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DAVID BOWIE – ‘Toy’

Un juguete para guardar en el desván de la nostalgia.

Crítica disco 'Toy' David Bowie

En la víspera del que hubiera sido su 75 cumpleaños, se ha editado de forma independiente Toy, un disco inédito de David Bowie, grabado entre julio y octubre del año 2000, que el pasado noviembre había visto la luz como parte del box set Brilliant Adventure.

Portada Toy David Bowie críticaEl origen de este disco hay que buscarlo en la triunfal actuación que Bowie ofreció en el festival de Glastonbury en 2000. Tan buenas sensaciones le dejó ese concierto y la química con la banda que le acompañaba, que decidió entrar inmediatamente en el estudio con el fin de captar la misma energía con esos músicos -los guitarristas Mark Plati y Earl Slick, el batería Sterling Campbell, la bajista Gail Ann Dorsey, el teclista Mike Garson, y las coristas Holly Palmer y Emm Gryner- y lanzarlo por sorpresa al año siguiente.

Dado que el movimiento fue totalmente espontáneo y posiblemente no tenía nuevo material a mano, Bowie optó por recuperar viejas canciones escritas entre 1964 y 1971. Teniendo en cuenta que fueron compuestas entre la adolescencia y sus primeros 20, encontramos algunas piezas con una insólita madurez -‘Conversation Piece’ o la magnífica balada ‘Shadow Man’- aunque en otras se nota que todavía no había encontrado su propia identidad y se escuchan en exceso las influencias de los Kinks o los Beatles, caso de ‘Can’t Help Thinking About You’ o ‘You’ve Got A Habit Of Leaving’.

Pese a que sobre todo en el aspecto melódico, Toy desprende un aire retro, el sonido buscaba traerlos al, entonces, presente. Y quizá para mí ese es su principal defecto: el álbum proyecta cierta disonancia entre lo que intuyes era su intención original y lo que acaba ofreciendo. Por muy buenos que sean los músicos que le rodean, se echa de menos un espíritu más de banda y una sonoridad más vintage. Apuesto a que si hubiese llamado a Suede o a The Divine Comedy para dar forma este proyecto, el resultado hubiera sido mucho mejor.

Y algo también debió chirriarle a Bowie cuando decidió dejar este disco en un cajón y empezar con otro nuevo, Heathen, que acabaría publicando en 2002. Una decisión comprensible en un artista acostumbrado a mirar siempre al futuro. Como fan me alegra poder escuchar un disco ‘perdido’ de Bowie, pero, Toy no deja de ser eso, un juguete para guardar en el desván de la nostalgia.

JORDI MEYA