Cuando DeWolff debutaron en 2009 con Strange Fruits And Undiscovered Plants, llamaron la atención por dos motivos principales. Por un lado, su asombroso manejo de blues rock clásico con pinceladas psicodélicas. Por otro, que apenas eran unos adolescentes con todo por delante.
Doce años más tarde, los hermanos Pablo y Luka Van De Poel junto al teclista Robin Piso no sólo siguen vivos, sino que han dejado muy atrás cualquier tipo de hype que pudieran haber tenido en su momento. Con ocho discos de estudio, un par de live albums, incontables singles a sus espaldas y una disciplina de trabajo constante tanto en el estudio como en la carretera, es absurdo discutir que los holandeses son una de las realidades más brillantes del viejo continente. Su recién estrenado Wolffpack es la enésima exhibición de unos chicos con un talento innato en su pico máximo de inspiración.
Aquellas Tascam Tapes publicadas el pasado curso fueron un curioso divertimento que demostraba sus inquietudes y ganas de seguir explorando nuevas posibilidades de grabación. Pero esta vez se han olvidado de experimentos para dar un nuevo golpe encima de la mesa, colocando sobre ella todo su potencial.
Si les has seguido de cerca, sabrás que no andan escasos de temazos. Por eso mismo cuando suenan los primeros compases de ‘Yes You Do’, el tema que arranca el álbum ya con el trío poniendo a funcionar la sala de maquinas a plena potencia, eres plenamente consciente de que lo que se viene por delante en los próximos minutos va a ser tremendo.
DeWolff jamás han escondido su amor por el soul clásico y en Wolffpack es donde se hace más evidente que nunca. Canciones como la deliciosa ‘Sweet Loretta’ con la colaboración de Judy Blank a las voces, los vientos de ‘R U My Savior’ o esa ‘Half Of Your Love’, que bien podría haber sido uno de esos singles infalibles de la Motown cuando el sello de Detroit dominaba el planeta, dan fe de ello. ¡Si hasta en ‘Roll Up The Rise’ suenan como si los Jackson Five tuvieran guitarras! Sin duda la aportación del bajo ha ayudado a dar mayor empaque los temas.
Por descontado, tampoco se quedan atrás a la hora de rockear. El groove sureño de ‘Bona Fide’ te atrapa en cuestión de segundos, mientras que en ‘Lady J’ y ‘Hope Train’ (pedazo de blues para rematar la faena), Piso rescata desde su teclado las mejores esencias de Jon Lord y Ray Manzarek, fundiéndose con la guitarra de Pablo. Y no le quiten ojo a ‘Treasure City Moonchild’, porque ese puente promete ser un auténtico bombazo en cuanto regresen a los escenarios.
Mientras que otros a su edad aún están buscando el sonido que les defina, DeWolff han alcanzado el punto exacto de madurez aún sin haber cumplido los treinta. Si su carrera ya es envidiable, lo que pueda llegarles en un futuro no hará otra cosa que redondearla. Jóvenes y sobradamente preparados para el éxito.
GONZALO PUEBLA