FECHA: 10/07/2022
LUGAR: TIGERS STADIUM-COMERICA PARK (DETROIT)
PROMOTOR: LIVE NATION
Está claro que el The Stadium Tour de 2022 no es el Texxas Jam de 1987 (en el que ya participaron Poison) o el Monsters Of Rock del 88, aunque el objetivo es el mismo: giras que recalaron en estadios de medio Estados Unidos ofreciendo una buena dosis de hard rock. El simple paso del tiempo, tanto para los que se suben al escenario como para el público asistente, puede haberlo convertido en un puro ejercicio de nostalgia, pero teniendo en cuenta lo que vi, también es evidente que atrae a nuevas generaciones con ganas de sonidos de guitarras.
Cada banda habrá tenido sus motivos para estar presente en este tour, o evento, porque esto es más que un simple concierto, pero para los fans es una oportunidad de pasar unas cuantas horas en algo parecido a un Disneylandia del hard rock. O al menos así me sentí yo. No importan los precios desorbitantes de los tickets, la cerveza a precio de oro o el del merchandising, como si se tratara de prendas de alta costura, el espectáculo está servido y hay que vivirlo.
En una ciudad como Detroit, donde la sensación de estar despoblada y de pobreza es importante, llama la atención que esta cita del Stadium Tour sea capaz de congregar a 40.000 espectadores. Durante las horas previas al show, los fans, en su mayoría de fuera de la ciudad, lucen orgullosos las camisetas de las bandas, muchas de ellas no oficiales con el lema ‘CRÜE is BACK!!!’.
Queda claro, que el gran reclamo era la vuelta de Mötley Crüe, pero no debemos olvidar el tirón de Def Leppard en tierras americanas. Sus camisetas abundaban sobre todo en el sector femenino, y si valoramos el aspecto musical, los ingleses optaron por tirar de la presentación de un nuevo álbum, Diamond Star Halos, en contra del formato grandes éxitos.
Una mala gestión de información de la organización, indicando que las puertas se abrían a las 15.30h (abrieron a las 14h), género que la actuación de los jovenzuelos Classless Act que empezó a las 15h fuera para un puñado de sillas y gradas vacías. Yo solo puede presenciar un tema desde el puesto de merchandising, insuficiente para valorar su propuesta de hard rock actualizado.
Joan Jett & The Blackhearts son un clásico y por si solos tienen su propio sector de fans que no dudó en ocupar sus asientos para disfrutar del show bajo el sol. La banda salió a por todas con un repertorio lleno de hits y la sonrisa eterna de Joan, dejando caer ‘Cherry Bomb’ como segundo tema. Quizás el incluir covers como ‘Light Of Day’ de Springsteen o el ‘Everyday People’ de Sly & the family Stone, en detrimento de temas propios, restó algo de empaque al set, pero ver como al sonar ‘I Hate Myself For Loving You’ todo el estadio se levantaba, dejaba claro el cariño que genera esta pionera del rock hecho por mujeres. No costaba imaginarse ese tema sonando en un tiempo muerto de un partido de béisbol.
Poco más de una semana antes de este show, Bret Michaels había tenido unos problemas de salud que le obligaron a suspender el concierto de Poison en Nashville. Partiendo de la base que el grupo se ha tomado esta gira como una oportunidad de reivindicar su lugar en la élite del rock y que su entrega en cada show es como la de una banda que está empezando, Michaels hizo todo lo posible por recuperarse lo antes posible. Pese a sus buenas intenciones, el efecto colateral fue que el set de Poison se vio reducido, sacrificando un tema como ‘I Want Actión’ que debería ser fijo en su repertorio, en favor de una intro demasiado larga y de solos de guitarra y batería.
Pero nos quedaremos con lo que vimos, una banda yendo a por todas y empalmando un hit tras otro. El arranque con ‘Look What The Cat Dragged In’, ‘Ride The Wind’ y ‘Talk Dirty To Me’, te mete de lleno en su show, CC Deville rindió homenaje a Eddie Van halen con ‘Eruption’, y la banda suena muy compacta. Por su parte, Brett Michaels podría venderte cualquier cosa y es el yerno rockero que querrían todas las madres americanas.
Los dos nombres principales del evento, se alternan la posición de cabeza de cartel en cada fecha, y como en esta ocasión les tocaba cerrar a Mötley Crüe, Def Leppard saltaron a escena luciendo gafas de sol, no por una cuestión estética, sino porque les daba en toda la cara. El propio Joe Elliot comentó que no estaban acostumbrados a broncearse mientras hacían sus conciertos.
La banda centró el inicio de su show en su presente, con ‘Take What You Want’ de su reciente álbum, y en su pasado, rescatando ‘Let It Go’ de High ‘N’ Dry, que aún no habían tocado en esta gira. Tres super singles como ‘Animal’, ‘Foolin» y ‘Armaggedon It’ fueron suficientes para acabar de meterse a la gente en el bolsillo.
La parte central estuvo dedicada a la cara tranquila de la banda en formato acústico con un mini set en la parte frontal de la pasarela. Lejos de suponer un bajón -sonaron la nueva ‘This Guitar’ y ‘Two Steps Behind’- representa la puerta de enlace a una recta final alternando temas de sus dos grandes obras, Pyromania e Hysteria, en un carrusel de hits. Me quedo con la reacción de la gente en ‘Pour Some Sugar On Me’, coreada por todo el mundo y que evidencia la importancia de ese tema en la carrera de una banda que sigue siendo impecable cada vez que se sube a un escenario.
Con la caída de la noche, llegó el momento del show de Mötley Crüe. Introducción de un noticiario americano que enlaza el supuesto fin de la banda con el nuevo renacimiento que mira al futuro. Todo está programado al detalle y da la sensación que todo pasa muy deprisa desde que suena el pistoletazo de salida con ‘Wild Side’ hasta el final con ‘Kickstart My Heart’. Pero ese es precisamente el punto fuerte del espectáculo, ya que te mantiene enganchado en todo momento.
Posiblemente para tapar las carencias vocales de Vince Nei e incluso algunas instrumentales, la banda aplica pistas pregrabadass y un sonido más duro en ciertos pasajes de forma acertada, pero en otros, como en el clásico ‘Shout At The Devil’, suenan demasiado atropellados. Eso sí, cuando bajan revoluciones como en ‘Too Fast For Love’, todo fluye de forma correcta.
Como añadido, la banda se arropa en tres bailarinas/coristas que interactúan constantemente en todos los temas, generando un aire cabaretero. El medley de versiones, enlaza con el momento íntimo a pie de escenario con ‘Home Sweet Home’, iluminándose todo el estadio de luces en las gradas, realmente espectacular.
La recta final se llena de hinchables gigantes sobre el escenario, olor a gasolina, rugido de motos, humo y una selección de hits que dan pie a pocas dudas sobre la eficacia de Mötley Crüe. ‘Primal Scream’ y ‘Kickstart My Heart’ ponen fin a un show, en el que parece no haber pasado el tiempo desde su gira de despedida de 2015.
Como cómputo global, la experiencia es altamente satisfactoria, ofreciendo un show basado en lo musical por parte Def Leppard y más en lo visual por Mötey Crüe, con el añadido de la inclusión de dos clásicos como Poison y Joan Jett And the Blackhearts. Como estar en una versión 2022 del famoso Heavy Metal Parking Lot.
ÓSCAR FERNÁNDEZ