FECHA: 10 DE NOVIEMBRE DE 2022
LUGAR: PALAU SANT JORDI (BARCELONA)
PROMOTOR: LIVE NATION

The Cure es un grupo que cuenta con fans de esos que viven la banda como una religión. No es mi caso. Aunque me gustan, nunca he sentido esa conexión emocional necesaria para colocarlos en la lista de grupos de mi vida. Sin embargo, aprecio sus discos y siempre que he tenido la oportunidad de verles en directo he disfrutado de sus conciertos. El del pasado jueves en un abarrotado Palau Sant Jordi con 17.000 personas no fue una excepción. Incluso diría que fue mi favorita.

Parte de que me gustaran más fue que, a estas alturas, ya estoy familiarizado con el guion con el que suelen construir sus shows. Son conciertos largos, muy largos, sobrios visualmente, y en los que premian su material más reciente o el menos accesible durante un 80% para acabar despachando algunos de sus hits más conocidos del tirón en un subidón final en el que público puede liberar la tensión acumulada. El secreto consiste, básicamente, en dejarse llevar y que ellos hagan el resto. En esta ocasión rubricado además de un sonido con una mayor pegada, sobre todo en la batería de Jason Cooper, y un Robert Smith que vocalmente brilló durante las 2 horas y 45 minutos que estuvieron en el escenario. Si bien las pantallas gigantes traseras evitaban mostrar primeros planos del cantante, su voz sí que tenía prioridad en la mesa de mezclas.

Foto: Eric Altimis

A pesar de que su nuevo disco, Songs Of A Lost World, previsiblemente no verá la luz hasta 2023, a lo largo de este ‘Lost World Tour’, The Cure han ido estrenando varias de sus canciones. En Barcelona sonaron hasta cinco, ‘Alone’, con la que abrieron’, ‘Endsong’, ‘And Nothing Is Forever’, ‘I Can Never Say Goodbye’ y ‘A Fragile Thing’. Por lo escuchado se viene un álbum en el que han mantenido el sonido clásico del grupo y con cierta tendencia a la balada. En particular, ‘And Nothing Is Forever’ me pareció que casi tenía aires de ‘November Rain’ por el dominio de unos acordes de piano épicos y los arreglos de cuerda. La incorporación de nuevo material dice mucho a su favor, y todavía más que no desentonara a lado del resto del repertorio.

Aunque como decía el grupo suele reservar los hits para el final, la segunda canción fue ‘Pictures Of You’ y la cuarta ‘Lovesong’, e incluso la arrebatadora ‘A Forest’ sonó dentro del set principal, cuando se llevaba poco más de una hora, haciendo que el concierto estuviera mucho mejor equilibrado que en otras ocasiones, y con temas como ‘Push’ de The Head On The Door, coreada como si fuera un himno de fútbol, o ‘Shake Dog Shake’ de The Top, aportando un plus de brío.

Foto: Eric Altimis

El reintegrado Simon Gallup -en agosto de 2021 anunció que dejaba el grupo harto de «traiciones», para volver ese mismo octubre- siguió fiel a su pose de rock star, subiéndose a los monitores y con el bajo a la altura de las rodillas, junto a Reeves Gabrels (otrora escudero de Bowie), discreto en presencia, pero impecable como guitarrista, y los teclistas Perry Bamonte y Roger O’Donnell tejieron el oscuro y frío tapiz sonoro que caracteriza al grupo hasta que, como esperábamos, destaparon su lado más pop en un segundo bis en la que enlazaron, ahí es nada, ‘Lullaby’, ‘The Walk’, ‘Friday I’m In Love’, ‘Doing The Unstuck’, ‘Close To Me’, ‘In Between Days’, ‘Just Like Heaven’ y ‘Boys Don’t Cry’. Puede que los chicos no lloren, pero Smith pareció realmente emocionado cuando, lentamente, con esa postura de niño de cinco años aburrido que va andando arrastrando los pies y balanceando los brazos, bajó del escenario mientras el público seguía adulándole como si hubiesen asistido a una resurrección.

JORDI MEYA