LUGAR: ESTADIO METROPOLITANO (MADRID)
FECHA: 23 DE JUNIO DE 2023
PROMOTOR: DOCTOR MUSIC
Desde que echaran a rodar allá por 1994, Rammstein se han acostumbrado a viajar con la polémica en la maleta. Ya fuese por el contenido provocador de sus letras, unos videoclips impactantes o unas puestas escénicas cada vez más espectaculares, el cuadro alemán jamás ha dejado indiferente tanto a propios como a extraños. Se podría decir incluso que se han sentido cómodos en ese tesitura a lo largo de su carrera, consiguiendo que la controversia jugara siempre a su favor. Al menos hasta ahora…
Como ya sabréis a estas alturas, en las últimas semanas el escándalo ha vuelto a salpicar a la banda de una forma que tal vez ellos mismos no esperaban. A finales de mayo y tras iniciar su actual gira europea en Vilna (Lituania), aparecía en las redes el testimonio de una fan irlandesa llamada Shelby Lynn en el que aseguraba haber sido reclutada por la crew del grupo para asistir a una fiesta posterior al concierto. En su relato, la joven de 24 años afirmaba haber sido drogada y, tras negarse a mantener relaciones sexuales con el cantante Till Lindemann, despertarse al día siguiente en la habitación de su hotel con varias heridas y moratones por todo el cuerpo.
Una acusación a la que no tardaron en sumarse las de otras mujeres asegurando haber sufrido abusos a lo largo de los años utilizando prácticas similares. Si bien en un primer instante la formación negó todos estos hechos en un escueto comunicado, la bola de nieve comenzó a engordar hasta tal punto que la Fiscalía alemana ha decidido investigar el caso, al tiempo que los efectos de la llamada cultura de la cancelación no se hacían esperar. Su discográfica, la multinacional Universal, optaba por detener toda actividad promocional relacionada con el conjunto germano, de igual modo que la empresa Riggingwerk, encargada de la producción de sus shows, anunciaba que dejaba de trabajar con ellos. También la editorial Kiepenheuer & Witsch, responsable de haber publicado varios libros de poesía de Lindemann, rompía la relación profesional que mantenía con el frontman.
Con un ambiente tan enrarecido como tóxico sobrevolando su nombre, Rammstein han preferido huir hacia adelante y proseguir con la hoja de ruta establecida para este verano que les llevará por estadios de todo el viejo continente hasta primeros de agosto. Ninguna fecha se ha cancelado por el momento y el tour ha seguido con normalidad a pesar de todo el ruido generado durante el último mes. Algo que tampoco pareció afectar a la única fecha en España programada en el Metropolitano de Madrid.
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Desde que pisamos los aledaños del feudo rojiblanco, vimos una oleada de fans (tanto hombres como mujeres de todas las edades) ataviados con camisetas del grupo y la estética gótica-industrial de la que siempre han hecho gala. Nada que difiriese a lo que sería un concierto normal de cualquier otra formación tan gigantesca como ellos. Lo que sí me chocó ligeramente ya una vez tomado asiento en la grada, fue percatarme de que por los altavoces del estadio estaban sonando canciones de la propia banda mientras se proyectaban algunos de sus videoclips más reconocibles por las pantallas para hacer más llevadera la espera.
Un detalle un tanto egocéntrico que se acentuó todavía más con la elección de Abélard como aperitivo previo. El dúo formado por dos pianistas se dispuso a interpretar diferentes versiones instrumentales de varios de los hits de los protagonistas de la noche. La verdad que costaba reconocer algunas melodías como las de ‘Mutter’ o ‘Sonne’, del mismo modo que su ubicación en un escenario situado a mitad de pista y sin excesiva iluminación teniendo en cuenta que todavía se disfrutaba de luz natural a esas horas de la noche, no hacía sino dar la sensación de que más que un telonero lo que estaba sonando era música de fondo. Lejos de meterse en situación, el público aprovechó lo insustancial de su actuación para ir al baño o hacer cola en las barras.
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Con bastante retraso sobre lo esperado y ya con el cielo oscurecido, el sexteto asaltaba el imponente escenario de estética industrial a todo volumen atacando los primeros compases de ‘Rammlied’. Con un vestimenta que parecía sacada del vestuario de una película de Mad Max, los alemanes no sembraron duda alguna sobre lo que iban a ofrecer a lo largo de la noche al estampar una rotunda ‘Links 2 3 4’ que nos hizo entrar en calor sin recurrir a las llamas. Estas llegarían más adelante en ‘Mein Herz Brennt’ con Till, bengala en mano, previo paso por títulos tan bien recibidos como la recuperada ‘Bestrafe Mich’ tras más de dos décadas sin salir del banquillo y una ‘Sehnsucht’ que tampoco necesitó de artificios para percutir cual martillo pilón.
Más discretos aunque efectivos fueron los temas elegidos de sus últimos trabajos (el homónimo de 2019 y Zeit del pasado curso). Sobresalió ‘Puppe’ por su puesta en escena con un diabólico carrito de bebé al que Lindemann no dudó en prender fuego y que junto a una lluvia de confeti negro ayudó a crear una imagen tan aterradora como bella. Algo similar a lo que veríamos poco después en ‘Mein Teil’, con el ya conocido número en el que el cantante “cocina” al teclista Flake Lorenz con una serie de lanzallamas a cada cual más ridículamente exagerado.
Dentro de toda esa colección de gimmicks que tan bien saben utilizar desde hace años, llamó la atención la performance durante el remix de ‘Deutschland’. Mientras el guitarrista Richard Z. Kruspe (con el que brindarían más tarde por su 56º cumpleaños) ejercía de DJ, el resto de sus compañeros danzaban una extraña coreografía embutidos en unos monos que reflectaban la figura de un garabato. Un momento tan freak como desconcertante para dar paso a la propia versión de ‘Deutschland’, que sí marcó el punto de inflexión en un concierto que ya no paró de subir en grados de temperatura e intensidad.
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Fue a partir de entonces cuando comenzó a sucederse la batería de temazos con toda la piroctenia habitual. Las llamaradas de ‘Sonne’ bien podrían haber servido para montar una barbacoa allí mismo, igual que tampoco faltaron a la cita el arco de ‘Du Riechst So Gut’, las guitarras con lanzallamas incorporados en ‘Rammstein’ o la traca de petardos digna de unas Fallas de ‘Du Hast’. Las que sí se ausentaron esta vez fueron ‘Pussy’ y su cañón fálico de espuma (intuimos que su expulsión del setlist se debe a evitar herir sensibilidades dados los últimos acontecimientos) y las incendiarias alas de ‘Engel’. En su lugar, el grupo apareció sobre el escenario secundario acompañado de Abélard para acometer una bonita revisión de la misma. Su regreso al principal no pudo ser de otra forma que con otro ritual que llevan practicando desde tiempos inmemoriales como la travesía en barcas hinchables surcando la marea de público hasta alcanzar la “orilla”. Ya una vez en tierra firme, interpretaron ‘Ausländer’ y una solemne ‘Ohne Dich’.
Con ‘Ich Will’ acabando por vaciar todo el combustible que restaba en los tanques, se despidieron con ‘Adieu’ y quién sabe si, tal y como está el patio, por última vez de nuestro país. Lo que sí es seguro es que las tensiones y trapos sucios que puedan existir a nivel interno se lavan de puertas para dentro. Como los buenos equipos en momentos de crisis, Rammstein hablaron en el terreno de juego saliendo victoriosos del Metropolitano. Y es que por muy grande que sea la tormenta, parar una maquinaria de este tamaño cuando está en pleno funcionamiento debe suponer unas perdidas millonarias. De momento, el espectáculo continúa. Veremos hasta cuándo.
GONZALO PUEBLA