FECHA: 26 DE FEBRERO DE 2025
LUGAR: SALA APOLO (BARCELONA)
PROMOTOR: MADNESS LIVE!

Fuera quien fuese el ideólogo detrás de este ‘Campaign For Musical Destruction Tour 2025’, los propios Napalm Death, su agente o su management, se merece un aplauso. Acostumbrados a que muchas veces estos paquetes tengan más que ver con un intercambio de favores o con simplemente sacarle los cuartos a bandas necesitadas de tocar para un público mayor del que tendrían si giraran por su cuenta, la presencia de Crowbar, Full Of Hell y Brat ofrecía un cartel bien equilibrado con coherencia artística y valor añadido para cualquiera interesado en el metal extremo. La excelente entrada que registró la sala Apolo demostró que cuando las cosas se hacen bien, el público responde.

Lo que no es tan conveniente es que las restricciones horarias impuestas por las sesiones de club posteriores (por otra imprescindibles para la rentabilidad de cualquier sala), obligaran a que Brat saltaran al escenario a las seis de la tarde. Aun así, yo que llegue cuando solo les quedaban tres temas, me sorprendió lo llena que ya estaba la pista siendo a esas horas siendo una jornada laborable. No voy a poder explayarme, pero lo poco que vi, me gustó. El combo de New Orleans llamó la atención el año pasado con su debut Social Grace por su grindcore bien burro, pero también, no nos engañemos, por su estética y actitud poco ortodoxa dentro del género. La utilización del color rosa en su logo, que suene samples de Britney Spears o ABBA entre canciones y que la vocalista Liz Selfish se mueva por el escenario como si fuera una cheerleader, mientras escupe su áspero growl en el micro, los convierte en una banda diferente y entretenida.

Foto Full Of Hell: Eric Altimis

A Full Of Hell había podido verles cuando tocaron con Immolation en la sala Bóveda en 2018, y hay que ver lo mucho que han mejorado desde entonces. Si siete años atrás me parecieron excesivamente herméticos y estáticos, en esta ocasión nos apabullaron con una actuación memorable. Dylan Walker no se limitó a parapetarse detrás de la mesa desde la que dispara los efectos electrónicos -incluido un extraño micro con apariencia de alcoholímetro que no acabó de funcionar- sino que se mostró comunicativo y ejerció de frontman acercándose a las primeras filas.

En apenas media hora despacharon una quincena de canciones, incluidas varias de su último Coagulated Bliss, con una potencia bestial impulsados por el trabajo extraordinario del batería David Bland. A pesar de lo radical de su propuesta, aquello no fue un galimatías sin sentido, sino que nos arrastraron por los recovecos de su catálogo, desde la violencia sin paliativos de ‘Deluminate’ al hardcore de ‘Transmuting Chemical Burns’ (donde no sonaron muy lejos de los Dead Cross de Mike Patton) al math metal pasado de vueltas de ‘Schizoid Rupture’. Sin renunciar a nada, los de Maryland hicieron honor a su nombre con un set infernal y a la vez engancharon, seguro, a quienes ni sabían de su existencia.

Foto Crowbar: Eric Altimis

Tras la avalancha de Full Of Hell, los ritmos lentos y pesados de Crowbar fueron un bienvenido cambio de registro. Comandados por Kirk Windstein, uno de los popes del sludge de Louisiana con cada vez más pinta de haber salido de una escena de El Señor De Los Anillos, nos partieron en dos con el riff de ‘To Build A Mountain’ de su Sonic Excess In Its Purest Form de 2003. Con 35 años de carrera a sus espaldas -si bien Windstein es el único miembro original que queda- la banda transmite un aplomo envidiable. Se enchufan, tocan y se largan a la siguiente ciudad sin esperar nada más que poder seguir tocando una noche más. Pero el peso de la historia, y ese tono de guitarra tan reconocible, les acompaña, y el público les correspondió con un cariño que pareció sorprender a los propios músicos. No es para menos, el ritmo trotón de ‘Chemical Godz’, la aplastante ‘Like Broken Glass’, la aparición de Shane Embury de los Napalm para cantar en ‘High Rate Extinction’ o la final o ‘All I Had (I Gave)’ fueron argumentos de peso para rendirse a su buen oficio.

Foto Napalm Death: Eric Altimis

Por fin parece que el estatus de Napalm Death como institución dentro del metal extremo se corresponde con la cantidad de entradas que venden. Aunque siempre han tenido su parroquia de fieles, en los últimos años el reconocimiento se ha extendido a un público que no había nacido cuando debutaron con Scum en 1987. Pero lo mejor de todo esto es que, les hayas visto decenas de veces o sea la primera, te encuentras con una banda enérgica y vital que, lejos de vivir de rentas, está en plena forma con un ‘Barney’ Greenway muy motivado que nos deleitó una vez más con sus desgarbados bailes.

Sin desmerecer ninguna de sus visitas anteriores, fue un auténtico lujo poder disfrutarles con la excelente acústica de Apolo. Nunca la torrencial ‘Silence Is Deafening’, que abría The Code Is Red – Long Live The Code de 2005, ‘Lowpoint’ de Inside The Torn Apart de 1997, ‘Vision Conquest’ de Harmony Corruption de 1990 y ‘Cointagion’ de Throes Of Joy In The Jaws Of Defeatism de 2020, habían sonado con tan atronadores y nítidos como esta noche. Como si hubieran lanzado una bomba de neutrones, los de Birmingham podrías haberse retirado tras esta ráfaga inicial, y ahí no hubiera quedado nadie en pie. Pero quedaba más, mucho más, elevando al batería Danny Herrera a la categoría de atleta.

Foto Napalm Death: Eric Altimis

A lo largo de una veintena de canciones más, si no me fallan las cuentas, Napalm Death dejaron patente que son mucho más que una banda de grindcore por más que en ‘Retreat To Nowhere’ o ese mini set dedicado a su primer disco casi al final con ‘Scum’. ‘Prison Without Walls’ y el eructo ‘You Suffer’ lo reivindiquen. En temas como ‘Resentment Is Always Seismic’ o ‘Amoral’, con el estoico Shane Embury complementando la voz principal, suenan como una versión atómica de Killing Joke, en ‘Necessary Evil’ rivalizan con Pantera en su propio terreno y en ‘The World Keeps Turning’ se la sacan haciendo death metal.

Dado que no siempre es posible descifrar qué está cantando, ‘Barney’ dejó claro donde se sitúan políticamente mandando «a la mierda al partido Vox» en perfecto castellano en un par de ocasiones. La segunda vino seguida de su furiosa versión de ‘Nazi Punks Fuck Off’ de Dead Kennedys, que por enésima vez encendió el pogo, y rematar la faena con ‘Unchallenged Hate’ de su segundo álbum From Enslavement To Obliteration. ¿El mejor concierto de Napalm Death en Barcelona? Si no lo fue, se le pareció mucho.

JORDI MEYA