Sin que sirva de precedente, por una vez acertaron de lleno los que prejuzgaron negativamente We Are The Apocalypse guiándose sólo por los adelantos. Yo mismo noté malas vibraciones cuando vi esa portada de Marcelo Vasco, porque la bajona que produce si la situamos al lado de cualquier obra de Necrolord es indisimulable.
Tampoco hay que irse muy lejos para encontrar un álbum mejor que éste en la discografía de Dark Funeral. Bueno, quizá un poco sí… Unos seis años atrás, básicamente. We Are The Apocalypse parece un pálido intento de recrear todo lo acertado que fue Where Shadows Forever Reign, aunque estas canciones más bien suenen a descartes del mismo. Más presurosas, pero ejecutadas sin vigor ni convencimiento.
‘Nightfall’ es el típico inicio a todo trapo de los suecos, donde Jalomaah, que no es Dominator, demuestra que también puede ser una metralleta. Mala no es, pero emocionar a lo ‘Unchain My Soul’, como que no. Y nótese que sólo compararé este nuevo plástico de los suecos con su más inmediato competidor, porque si empezamos a hurgar en la herida con los trabajos clásicos de Dark Funeral, apaga y vámonos.
Una vez más en manos de Daniel Bergstrand, quien grabó y mezcló estas canciones para que Paul Logus hiciera el master en Estados Unidos, el séptimo disco de los de Estocolmo suena algo distinto a lo que nos tienen acostumbrados, pero tampoco necesariamente para mejor. Hay más grumo, no es tan gélido, la batería gana profundidad, aunque sinceramente, la voz de Heljarmadr está situada en un exagerado primer plano, y si a eso le sumamos su pronunciado ‘síndrome de Dani Filth’, esa patología que consiste en no callar ni debajo el agua, puede llegar a saturar.
‘Let The Devil In’ es otro de esos medio tiempos a los que tanto se están acostumbrando últimamente, pero te deja más frío que zamparte un Calippo en enero. Lo jodido es que el grupo se ha vuelto previsible a tope, y cuando arranca ‘When Our Vengeance Is Done’ ya sabes que será veloz. Afortunadamente ya no tenemos 13 años, amigos y amigas, y rápido no tiene por qué ser sinónimo de bueno. Muy facilona para estos veteranos, no lo neguemos, y para ‘Nosferatu’, la misma reprimenda. Misil, todo muy suyo, pero nada que te haga saltar de la butaca.
‘When I’m Gone’ intenta volver a dar en la tecla melódica, sentimental, sin apretar el acelerador, aunque no hay forma. No me conmovería ni aunque versara sobre pobres koalas que huyen acobardados de un incendio. Luego, los escandinavos le ponen algo de empeño con ‘Beyond The Grave’, entre las más destacadas con esa ‘A Beast To Praise’ que tiene el mejor estribillo del disco y la final ‘We Are The Apocalypse’, pero ninguna es como la grandiosa ‘Where Shadows Forever Reign’. No, para nada.
En 2022 Dark Funeral nos hablan de bicharracos bíblicos como Leviatán, de vampiruchos, dando la sensación de que su satanismo es más falso que un euro de madera. Heljarmadr, deja tranquilo 5 minutitos el Instagram y dile a Lord Ahriman que se ponga las pilas. Errores de bulto no hay, pero es todo tan pronosticable… son tan manidos esos parones, hay tan poco atrevimiento en las estructuras, que este álbum sólo me ha servido para pasar el ratito. Además, tengo la sensación de que la producción avasallante busca sobre todo maquillar esas carencias.
Si aquí petan más graves, algo más sucios, ya no quiero ni imaginar cuán desastroso será ahora su ya de por sí pésimo sonido en directo.
PAU NAVARRA