No han sido los primeros en llegar. Tampoco los más originales. Incluso es discutible (esto según el criterio de cada cual) que sean los mejores. Pero lo que nadie puede poner en tela de juicio es que Derby Motoreta’s Burrito Kachimba han sido los que mejor han sabido llegar al gran público de toda la hornada del Nuevo Rock Andaluz.
Tampoco es que desde RockZone queramos apuntarnos un tanto en nuestro casillero, pero ya veníamos avisando desde hace años que la escena del Sur estaba en plena ebullición. Desde aquí no nos hemos cansado de alabar el trabajo que llevan realizando sellos tan modestos como punteros dentro de nuestro underground como Spinda o The Braves Records, que han colocado en el mapa a una serie de agrupaciones que se encuentran entre lo mejorcito de la piel de toro en la actualidad.
Por tanto, era cuestión de tiempo que alguna de ellas acabase dando el salto a las grandes Ligas. En el caso del combo de Sevilla, es cierto que han contado con el respaldo de una marca potente como El Segell (la discográfica del Primavera Sound), una imagen llamativa, y especialmente una actitud descarada y sin ningún tipo de complejos, dispuestos a ir a por todas. Quizás esos sean los ingredientes de la receta de su éxito (presencia en los principales festivales de la Península, premios de la crítica especializada, apariciones en medios generalistas…). Pero nada de todo eso se sostendría si no fuera porque la música de DMBK tiene algo que engancha.
Su primera referencia auto titulada de 2019 parecía un mero aperitivo de lo que eran capaces de ofrecer. Un trabajo breve y conciso, pero suficiente para despertar interés gracias a una puesta al día del rock andaluz, haciéndolo accesible para todo tipo de audiencias. Hilo Negro viene a reafirmar todo lo bueno que han venido apuntando.
La confianza aplastante que tienen en sí mismos se nota desde los primeros compases de ‘El Valle’, desplegando todas sus armas. Guitarras punzantes, teclados que rezuman psicodelia setentera y la voz de Dandy Piranha reinando por encima de todos. No cuesta imaginárselo en ‘Poselana Teet’ como un Robert Plant aflamencado relatando historias urbanas, fieles al espíritu de la kinkidelia que agitan por bandera. Mientras tanto, sus compañeros afilan las navajas para estamparnos certeras cuchilladas en ’13 Monos’, ‘Turbocamello’ y ‘Dámela’.
Con ‘Gitana’ consiguen aunar el misticismo del folklore de su tierra con las lecciones de la nueva psicodelia. Un inicio a fuego lento, hasta que arrancan la maquinaria a toda mecha, culminando en un break final rozando el doom. Una de sus composiciones más completas. Al igual que la segunda parte de ‘Somnium Igni’, la cual vuelven a recuperar de su debut para expandirla bajo el influjo de unos gigantes como Triana.
Y es que por mucho que se hayan convertido en la cara más visible del movimiento, escuchando un álbum como Hilo Negro nadie podrá acusar a Derby Motoreta’s Burrito Kachimba de hacer canciones pensando en las radio fórmulas o encabezar los carteles de este verano (o de 2022). Un grupo tan bueno como tremendamente necesario en el mainstream de nuestro país.
GONZALO PUEBLA