FECHA: 22 DE ENERO DE 2025
LUGAR: SALA MON (MADRID)
PROMOTOR: PRIMAVERA SOUND

Cada uno tendrá su favorito, pero tal y como apuntaba Jordi Meya en la crítica de Spiral In A Straight Line, casi sin darnos cuenta Touché Amoré han alcanzado la cifra de seis álbumes consecutivos sin tropiezos ni manchas destacables en su currículum. Claro que habrá quienes añoren la explosiva inmediatez de sus comienzos, pero creo que pocos se atreverán a cuestionar que la evolución del quinteto californiano ha sido una de las más consistentes que hemos podido observar en los últimos tiempos dentro del post hardcore contemporáneo.

A pesar de no ser la primera vez que pisaban la capital, si obviamos las visitas festivaleras, ya habían pasado seis años desde que les pudiéramos disfrutar en la distancia corta de una sala junto a Deafheaven. Por tanto, esta gira se presentaba como una oportunidad idónea para testar el momento en el que se encuentra la banda. Fieles a su propia filosofía sencilla y cercana, la elección de sus acompañantes en la noche del miércoles no fue baladí.

Foto Boneflower: María García

De hecho, que volvieran a contar con Boneflower para abrir el concierto (ya lo hicieron en Barcelona en 2023) dice mucho del buen ojo y la camaradería de la cuadrilla de Jeremy Bolm. Jugando en casa, el trío local optó por darle un lavado de cara al setlist que venían ejecutando desde hace un tiempo y darnos una muestra de lo que está por llegar en el futuro inmediato. O lo que es lo mismo: su debut para un sello con la solera de Deathwish que aparecerá en algún momento de 2025. Si el ya lejano Armour les trajo muchas alegrías, todo apunta a que su fórmula de post-core-rock en la onda de Birds In Row o Brutus puede subir todavía un escaloncito más. Estaremos tan atentos como lo estuvo el propio Bolm siguiéndoles desde un lateral del escenario.

Foto Trauma Ray: María García

De la intensidad espasmódica de unos, pasamos a la dulce densidad de otros, pues Trauma Ray vinieron a evidenciar que el shoegaze vuelve a estar bien presente en el panorama actual. Con su debut Chameleon recién editado bajo el brazo, los de Fort Worth cumplen todos los tics del género. Expresión mínima, actitud estática y puesta en escena sin aspavientos. Hasta el vocalista Uriel Avila se mostró tímido en su esfuerzo por comunicarse en castellano con el público. Dentro de envolvente mar de efectos que desplegaron, sus canciones tienen más que ver con nombres como Nothing, Far o incluso los Deftones más melódicos que con el preciosismo de unos Slowdive. No desataron un entusiasmo generalizado, pero demostraron buenas maneras.

Si comparamos la última oportunidad que tuvimos de ver a Touché Amoré hace un par de años dentro del gigantesco marco del Mad Cool, la diferencia esta vez fue abismal. Ya no solo porque la comunión que se pueda crear en una sala pequeña sea mayor, sino porque en lugar de tener a un Jeremy con la voz machacada después de semanas de gira coqueteando con la afonía, pudimos ver a un cantante que no se guardó nada desde el arranque con ‘Nobody’s’, ‘Art Official’ y ‘Nine’ casi sin pestañear. Y en cuanto sonó el primer hitazo de la noche a cargo de ‘Reminders’ no hubo manera de detener el vendaval.

Foto Touché Amoré: María García

En lugar de cederle el protagonismo a su última obra, los angelinos eligieron un repertorio que recorrió todo su cancionero de arriba a abajo. Ahí se pudo ver porque son una de las bandas punteras dentro su escena, pues además de la intensa ferocidad con la que acometen ‘Face Ghost’, ‘Disasters’ o ‘Savoring’, han dado con la tecla a la hora de firmar canciones que permanezcan en tu memoria. ‘Come Heroine’ (pelos de punta con esa introducción), ‘Hal Ashby’, ‘New Halloween, ‘Palm Dreams’ o una ‘Rapture’ cuyo punteo puso a botar a todo el personal, ejemplificaron la diversidad que son capaces de concentrar cuando se trata de confeccionar un setlist sin fisuras.

Foto Touché Amoré: María García

Como maestro de ceremonias, Bolm solo se detuvo lo necesario para agradecer a la audiencia su fidelidad (de hecho, no quedaron entradas en taquilla) y mostrar su gratitud hacia Boneflower y Trauma Ray. El resto del tiempo no paró de moverse de un lado a otro de la tarima, cediendo el micrófono en cada estribillo cuando se arrimaba a las primeras filas y haciéndose querer con una sonrisa de satisfacción. Casi eclipsó por completo a sus colegas y eso que Sam Bosson, encargado de suplir al batería Elliot Babin ausente por paternidad, superó con notable la tarea de llevar la batuta de una banda nada fácil de conducir. Se nota que había estudiado a conciencia el examen.

Recta final con la inseparable dupla que forman ‘~’ y ‘Pathfinder’ de Parting The Sea Between Brightness And Me con la que muchos empezamos a oír hablar de ellos hace década y media, una post punk ‘Force Of Habit’ que más que un respiro supuso un puñal en la garganta, y la preciosa ‘Flowers And You’. Faltaba ‘Limelight’ y apareció en el bis. Probablemente el tema que mejor define todo lo que Touché Amoré atesoran. Pura épica en un crescendo constante. Dirán que solo una hora de concierto es poco para un grupo de su estatus (miren a Turnstile si no), pero cuando alguien te da todo lo que lleva dentro, no le puedes pedir nada más.

GONZALO PUEBLA