Aunque aquí y allá encuentres elementos de metal y de prog que puedes reconocer fácilmente, hay que decir que este disco de Devin Townsend es muy jodido de clasificar. Puede que hayas detectado esto de la locura de adelantos que ha ido anunciando, y es que si hay alguien que pueda llamarse camaleónico sin sonar falso ese es el canadiense desquiciado de Devin Townsend.

Muchos quizás no lo aprecien por lo que es, pero jugando en una liga ya mainstream dentro de su género, no tantos artistas se atreven a hacer cosas tan arriesgadas como ésta (y que salgan tan bien). La canción de 25 minutos ‘Singularity’ con la que cierra el álbum es un buen ejemplo de lo que quiere hacer y a donde quiere llegar, porque puede plantearte un paisaje cercano a Dream Theater, para de repente arrastrarte al abismo extremo cercano al black o death sin piedad ninguna, lo que deja bien claro que este disco NO es para quien disfrute de un rock o de un metal mas convencional y lineal.

Ha tenido que prescindir de la mayoría de sus músicos en otros proyectos, y aquí HevyDevy toma el control de absolutamente todo lo que está pasando (hasta produce el álbum) en todo momento, por mucho caos que parezca. ¿Todo le resulta tan bien? Casi, porque si alguna pega hay que poner a esta aventura quizás sea en el apartado corístico y sinfónico de canciones como ‘Spirits Will Collide’ o ‘Why’.

No es que no vayas a reconocer a Devin Townsend en Empath, es todo lo contrario: sufrimos una sobredosis de Devin Townsend en el álbum. Si en 25 años ha creado discos tan diferentes unos de otros, aquí los une todos a la vez, sonando al mismo tiempo. Seguro que ha sido un disco terapéutico para él. 

JORGE FRETES