Como otras niñas prodigio antes que ella, Demi Lovato estuvo a punto de convertirse en un juguete roto. Si para cualquier persona gestionar un gran éxito no es fácil, cuando este llega prematuramente es casi inevitable que tenga efectos colaterales nada deseables.
En el caso de Lovato se manifestaron en trastornos alimenticios, autolesiones, y una adicción al alcohol y todo tipo de drogas que la estuvo a punto de mandar al otro barrio cuando en 2018 sufrió una sobredosis de opiáceos. Pero después de una enésima entrada en rehabilitación y mucha terapia parece que la cantante está en paz consigo misma y a sus recién cumplidos 30 años se siente con fuerzas para reactivar, y reorientar, su carrera. Si hasta ahora su música se había movido entre el pop y el R&B más comercial, en su octavo disco de estudio se reinventa como una cantante de rock con un sonido dominado por las guitarras y unas letras en las habla sin tapujos de todos sus traumas.
Y es que si algo distingue este disco de otras propuestas parecidas, es que Lovato tiene algo que contar. En ’29’ habla de los abusos que recibió cuando tenía 17 años , en ‘Heaven’ de la culpabilidad que sentía por masturbarse o en ‘Dead Friends’ del síndrome del superviviente por seguir viva cuando otras personas en circunstancias parecidas a las suyas han muerto.
A nivel musical, pensaba que iba encontrarme con el típico pop punk que se lleva ahora, y aunque eso de algo hay en ‘Substance’ (un hitazo al estilo de los Paramore del principio) o ‘City Of Angels’, también hay algunas incursiones en el grunge en ‘Holy Fvck’ o ‘Feed’, donde no suena muy lejos de The Pretty Reckless’, el rock bailable de Royal Blood en ‘Bones’, e incluso un refrito de ‘The Beautiful People’ de Manson en ‘Heaven’. Todo suena bastante genérico, pero, sinceramente, menos de lo esperado, y uno podrá pensar lo que quiera de este tipo de artistas mainstream, pero al igual que Myley Cyrus, nadie podrá negar que estamos ante una vocalista extraordinaria capaz de hacer brillar hasta las composiciones más flojas.
En la puta vida hubiera imaginado escucharme un disco de Demi Lovato, y todavía menos que me gustara, pero si ella ha sido suficientemente valiente para dar este paso, también debo serlo yo para reconocer que Holy Fvck es una reinvención al rock más convincente de lo esperado.
MARC LÓPEZ
