FECHAS: 10, 11, 12 Y 13 DE JULIO DE 2024
LUGAR: ESPACIO IBERDROLA MUSIC (MADRID)
PROMOTOR: MAD COOL

A lo largo de sus seis ediciones previas, el Mad Cool Festival nos había acostumbrado tanto a carteles de lo más variados y potentes dentro del rock y el pop internacional como a una serie de problemáticas organizativas prolongadas año tras año. Doce meses atrás ya comentamos que las continuas reubicaciones para emplazar el macro evento madrileño a buen seguro habían resultado un factor clave a la hora de impedir un festival sin sobresaltos logísticos. Conocer el terreno que uno pisa es fundamental para sentirse como en casa. Que se lo digan si no al Primavera Sound, que no tardó demasiado en huir de la capital con el rabo entre las piernas tras la intentona de presentar batalla el curso pasado.

Por eso mismo, la noticia más llamativa en este terreno es que apenas la ha habido. La masificación de 2023 se ha visto frenada gracias a una considerable reducción de aforo. Unas 12.000 personas menos que el año anterior, con una media de unos 55.000 asistentes por día según la organización. Aunque dependiendo de a quién se pregunte, también se podría achacar a que la venta de entradas no ha funcionado como se esperaba (especialmente el viernes, coincidiendo con el primer concierto de Metallica en el Estadio Metropolitano y The Cult en Las Noches Del Botánico). En cualquier caso, la redistribución de los espacios en el recinto Iberdrola Music de Villaverde Alto ha resultado acorde para que este sea funcional y uno pueda desplazarse de un punto a otro sin apenas aglomeraciones ni colas. La maquiavélica idea de colocar los únicos baños en medio del meollo ha pasado a mejor vida. Y es que a base de golpes uno termina aprendiendo.

Aún con todo, Mad Cool sigue distando de ser el festival perfecto que durante tanto tiempo llevamos reclamando en Madrid. Para empezar, se echan en falta más zonas dónde poder cobijarse bajo una sombra ante la amenaza del astro rey. O que los precios de las bebidas no parezcan un atraco a mano armada. Hay que tener mucho valor o muy poca vergüenza para cobrar 13 euros por un mini de cerveza cuando se está a 40º.

Eso de cara al público de a pie, porque quienes nos encargamos de cubrir el evento seguimos teniendo que lidiar con ciertas trabas. Ya no es solo el seguir pagando la acreditación para hacer nuestro trabajo, sino que ahora se han impuesto nuevas restricciones para los compañeros de la prensa gráfica. Algunos directamente ni pudieron acceder al foso para disparar unas instantáneas aún estando en posesión de su pase. Y no por decisión de los artistas, sino de la propia organización que únicamente les permitió hacer fotos de ambiente, amén de firmar un contrato dónde se prohibía el uso del material fotográfico para otra finalidad que no fuese ilustrar las correspondientes crónicas. Si se preguntan por qué el periodismo musical anda de capa caída y se premia más y mejor a los influencers y creadores de contenido, aquí tienen parte de la explicación.

Y aunque de entrada contábamos con ello, como en cada cita en la que se programan un buen puñado de formaciones, tampoco nos libramos de los tan temidos solapes que no nos dejaron otro remedio que tomar algunas decisiones dolorosas, sacrificando conciertos como los de Bring Me The Horizon (a quienes ya cubrimos poco antes en el Resurrection Fest), Tom Morello, Avril Lavigne o Nothing But Thieves. Pero dentro de un festival hay mucho otros con los que acabar escogiendo tu propia aventura. Esta fue la nuestra.

MIÉRCOLES 10
El miércoles presentaba un contraste bastante curioso entre los dos escenarios principales. Por un lado, en el 1 teníamos un duelo entre dos divas del pop contemporáneo. En el 2, el reencuentro con un par de viejas glorias de los 90, una década por la que el festival siempre ha mostrado cierta predilección. Pero antes de ello, nos pasamos por el Orange a chequear a Soccer Mommy, quienes tuvieron que pelear con la nada agradable tarea de inaugurar esta edición. A Sophie Allison y sus acompañantes les tocó salir ante un sol que pegaba duro a primera hora de la tarde. No quedaba otra que aplicar el manual de primero de festival: crema solar, gorra y refresco bien cargado de hielo. Por lo menos, su indie rock con dejes de dream pop y shoegaze entró fenomenal, recordando en algún instante a compañeras generacionales como Phoebe Bridgers o Julian Baker. Nada mal para entrar en calor, aunque este resultara excesivo de por sí.

Foto Janelle Monáe: Bárbara Téllez

Mientras el termómetro no paraba de subir, Janelle Monáe apareció dispuesta a desplegar toda su escenografía. Luciendo un vestido de flores a lo Midsommar en versión afroamericana y arropada por una buena banda, la también actriz comenzó a dispararnos toneladas de carisma y descaro a base de R&B, funk y hip hop (‘Champagne Shit’, ‘Electric Lady’, ‘Lipstick Lover’). Su show a nivel estético resultó cuanto menos refrescante (impagables esos pantalones que lució en ‘Pynk’ simulando una vagina), quedando a medio camino entre la potencia de Beyoncé y la provocación de Rhianna. Monáe se situaría en algún punto intermedio. Visualmente resultó un concierto entretenido, aunque echamos en falta algún single de esos que conoce hasta la vecina del quinto para que el personal empezara a despertar de la siesta.

Foto Garbage: Bárbara Téllez

En los últimos años siempre nos hemos encontrado con un escenario que suele disfrutar de un sonido notablemente superior al del resto. Esa suerte recayó esta vez para quienes tocaron en el segundo principal y los primeros en testarlo fueron Garbage. Veteranos supervivientes de la era dorada de la música alternativa, sus lanzamientos más recientes han ido perdiendo la relevancia de antaño. Sin embargo, la cuadrilla de productores formada por Duke Erikson, Steve Marker y el aclamado Butch Vig no quiso resignarse a ser un mero recuerdo del pasado. Por eso abrieron fuego con ‘Godhead’ y ‘The Men Who Rule The World’ de su última referencia No Gods No Masters, dejando claro que su fusión de rock y arreglos electrónicos todavía conserva algo de nervio. Claro que siendo poseedores de un puñado de hits ganadores, no tardaron en darle al respetable lo que andaba buscando. Capitaneados por Shirley Manson, ‘Stupid Girl, ‘I Think I’m Paranoid’, ‘Cherry Lips (Go Baby Go!)’, ‘When I Grow Up’ y una aplaudida ‘Only Happen When It Rains’, vinieron a justificar porque lograron el éxito en su día. La vocalista acabó pidiendo la hora bolsa de hielo en mano, y es que su vestimenta no era la más recomendable para el bochorno que estábamos sufriendo. Aún así, quién tuvo retuvo.

A algunos quizás les cueste ubicarla dentro del espectacular cartel que vimos en 2018, pero la realidad es que Dua Lipa ya había estado presente en el Mad Cool con anterioridad. Seis años después, fenómeno pandémico de Future Nostalgia mediante, la británica de raíces albanokosovares retornaba ostentando el título de ser una de las mayores estrellas del pop mundial. Con una explanada a rebosar, supo cumplir las expectativas con un espectáculo a la altura de la categoría que se le presupone. Con dos grandes escalinatas presidiendo las tablas por las que iban desfilando los bailarines, Lipa no se guardó nada desde el comienzo. ‘Training Season’, ‘Illusion’ (ambas del estrenado Radical Optimism) y una madrugadora ‘Levitating’ se encargaron de evidenciar que con apenas tres álbumes ya comienza a acumular suficiente artillería pesada en su cancionero como para salir a por todas desde el pitido inicial.

La joven se mostró agradecida y bendecida (con un castellano más que aceptable) por el recibimiento mostrado. Fue uno de los pocos instantes en lo que se permitió un respiro, pues durante hora y media no cesó de moverse convirtiendo aquello en una pista de baile gigantesca. Algo tiene su música que la acerca más al disco dance de primeros de los 2000s que a los sonidos más contemporáneos dentro del pop actual. Entre temazo y temazo (‘Love Again’, ‘New Rules’ y una ‘Happy For You’ que nos regaló una de sus mejores interpretaciones), también sacó a jugar a esa legión de bailarines que tiene en plantilla para tomar aire y encarar un bis de aúpa. ‘Physical’, ‘Don’t Start Now’ y ‘Houdini’ dejaron claro que el pop mainstream también tiene cabida en el festival. Puede que aún no alcance el nivel de súper popularidad de Taylor Swift o Beyoncé, pero si continúa dando los pasos correctos, cada día estará más cerca. Por cierto, ¿para cuando un año con la ex Destiny’s Child encabezando el principal?

Foto The Smashing Pumpkins: Bárbara Téllez

Si la carrera de The Smashing Pumpkins fuera una montaña rusa, hace tiempo que esta va cuesta abajo y sin frenos. Al menos en estudio, Billy Corgan no acaba de dar con la tecla que vuelva a reconciliarle con su base de fans que tanto añoran los tiempos en los que las Calabazas eran una formación superlativa. Afortunadamente, la vuelta de James Iha y Jimmy Chamberlin ha servido para que al menos sus presentaciones en vivo sean dignas de su legado. Gracias a un sonido realmente atronador (tal vez hasta demasiado) y visiblemente motivados, salieron decididos a impresionar a la hinchada apostando por su cara más contundente y heavy. Sin miramientos nos estamparon en la cara ‘The Everlasting Gaze’, ‘Doomsday Clock’ y una pervertida revisión del ‘Zoo Station’ de U2 dónde Chamberlin exhibió su pegada a los tambores. Parece que el Corgan apático y mal encarado de hace unos años ha quedado atrás, relegando el synth pop fofo de sus trabajos más recientes al banquillo (ningún teclado sufrió daños durante su repertorio). Lo poco salvable de su último Atum (‘Spellbinding’, ‘Empires’, ‘Beguiled’) no desentonó al lado de los grandes clásicos. Esta vez no renunciaron a ‘Today’, ‘Tonight, Tonight’, ‘Disarm’, ‘Bullet With Buttefly Wings’, ‘1979’, ni a una ‘Jellybelly’ poderosa propulsada por las tres guitarras presentes (la recién incorporada Kiki Wong encajó bastante bien y ayudó a mantener la cuota femenina en la alineación junto a la corista Katie Cole). A Corgan se le veía sonriente y hasta tuvo algún momento de cachondeo con Iha antes de cerrar por todo lo alto con otros dos misiles como ‘Cherub Rock’ y ‘Zero’ con los mástiles rugieron de lo lindo. No entraban en las quinielas de casi nadie, pero los de Chicago se marcharon dejando uno de los mejores conciertos del festival. Ver para creer.

JUEVES 11
Nada mejor que un poco de blues sureño para arrancar la jornada. Justo lo que proporcionaron las hermanas Lovell ante un puñado de valientes sin temor a abrasarse. Lo de Larkin Poe parece que va en serio y se agradece que propuestas tan sencillas tengan semejante aceptación. Sin más artificios que su destreza a los instrumentos y un buen puñado de temas (‘She’s A Self Made Man’, ‘Kick The Blues’, ‘Southern Comfort’, ‘Bad Spell’), supieron levantar la tarde a base de puro sonido americano. Como si fueran unos The Black Keys más sureños y con un pizca mayor de actitud, Rebecca y Megan (impresionante la maestría de esta última con el lap steel) se metieron al público en el bolsillo. Poseyendo un Grammy en la estantería por su último disco, Blood Harmony, no hay duda de que el dúo todavía puede ir a más. No les quiten el ojo a estas chicas de Nashville.

Foto Michael Kiwanuka: Bárbara Téllez

Por la propia música que practican, hay artistas que funcionan mejor en unos ambientes que en otros. Que Michael Kiwanuka es uno de los grandes renovadores del neo soul de los últimos años, es algo que pocos se atreverán a discutir. Ahora bien, sus canciones se disfrutan más en la intimidad de una sala o un recinto cerrado que en un gran escenario. Basando el repertorio en su estupendo trabajo homónimo de 2019, el británico descargó su elegante y reivindicativo soul neo clásico con pinceladas psicodélicas (‘Hard To Say Goodbye’, ‘You Ain’t The Problem’, ‘Rolling’, ‘Hero’, ‘Solid Ground’), pero se echó en falta una marcha extra para no terminar apalancados a esas horas. Tampoco es que lo de conectar con la audiencia sea lo suyo como ya pudimos comprobar tiempo atrás, por lo que su propuesta solo puede epatar a través de lo que sale por los amplificadores. Y claro, la gente andaba más por labor de encontrar una sombra, agarrar una bebida o asegurarse una buena plaza para lo que vendría horas más tarde. No fueron las mejores condiciones, pero aún con todo la innegable calidad de ‘Cold Little Heart’ y ‘Love & Hate’ se acabó imponiendo. Otro día, más, y con suerte, seguro que mejor.

Foto Pearl Jam: Bárbara Téllez

Nuestro itinerario se vio acortado al abortar la idea de asistir a las actuaciones de Mando Diao o Keane. El motivo era evidente: queríamos ver de cerca a nuestro principal objetivo del día y casi diríamos que de todo el festival. Aún mosqueados por los elevados precios de los tickets que nos obligaron a muchos a conformarnos con tener que presenciarles en formato festivalero, y con la envidia por las crónicas que nos llegaban desde Barcelona en las dos fechas previas, Pearl Jam estaban en el punto de mira de todos los presentes. Siendo honestos, los de Seattle cumplieron con una buena actuación, pero no fue todo lo sobresaliente que cabía esperar por su parte. Uno siempre exige lo mejor de su banda favorita, sobre todo cuando sabe lo que son capaces de dar. Y durante la noche del jueves hubo varios detalles que no jugaron en favor de la mejor experiencia. Con un retraso de 15 minutos sobre lo marcado en los horarios, el quinteto pisó las tablas para arrancarse con una inesperada ‘Lukin’ en lugar del trío de cortes más pausados que acostumbran. Más allá de la sorpresa, faltó volumen y potencia, especialmente en la batería de Matt Cameron, carente de pegada. Se sucedían los primeros envites con ‘Corduroy’, ‘Why Go’ o ‘Given To Fly’ y, a pesar del entusiasmo colectivo, no podía evitar echar de menos algo más de punch.

Foto Pearl Jam: Bárbara Téllez

Por suerte, si tienes a tu disposición un catálogo plagado de himnos, es complicado que no acabes salvando los muebles a poco que le pongas ganas. Pearl Jam tienen esos dos factores a favor y muchos más. Dark Matter pasó la prueba del algodón con el corte titular, ‘Wreckage y ‘Upped Hand’ como momentos destacados, a pesar de la pasividad generalizada de las primeras filas. El grupo supo jugar sus cartas y dejar las canciones oscuras para otra ocasión, apostando por un setlist festivo al que no faltaron a la cita ‘Even Flow’, ‘Black’ (el abrazo que le dio Eddie Vedder a un Mike McCready estelar durante el solo fue el de todos nosotros), ‘Daughter’ (bien hilada en la outro con ‘W.M.A.’) y ‘Porch’. A la vuelta para el encore, Vedder (siempre con su botella de vino y los parlamentos apuntados en castellano) quiso tener un bonito gesto con Miguel Ríos, quien había versionado ‘Comes Then Goes’ hace uno años, al dedicarle  una eufórica ‘Better Man’. ‘Do The Evolution’ imprimió la garra que tanto se demandaba para que la previsible tripleta formada por ‘Alive’, ‘Rockin’ In The Free World’ y ‘Yellow Ledbetter’ bajara la persiana. No fue nuestra mejor cita con Pearl Jam, pero para ellos un día normal en la oficina sigue siendo mucho mejor que para el resto de los mortales.

Foto Greta Van Fleet: Bárbara Téllez

Por su parte, Greta Van Fleet no tardaron mucho en volver a confirmar las mismas impresiones que nos llevamos cuando les vimos en diciembre del año pasado. Llegamos cuando iban por la segunda canción y ya estaban liados con un solo de batería. Con eso queda todo dicho. Grandilocuencia sin medida ni justificación alguna. Lo dije hace un tiempo y lo mantengo ahora. Los Kiszka tiene mucho ganado de base, pues tocan bien y suenan de fábula, además de contar con un montaje escénico de Champions League. Pero la contención no parece que vaya a convertirse en una de sus virtudes de cara al futuro. Verles alargar innecesariamente cada intro y final que acometieron en ‘Black Smoke Rising’, ‘Meeting The Master’, ‘Heat Above’ y ‘The Archer’ (con otro solo de guitarra tan eterno como absurdo) desesperaban al igual que frenaban en seco el ritmo del concierto. Por no hablar de la cansina insistencia de Jake en demostrar sus gorgoritos de forma continúa. ¿Puede alguien decirle a este chico que se quede calladito 5 minutos de cara a la pared, por favor? Ni tan siquiera tuvieron la sangre necesaria para hacer que un trallazo como ‘Highway Tune’ fuera un final a la altura, transformándolo en un coitus interruptus inacabable. Probablemente nada ni nadie les pare en su escalada para convertirse en una de las bandas de rock masivas de su quinta, pero tampoco parece que vayan a aprender a aparcar su egocentrismo exacerbado de una vez por todas.

VIERNES 12
Tras dos primeros días entre semana, el viernes preferimos acudir un poco más tarde y arrancar con Unknown Mortal Orchestra. El rock psicodélico y experimental de los neozelandeses corría el riesgo de atragantarnos, pues no teníamos la cabeza para muchos trotes. No obstante, desde la distancia y a la sombra, poco a poco nos fueron embriagando con su peculiar groove. Sobrios y elegantes, terminaron enganchando incluso a quienes ya estaban esperando a Måneskin pegados a la valla.

Nos disponíamos a realizar nuestra primera incursión en las carpas destinadas principalmente a los artistas nacionales. Cuando entramos en una de ellas, PI LT. se encontraban finalizado su set. Les habíamos visto semanas antes en el Azkena Rock Festival, por lo que sabíamos de sobra que su regreso se ha producido en la mejor de las formas. ‘Hil Da Jainkoa’ y ‘Jo!’ resonaron con contundencia ante un público en busca de otras alternativas menos populares. Y, ¿por qué no decirlo?, también de un poco de aire acondicionado.

Foto Gilipojazz: Bárbara Téllez

En la “sala” contigua se formó una cola realmente impresionante para entrar a ver a Gilipojazz. Por aquí ya hemos dado buena cuenta de este power trío asentado en la capital y confirmamos que encima de un escenario ganan muchísimo. Según los últimos sondeos oficiales, su música es instrumental en un 83% y cantada en un 17% , aunque visto lo visto, sospechamos que también hay un alto porcentaje de cachondeo. Tanto Iker, Pablo como Ángel van sobrados técnicamente y ejecutan esas cabriolas a medio camino entre el funk, el metal y el progresivo con insultante desparpajo y precisión relojera. Además de las virguerías que esconden ‘Payasos’, ‘Sandwich’ e ‘Iker Me Debe Un Café’, los tíos saben como engancharte a cada gesto. Con un segundo trabajo en el horizonte, estamos ante otro nombre que sin duda dará de qué hablar en los meses venideros.

Black Pumas se nos habían escapado varias veces en el pasado. La última precisamente en el Mad Cool de 2022, cuando tuvieron que cancelar su participación al haber contraído el COVID. Por tanto, vinieron a resarcirse y de qué manera, porque entregaron otro de los concierto más destacados de esta edición. Como las buenas bandas de soul, sus temas ganan en empaque cuando se traducen encima de un escenario. Su último Chronicles Of A Diamond no ha acabado de estar a la altura de su fantástico debut, pero eso tiene fácil arreglo cuando cuentas con un pedazo de frontman como Eric Burton. Su compinche Adrian Quesada prefiere quedarse en la sombra manejando la sala de maquinas y lo entiendo, pues intentar robarle los focos sería una insensatez. Desde que apareció en escena , Burton se ganó el favor de todos con una sonrisa contagiosa, una presencia arrebatadora, unos pasos de baile envidiables y una garganta privilegiada. Así fue más fácil que ‘Fire’, ‘Ice Cream (Pay Phone)’, ‘More Than A Love Song’, ‘Know You Better’ o esa gema redondísima titulada ‘Colors’ les coronaran como la mejor representación soulera que vimos durante el fin de semana. Maravillosos.

Foto Sum 41: Bárbara Téllez

Todavía nos cuesta creer que Sum 41 vaya a decir adiós en apenas un par de meses. Primero, porque todos somos conscientes de que su separación tiene fecha de caducidad. Y segundo, porque ahora mismo son realmente complicados de batir en directo. A estas alturas les hemos visto tantas veces que nos sabemos su concierto de memoria. El tridente inicial con ‘Motivation’, ‘The Hell Song’ y ‘Over My Head (Better Off Dead)’ es de los que te ponen las pilas en un santiamén activando el pogo. A partir de ahí, los canadienses van oscilando entre las dos vertientes que tan bien han sabido resumir en Heaven x Hell. Aunque hay que señalar que la más metalera estuvo presente con ‘We’re All Too Blame’ y ‘Rise Up’, el pop punk de ‘Underclass Hero’, ‘Walking Disaster’, las nuevas ‘Landmines’ y ‘Dopamine’, o una ‘Makes No Difference’ rescatada del baúl de los recuerdos, se acabó imponiendo.

Se podrá echar en cara a Deryck Whibley que siempre tire de los mismos trucos. Que si nos hace sacar los móviles para ‘With Me’, que ahora cuela los riffs de ‘Smoke On The Water’ y ‘Seven Nation Army’ previamente a encarar ‘Pieces’, o nos obliga a agacharnos para volver a brincar con la versión acelerada del ‘We Will Rock You’ de Queen. Todo eso lo hemos visto demasiadas veces, pero lejos de parecer previsible, siempre consigue que acabes picando. Como los grandes doctorados en el género que son, nos dijeron “hasta luego” (ya saben que en noviembre harán las dos últimas fechas en nuestro país con dos incunables de la talla de ‘In Too Deep’ y ‘Fat Lip’ que nos quitaron varios años de encima a base de botar. Sin esperarlo, se guardaron un último cartucho en forma de ‘Still Waiting’ para, entonces sí, abandonar la escena del crimen. El mismo concierto de siempre. El mismo triunfo de siempre.

Foto Maneskin: Bárbara Téllez

Imagino que no debo ser el único que pensó que Måneskin caerían en el más absoluto de los olvidos a los pocos días de haberse alzado como ganadores de Eurovisión en 2021. Buenos, pues la realidad tres años después es que los italianos no solo siguen aquí, sino que están encabezando todo un Mad Cool. Habrá quienes quieran negar la mayor (yo mismo admito que no son de mi agrado), pero es evidente que hay algo más que un mero producto de marketing para que el grupo haya logrado sobrevivir al efímero éxito eurovisivo al que otros tantos suelen sucumbir. Ese “algo más” se comprende a la perfección en cuanto les ves en directo. Ahí no hay ni trampa ni cartón. Es verdad que Damiano David es el principal reclamo, sobre todo para el sector femenino, pero es que sus compañeros Victoria De Angelis y Thomas Raggi también se esfuerzan en llenar el escenario. Sumas unos singles de pop rock facilón pero tremendamente efectivos como ‘Gossip’, ‘Supermodel’, ‘Zitti E Buoni’, ‘I Wanna Be Your Slave’, o la sobadísima cover de ‘Beggin’’, además de saber defenderlos con solvencia, y ya lo tienes. Se les podrá acusar de prefabricados y excesivamente estudiados para llegar a las masas, y puede que hasta haya algo de verdad en ello. Pero mientras hemos visto a muchas bandas de corte juvenil similar hacer aguas cuando toca dar el callo en directo, los romanos cumplen con creces en su propósito. Gustarán más o menos, pero ahora ya nadie se atreve a pronosticar hasta cuando podrán seguir estirando el chicle.

SÁBADO 13
Había interés por chequear a The Warning, por lo que volvimos a acudir a Villaverde a primera hora desafiando el calor una tarde más. Estas tres hermanas mexicanas llevan ya un tiempo escalando como uno de los nuevos talentos dentro del rock alternativo más cañero. Los temas de su nuevo y recién salido del horno Keep Me Fed (‘S!CK’, ‘MORE’, ‘Burnout’, ‘Consume’, ‘Qué Más Quieres’, ‘Hell You Call A Dream’), además de otros como ‘MONEY’ y ‘Narcisista’, evidencian que han mamado muchísimo de la música publicada en las dos últimas décadas. En más de un momento no pude evitar pensar en una versión femenina de los primerizos y más contundentes Muse. Insultantemente jóvenes, a las Villaverde les espera un futuro brillante si logran dar los pasos adecuados. A pesar de su edad, ya tienen tablas suficiente para defenderse dentro de un gran evento.

Foto Nathaniel Rateliff: Bárbara Téllez

Desde que le descubriera con su primera referencia homónima acompañado de The Night Sweats que llevaba años esperando para ver a Nathaniel Rateliff. Concretamente no nos visitaba desde el lejano 2016. Confiemos en que no vuelva a tardar tanto, ya que el de St. Louis llegó cargado de todo el rollazo del mundo, una banda rodadísima y una colección de canciones esplendidas. El nuevo South Of Here apenas pasó de puntillas por el setlist con una inicial y muy Elton John ‘David And Goliath’, ‘Heartless’ y ‘Get Used To The Night’, por lo que disfrutamos de un repaso por todo su catálogo. ‘I Never Get Old’, ‘I’m On Your Side’, ‘You Worry Me’ recogieron todo lo bueno de la música americana del último medio siglo. Hay mucho de soul (esa sección de vientos), de country-folk y, por supuesto, algo de rock and roll. Que en la recta final atacara con una soberbia versión de ‘Dancing In The Dark’ de Bruce Springsteen, su mega-hit ‘S.O.B.’ y una arrolladora ‘Love Don’t’, hizo que pasara de ser un gran concierto a entrar directamente en nuestro podium particular. Necesitamos verle con urgencia en una sala.

Foto Fuet!: Bárbara Téllez

Mientras todo el festival se preparaba para recibir a Avril Lavigne, nosotros volvíamos a refugiarnos en una de las carpas. Y es que en la ruta teníamos apuntado en rojo el nombre de Fuet!. Ya hemos venido relatando su peculiar historia cuando sorprendieron a todos los que estuvimos presentes en el festival El Underground en lo que tenía que haber sido su primer y último concierto. Contra todo pronóstico, año y medio después la bola de nieve ha echado a rodar de tal manera que han acabado colándose en el Mad Cool tras ganar el concurso de bandas. Apenas era su cuarto bolo, pero se encontraron con un ambiente de máxima expectación por ver si el hype estaba justificado. Nosotros no teníamos duda alguna de lo que nos esperaba y así fue. Los singles más recientes que han ido estrenando en estas últimas semanas, ‘Green Lights’ y ‘Becoming A Ghost’, apuestan por el hardcore más aguerrido y gritón a lo Turnstile o Refused. Sin embargo, escuchando el nuevo material que presentaron en primicia, se intuye que su fórmula esconde más variantes de las que pueda parecer en un primer acercamiento. La atmósfera se fue caldeando y los moshpits y circle pits no tardaron en hacer acto de presencia. Además, contar con un frontman de la presencia de Rubén Armisén, quién no dudo en bajar a la pista pie de micro en mano protagonizando la estampa más memorables de su actuación, les sitúa un peldaño por encima de la media. Les queda mucha piedra por picar y mucha gente ante la que presentarse, pero un bombazo de banda como esta merece todo lo bueno que le pase.

Foto The Gaslight Anthem: Bárbara Téllez

La última vez que pude ver a The Gaslight Anthem fue en el Azkena de 2013. En esa década de separación muchas cosas han cambiado. Desde luego, ni Brian Fallon ni yo somos las mismas personas de entonces. Por eso desconfiaba ante lo que me iba a encontrar. Igual que volver a ver a un viejo colega con el que ya no tienes relación alguna, sentí una rara sensación de frialdad en los primeros compases. Fallon apareció con la voz muy tocada y sin estar para muchos alardes. Confesó que se había puesto enfermo el último día de gira, pero eligió tocar en lugar de subirse al avión de vuelta a casa antes de tiempo. Un gesto de honestidad que se agradece, pero dolió verles en semejante estado. A ‘’45’, ‘American Slang’, ‘Spider Bites’, ‘History Books’ y ‘Miles Davis And The Cool’ les faltó ser interpretadas con la tensión y vigor que merecen unas canciones que han significado tanto para algunos de nosotros. Por contra, la banda tocó con actitud funcionarial haciendo el mínimo esfuerzo (tampoco es que antaño fueran la alegría de la huerta, pero…). Aún con todo, la magia de la nostalgia acabó surgiendo y a partir de una magnífica ‘Muholland Drive’, el concierto empezó a ser otro. Tirando de orgullo y dignidad, consiguieron despertarnos con ‘Howl’, enamorarnos de nuevo en ‘Blue Jeans & White T-Shirts’ y ‘Mae’ o arrastrarnos hasta las primeras filas para cantar ‘Great Expectactions’ y ‘The ‘59 Sound’ con el puño en alto, la garganta al máximo de volumen y el corazón bombeando con fuerza. Como diría Tom Petty: incluso los perdedores tienen suerte de vez en cuando.

No es de extrañar que con los años The Killers se hayan convertido en una opción socorrida para los promotores. Los de Las Vegas reúnen todo lo que gusta en este tipo de saraos. Canciones que todo el mundo conoce al dedillo, un vocalista enérgico y carismático y un despliegue de medios apto para todo tipo de públicos. Con todo esos requisitos, la partida está ganada de antemano. Brandon Flowers parecía un Ken con chaqueta americana, exultantemente juvenil aprovechando cada momento que no tenía que acudir a los teclados para subirse a las plataformas y comandar a las masas. Es uno de esos tipos que parece encantado de echarse todo el peso de un concierto a sus espaldas. Respaldado por esa catarata de grandes éxitos pensados para ser interpretados en estadios (‘When You Were Young’, ‘Spaceman’, ‘Shot At The Night’, ‘Somebody Told Me’, ‘Runaways’) replicaron el guión establecido al pie de la letra. Su mayor improvisación fue subir a un fan para que les acompañara a la batería en ‘For Reasons Unknown’. El chaval superó la prueba con sobresaliente ante el jolgorio generalizado. El guitarrista Dave Keuning se ausentó siendo sustituido brillantemente por Taylor Milne. Ya en el tramo final metieron la directa con himnos irresistibles de la talla de ‘All These Things That I’ve Done’, ‘Human’ y la inevitable ‘Mr. Brightside’ para convertir el recinto entero en un karaoke enorme. Poco importa lo mucho o poco que simpatices con ellos. Es imposible que asistas a un concierto de The Killers sin acabar canturreando al menos un par de temas.

Quedaban algunos escenarios en activo antes del toque de queda, pero decidimos emprender el camino de vuelta a casa agotados aunque arrojando un balance favorable que aparentemente apunta a que (por fin) Mad Cool ha encontrado el equilibrio necesario para que todos salgamos contento en lugar de perjurar que no volveremos a repetir al año siguiente. Crucemos los dedos para así sea de ahora en adelante.

GONZALO PUEBLA