Pongamos las cosas claras desde el principio ¿Es Dominic Mariani un genio total y absoluto? Sin ningún género de duda. Hagamos memoria, líder y alma de The Stems, con ellos grabó el seminal At First Sight a finales de los ochenta convirtiéndose en uno de los grandes clásicos del power pop australiano.
También deberíamos citar el magnífico Heads Up editado en 2007 donde demostraban que seguían en plena forma20 años más tarde. Los hermanos McDonald de Redd Kross son fans devotos de ambos discos. En los noventa tampoco es que estuviera inactivo, The Someloves y DM3, liderados por nuestro hombre, lanzaron algunos de los trabajos más interesantes de aquella década destacando el imperial One Time Two Times Three Red Light y el no menos interesante Road To Rome. Su dominio de la melodía era insultante creando gemas pop de incalculable valor que desafortunadamente, fuera de Australia y el Reino Unido, no tuvieron demasiada repercusión.
Proyectos en solitario y docenas de giras lo mantuvieron ocupado hasta que en 2014 y al lado de otra lumbrera aussie como Greg Hitchcock (Monarchs, Bamboos, You Am I) formó Datura4, donde iban a dar rienda suelta a su amor por el blues, la psicodelia y el heavy rock de los setenta. La unión de semejantes fieras dio como resultado dos discos absolutamente demoledores, pero la relación no acabó bien y pronto Dom Mariani se quedó como el factótum total de la banda. Siguió a lo suyo y tras Demon Blues (2015) y Hairy Mountain (2016,) llegó Blessed Is The Boogie en 2019 y aunque pocas cosas habían cambiado en el universo sonoro de la banda, sí que es cierto que el gusto por la melodía de nuestro protagonista, había cobrado más protagonismo en unas canciones, que además se alimentaban del boogie más desenfrenado y el southern rock más oscuro.
Hablando con el mismo Mariani, me comentó que para él todo se basaba en trabajar los arreglos melódicos, ya fuera cuando atacaban un pétreo blues primigenio o una delicada pieza de pura psicodelia sesentera. West Coast Highway Cosmic, lanzado justo antes de la pandemia, era una amalgama de guitarras poderosas muy inspiradas en bandas como Blue Cheer, Black Sabbath o bestias menos conocidas como Randy Holden o Coloured Balls. Su nueva obra sigue por esos parámetros pero escuchando la importancia que le han dado al concepto de canción, parece mentira que esta grabación haya sido concebida como una especie de gran jam improvisada y según sus protagonistas, muy poco trabajada en el estudio.
El disco fue registrado en la granja estudio que Mariani posee en Australia y como decimos, está grabado en riguroso directo, con la banda tocando e improvisando en jams que duraban toda la noche. Aun así, hemos de insistir en el hecho de que no estamos ante una jam band enfrascándose en interminables pasajes instrumentales. Todo lo contrario, el disco es corto y conciso y preñado de composiciones tremendamente brillantes.
‘Black Speakers’ sería un buen ejemplo de lo que decimos y lo mismo podríamos aplicar a ‘Going Back To Hoonsville’, donde se enfrascan en un boogie de guitarras chispeantes y ritmo trepidante. Escuchando la cadencia blues de ‘Secret Society’ con un amigo, me comenta que puede imaginarse a la banda improvisando en ese cobertizo, de la misma manera que hacían The Band en la casa rosa, cuando se reunían en aquel lugar para recrearse haciendo música sin ningún plan preconcebido. El sonido de Datura 4 quizás no tenga mucho que ver con aquello, pero sí el concepto, un grupo en plena efervescencia creativa dejándose llevar ante el genio de un tipo tan talentoso como peculiar. Dom Mariani, un personaje a reivindicar. Escucha ‘Open The Line’ ¿No es esa una composición casi perfecta?
ANDRÉS MARTÍNEZ