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Crónica – Sonata Arctica (Madrid)

Siguen funcionando muy bien y el setlist no resintió la emoción.

FECHA: 4 DE DICIEMBRE DE 2019
LUGAR: SALA MON (MADRID)
PROMOTOR: MADNESS LIVE!

Con apenas un par de días de antelación, la promotora avisaba del cambio de sala: de la siempre conocida La Riviera hasta la sala Mon, espacio que en los últimos meses está recibiendo a algunas de las bandas que más alegrías nos están dando en el mundillo del rock y metal. Este cambio, lejos de tomarse como una oportunidad de ver a Sonata Arctica en un lugar cercano, casi de los de tú a tú con la formación, disparó todas las alarmas: si el último disco tampoco es que sea para tirar cohetes, ¿qué nos íbamos a encontrar la noche de marras?

Sin duda, quienes pagaron el pato escénico fueron las bandas de apoyo en este tramo. El escenario de Sonata se comía todo el espacio, dejando a los dos teloneros, Temple Balls y Edge Of Paradise, con la distancia justa entre sus componentes y la batería para hacer valer su show ante el público que, siempre fiel a los de Kakko, ya se congregaba en la puerta una hora antes de abrir las puertas de la sala.

A Sonata Arctica les hemos visto capaces de lo mejor y de lo peor en unos periodos de tiempo muy breves; en esta ocasión, pese al percance de la sala, el sonido de las dos descargas previas anticipaba una noche de alegría para sus seguidores, pero como es bien sabido, nunca llueve a gusto de todos y en ello nos detendremos en su debido momento.

Temple Balls salían justitos, casi imberbes ellos, y con ganas de comerse la sala, ya a la mitad de aforo. Practicando un hard rock poisonero, que tan divertido resulta cuando uno sale de fiesta pero que si sólo se limita a encadenar chascarrillos puede no terminar de cuadrar a quienes lleven disfrutando de este rollo unos cuantos lustros, hicieron todo lo que pudieron para paliar los altibajos que sufrieron en la parte vocal en casi toda su actuación, tan necesaria del apoyo en los coros y al tratarse en su caso de un registro que trata de sonar lo más crudo posible.

Repartieron el setlist entre sus dos LPs lanzados al mercado, siendo variado y divertido. A saber: ‘Infinity’, ‘Off The Grid’, ‘Distorted Emotions’, la pegadiza ‘Pauline’, la espesa ‘Ball And Chain’, la tan coreable ‘Hoist The Colors’, ‘Let’s Get It On’, ‘Kill The Voice’ y su lección de ABC de hard rock en forma de ‘Hell And Feelin’ Fine’.

Como en sus últimas giras, el siguiente telonero cambiaba de tercio por completo, pasando a un heavy metal industrial y electrónico. Si además le sumamos que Edge Of Paradise cuenta con una carismática frontwoman cargando con todo el peso de la banda y que los elementos programados, distorsiones de voz y bases electrónicas son marca de la casa, tienen todas las papeletas para recoger los comentarios más desagradables de los sectores más intolerantes.

Lo cierto es que estos estadounidenses llevan partiéndose la espalda unos cuantos años y parece que ahora despegan, en paralelo con tantas otras bandas que ofrecen ahora las mixturas sonoras con las que ellos también juegan. Con más espacio sobre las tablas seguro que se habrían sentido mucho más cómodos, pero su vocalista hizo de tripas corazón y no dejó que eso le impidiese repartir por todos los metros disponibles sus bailoteos, posturas y jugueteos con el público.

Descargaron en sus ajustados minutos de show sus temas ‘Universe’, ‘Fire’, ‘Stars’, ‘Electrify’, ‘Face Of Fear’ y ‘Alone’, todos de su último disco, muy definitorios del estilo que practican, muy necesitado de arreglos en vivo, pero muy exóticos. La base rítmica resulta súper sugerente y el chorro de voz de Monet en todas ellas se percibía siempre por encima de los arreglos de mesa con los que trabajaban, sin que el resto de componentes destacasen por nada en especial, siendo todo correcto y eficaz. Con ‘Dust To Dust’ ofrecieron un corte sólo recogido en un EP para volver sobre ‘Perfect Disaster’, también de este año, y acabar interpretando la tranquila ‘In A Dream’ de su anterior trabajo como guiño a sus seguidores ya instalados.

El turno de Tony, Henkka y compañía llegó pasadas las nueve de la noche, sonando de fondo la fanfarria que Alan Silvestri compuso para Regreso Al Futuro. ¿Una señal de lo que nos esperaba o simple guiño tontorrón de los que suelen regalarnos en sus directos? El caso es que desde el primer momento quedó claro que ésta iba a ser una noche para reivindicar sus últimos discos, sin ningún tipo de reparo ni vergüenza, acompañándoles además el sonido en todo momento y dejando unas interpretaciones de lujo para casi todos sus temas.

Las paladas de arena fueron las obvias: cuando Sonata Arctica decide centrar el repertorio en su material más actual nunca tienen espacio para que suenen más de dos o tres clásicos de la banda, y jamás a gusto de todos. El espacio, sin duda, a rebosar ya en esos momentos de fanáticos de todas las edades, muestra de los veinte años que lleva este grupo descargando power por los escenarios.

Repartieron el inicio del show entre sus tres últimos discos con ‘A Little Less Understanding’, ‘Closer To An Animal’, ‘WhirlWild’ y ‘The Day’, rompiendo ésta la dinámica al llegar hasta la reivindicativa ‘I Have A Right’, uno de sus últimos clásicos modernos. Volvieron a su último trabajo con ‘Cold’ y ‘Storm The Armada’ para sorprender de nuevo con la efectivísima ‘X Marks The Spot’ hasta dar paso a la nuevamente tranquila ‘Who Failed The Most’, temas los que Henkka se dio el lujo de hacer algunas florituras con los teclados y dejando ver, escasos segundos, su reconocible keyguitar.

El siguiente tramo de la noche se centró en contentar a la vieja guardia de fans, con tres temas seguidos procedentes de sus dos primeros discos: ‘Tallulah’, recuperada desde hace tiempo -por lo que ya no es sorpresa-, la veloz ‘Black Sheep’, que destrozaron sin miramiento, y la siempre obligada ‘Fullmoon’, por la que tratan de pasar siempre de puntillas, cada vez más acelerada, debido tal vez al hartazgo de tener que tocarla sí o sí allá donde les llaman.

Hecha la parada de rigor en su etapa del género más ortodoxa, volvieron a sus fueros experimentales con la espectacular ‘Losing My Insanity’, con la que coincidimos todos los presentes en que es un tema que puede recuperar cualquier altibajo previo y nos vimos despejando la sala tras la descarga de la preciosa y también reivindicativa ‘Life’.

La hora y media justita, más dos bandas previas que hicieron lo que pudieron por culpa del cambio de sala, a 30 euros la entrada, no termina de cuadrarnos a muchos, menos siendo un concierto entre semana y de los de recoger pronto. A favor de la noche que vivimos hay que decir que Sonata Arctica se desenvuelven muy bien en los recintos de mediano aforo y que resultaron hasta mucho más cercanos que en otras ocasiones (a excepción de Kakko, que ya sabemos que no para), contando con un sonido estupendo (nada que ver con lo que muchos fans sufrieron en el Z! Live de Zamora, con la famosa petada de mesa de mezclas) y un repertorio sólo cuestionado por los más cabezones.

Siguen funcionando muy bien y el setlist, aunque pueda parecer mentira, no resintió la emoción del show a pesar de centrarse en su etapa moderna. Para una noche de clásicos (que las han tenido, y vaya si éstas fueron memorables) habrá que esperarles en posteriores giras; esta actuación, por lo menos, resultó mucho más natural y menos a piñón fijo que las vistas en otras ocasiones, y eso siempre es de agradecer en músicos de su categoría.

SAMU GONZÁLEZ