiempo atrás. Un inicio prometedor que auguraba un concierto a la altura de lo que se supone un cabeza de cartel.
Dándole especial cancha a su último Peace (cayeron ‘Cold Love’, ‘Please Don’t’, ‘It Ain’t Over Yet’) y al glorioso Hisingen Blues (‘Buying Truth’, ‘Hisingen Blues’), los escandinavos se mostraron plenos de confianza e infinitamente más enchufados que en anteriores encuentros. Incluso dentro de su habitual frialdad estuvieron más comunicativos y sonrientes que de costumbre. Sin duda, la pausa pandémica les ha debido de sentar bien. Lo que no ha cambiado es la sensibilidad bluesera con la que interpretan baladas como ‘Uncomfortably Numb’, la soberbia ‘Slow Motion Countdown’ o esa mágica ‘The Siren’ con Joakim en plenitud vocal como hacía tiempo que se no se le veía. El bis prosiguió pletórico con ‘Walk On’ en modo rodillo y una ‘Ain’t Fit To Live Here’ que no podía faltar a la cita como perfecto cierre. Tener de vuelta a Graveyard de esta manera y a las puertas de publicar un nuevo álbum es la mejor noticia que nos podíamos llevar a casa.
Terminaba así otra edición del Kristonfest que por asistencia y calidad de las bandas volvió a dejarnos a todos contentos y deseando conocer los detalles para el año que viene. Se ha dejado caer en los foros un posible retorno a Bilbao ante la dificultad logística de encontrar una sala en Madrid acorde con un evento de estas características. El tiempo dirá, pero ante un panorama tan incierto para promotores más modestos (bien lo saben en el AMFest), no queda otra que apoyar a un festival que nos ha dado y sigue dando tantas alegrías.
GONZALO PUEBLA