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DOWNTOWN LOSERS – ‘No Woman Born Blues’

Un viaje a las raíces del blues.

Por mucho que en 2017 descubriéramos a Downtown Losers como un dúo, la realidad es que siempre fue el proyecto de su batería, Dolphin Riot. Tras abandonar la banqueta de ’77, nuestro hombre decidió emprender una nueva aventura con la que dar rienda suelta a su amor por el blues más puro con la ayuda del guitarrista Alber Solo.

Pero las circunstanciales vitales hicieron que la pareja se disolviese de manera amistosa. Dolphin hizo las maletas y se mudó a Estados Unidos, decidido a darse continuidad de un modo aún más personal si cabe. No Woman Born Blues ha sido grabado, como tantísimas obras que están surgiendo ahora, durante el pasado confinamiento. En su propia casa, con conocimientos justo de grabación y encargándose por primera vez de las guitarras y tareas vocales, fue dando forma a estas nuevas canciones.

En un primer acercamiento, uno se percata que esta nueva versión unipersonal de Downtown Losers ha perdido el punch rockero que presentaban en su debut One-Horse Town Apocalypse para acercarse todavía más a la raíces del estilo. Que haya versionado dos temas de Howlin’ Wolf (‘Little Red Rooster’ y una conseguida revisión del clásico ‘Smokestack Lightnin»), no es ni mucho menos un guiño de cara a la galería. El olor a whiskey y campos de algodón está impreso en cada corte.

Todo ello sin renunciar a los riffs pasados por el pedal de fuzz y con una producción lo-fi es lo que acaba dando cierta identidad a No Woman Born Blues. En ‘Trust Nobody’ cuenta con la ayuda de la cantante Crystal Poole (quién nuevamente aparece en la final ‘I Woke Up This Morning With My Mind Stayed On Jesus’) para unir gospel y blues del Delta en una misma canción. Por contra, ‘Fake Hippie Blues’, ‘Where The Land Grow No Corn’ y ‘The Hanged Men Blues’, a pesar de las limitaciones, son acercamientos sinceros de un estudioso del estilo. La directa ‘She Ain’t Got No Luck’ es probablemente la que mejor funcione como puente entre este álbum y el primero.

Habrá que ver si Dolphin Riot es capaz de desarrollar la carrera de Downtown Losers en la tierra prometida o si acabará sufriendo una nueva metamorfosis. Por lo que nos cuenta, no lo tendrá nada fácil, pero por ganas no será.

GONZALO PUEBLA

BONUS TRACK CON… DOLPHIN RIOT

De ser un dueto, has pasado a estar solo al frente de Downtown Losers. ¿Qué ocurrió con Alber?
«La historia es un poco larga. Alber es mi hermano y ahora mismo estoy currando con él en su nuevo disco, tanto en las baterías como en la producción y el sonido. También ha metido un solo en No Woman Born Blues. Concretamente el segundo en ‘She Ain’t Got No Luck’, un tema que tiene la esencia de Downtown Losers: reivindicar a RL Burnside. Pero cuando tocaba girar para presentar el primer disco, One-Horse Town Apocalypse, Alber prefirió dedicarse a su carrera en solitario y sacar adelante sus ideas. Yo tenía dos opciones; disolver el grupo y montar otro o seguir adelante. La verdad es que Downtown Losers es mi banda, mis obsesiones, mis riffs, mis solos, mis letras, mis ritmos e incluso los tonos de color que más me gustan porque hasta me hago yo las fotos, los artworks y los vídeos. De hecho, el de ‘Vultures Drunkenness Blues’ es muy sencillo, pero el único plano que tiene lo diseñe yo y lo hicimos con un móvil en un mini trípode. Por eso seguí yo solo, fue un reto. En ese momento yo no era capaz de grabar guitarras, ni bajos, no tenía ni idea de sonido, ni mi estudio. No había grabado voces ni mezclado o masterizado. Así que este disco es el resultado de aquella decisión, mucho trabajo y mucha introspección. Pero Alber es familia. No ocurrió nada fuera de lugar y él es un apoyo constante».

Por primera vez has grabado las guitarras y te has encargado de las voces. Lo cual, como acabas de decir, no habías hecho nunca. ¿Cómo te las apañaste?
«Currando mucho (risas). Más allá de tópicos, soy autodidacta en todo lo que hago y aprendo por mi cuenta. Pero no es lo mismo decirle a Alber que cante o toque algo que decírtelo a ti mismo. Hace falta mucha confianza, no solo técnica y talento. Me bloqueaba con la guitarra y aún más con la voz, así que busqué ayuda. Alguien que me pudiera enseñar y también guiarme cuando me atascaba. Tuve la suerte de que Fernando Pardo accediese a ser mi profe, mi maestro mejor dicho. Él no estaba dando clases en ese momento pero me conocía de mi etapa en ’77. Ha sido esencial para mí. Piensa que yo soy músico gracias a dos tipos: Nicke Anderson y Fernando Pardo. No digo que sean más o menos grandes que otros músicos pero son los dos que me han cambiado la vida sobre un escenario, sobre todo Sex Museum. Ellos eran una apisonadora, una banda de garito que no paraba y que siempre te volaba la cabeza, un ejemplo a seguir. Poco se les reconoce en España para lo absolutamente inmensos que son. Fernando me ha enseñado y me ha apoyado. Cualquiera que tenga un ídolo y haya tenido la posibilidad de aprender de él de cerca entiende lo que digo. He tenido la suerte de poder compartir mucho con Nicke también.»

Además lo has hecho todo en tu casa. Supongo que el pillarte en pleno confinamiento te hizo descartar la posibilidad de entrar en un estudio. ¿O era algo premeditado desde el principio?
«Pues es una cuestión interesante. Cuando elegí irme a vivir a Dallas sabía que a una hora están los estudios Robin Hood, legendarios como pocos. Allí grabaron su primer disco ZZ Top, por lo que para mí son algo así como la meca. Mi idea fue grabar allí durante un tiempo, pero empecé a aprender mucho de sonido y a ser capaz de hacer toda la parte técnica yo solo. La pandemia fue el último empujón necesario para decidir trabajar yo solo en todo. Es muy cómodo trabajar en casa aunque he sudado tinta para conseguir un sonido con el que identificarme. El disco anterior estaba grabado en directo en cinta, en los estudios ACME de Miguel Herrero, que son una máquina del tiempo y él un maestro del sonido analógico. Me costó pero fui consiguiendo lo que quería».

Según lo veo yo, One-Horse Town Apocalypse era un disco de blues rock, mientras que No Woman Born Blues es blues a palo seco, sin aditivos. ¿Has conseguido llegar al lugar que tenías en la cabeza cuando arrancaste el proyecto?
«Mi forma de trabajar consiste en desarrollar ideas muy sencillas de la forma más natural posible. Construyo a partir de un concepto, una frase, un riff o una melodía, y me preocupo de no estirar demasiado nada. Con esto quiero decir que no suelo buscar un resultado concreto. No hay nada preconcebido. Por ejemplo, no intento que cada corte tenga un puente, un estribillo y un solo. Simplemente le doy vueltas a algo muy sencillo e incorporo lo que me viene a la cabeza en el momento, lo grabo y lo dejo unos días, después lo escucho en el coche y si me sigue gustando grabo una demo y de ahí sale cada tema. One-Horse Town Apocalypse lo hice con Alber, aunque yo tuviera el control del resultado final, desarrollábamos las ideas juntos improvisando en el local y cualquier aportación era susceptible de funcionar. También influyó en el acabado Miguel Herrero, que mezcló, masterizó y se encargó de todos los teclados y ecos. Fue una combinación de factores. Aunque no perseguía ningún sonido o estilo que no fuese el blues, no nos pusimos límites de género. No Woman Born Blues lo he hecho yo solo. Nadie más ha intervenido en el proceso creativo. No creo que todos los temas sean blues estándar. Por ejemplo, ‘Trust Nobody Blues’ tiene elementos de muchos estilos pero no es algo que anduviera buscando. Se me ocurrió una melodía para la voz y una letra, eso me sugirió un ritmo y a la vez me vino a la cabeza la posibilidad de combinarlo con un riff que no es exactamente un blues, tampoco tiene estructura de blues. No tiene solo, ni estribillo, pero a la vez la voz pretende ser pegadiza. Sin embargo, todo eso te lo puedo decir escuchándola ahora. Mientras la hacía para mí no era más que un conjunto de ideas que tenían sentido dentro de mi cabeza y creo que el éxito es plasmar eso de forma que otras personas sean capaces de entenderlo y disfrutarlo, o no, pero que al menos que sea lo más parecido posible a aquello que sonaba en mi cabeza cuando empecé a componer. A mí me obsesiona el blues, es por eso que intento trasladar al plano de la realidad mis ideas en forma de blues. Pero no me siento y decido escribir un pieza de 12 compases en sol. En consecuencia, sea mejor o peor, lo que grabo es por lo general el final de un camino al que he llegado dejándome llevar. Suena a blues porque esa es mi forma de sentir la música. No te digo esto en plan bohemio. ‘She Ain’t Got No Luck’ es un homenaje a RL Burnside. Un riff en afinación abierta al estilo del Burnside. Pero no fue premeditado. Se me ocurrió, grabé una demo y después fui probando voces encima hasta que di con una letra improvisada y un solo de slide. Mi fijación con él fue lo que me condujo a convertir la idea en un guiño a su obra, pero originalmente solo tenía una riff de guitarra en bucle cuyo ritmo me gustaba».

En algunas canciones cuentas con la ayuda Crystal Poole a las voces. ¿Querías darle al disco ese toque gospel que de algún modo también está muy ligado al blues y la música de raíces?
«Crystal es maravillosa. Verla y oírla cantar es brutal, así que le pedí que cantase en mi disco. No canta más canciones porque con la pandemia preferimos dejar de vernos. Aquí no hubo confinamiento estricto pero por precaución no hicimos nada más y yo me encargué del resto de voces. Ya hemos empezado a grabar un nuevo álbum en el que ella va a ser la única cantante. Espero que no haya ningún otro impedimento y poder terminarlo este año».

Hace más de  un año y medio te mudaste a Estados Unidos con tu familia. ¿Fue más una decisión a nivel personal o buscabas algo musicalmente hablando?
«Estaba harto de España. No quiero que nadie se ofenda con esto y tampoco creo que mi experiencia personal sea un retrato de los lugares en los que he vivido. Simplemente me cansé de la gente, de eso que llaman picaresca, de la forma de vida, del discurso mediocre sobre el clima agradable, la gastronomía, el buen vino y la cerveza barata. Insisto en que no es mi intención ser despectivo, simplemente no me gusta todo eso, no me gusta lo que tanto disfruta todo dios en España. Sé por experiencia que decir esto es un agravio para la mayoría, pero bueno, yo no podía seguir viviendo en un sitio en el que hay gente orgullosa de ser ciertas cosas. Además de eso, cuando mi hija tenía un año, yo había leído compulsivamente sobre educación y neurociencia. La idea de que mi hija creciese en un lugar que no me gusta sin hacer nada para cambiarlo empezó a ser un zumbido en mi cerebro. Eso tuvo mucho peso en mi decisión. No te niego que también había llegado al límite de gente decepcionante con la que intentar sacar adelante proyectos musicales, eso es cierto. Pero eso es mi responsabilidad, es consecuencia de mis errores, no influyó para nada y me puede suceder en cualquier país. Además, mi plan ya era hacerlo yo todo y colaborar puntualmente con quien me apeteciera, pero eso lo hubiera hecho igual sin mudarme. La decisión de cambiar de continente fue una cuestión existencial para mí. Investigué bastante y al final decidí que Dallas era un sitio al que me apetecía ir. Mi mujer estuvo de acuerdo y aquí estamos».

 ¿Cómo te planteas llevar No Woman Born Blues al directo? Tengo entendido que tienes preparada una banda para cuando sea posible tocar.
«Ahora mismo no lo sé. A mí me gusta tocar la batería. El problema es que esto no es una banda con varios miembros implicados en la misma medida. La gente no se implica en un proyecto ajeno de forma desinteresada, del mismo modo que yo cobro cuando me contactan para tocar en el grupo de otro. Tengo una banda aquí, en ella también está Crystal, pero todos cobramos por actuar. Es económicamente complicado hacerlo así. Por otro lado, tengo ganas de tocar en la calle en el barrio de Deep Ellim, Dallas. Como Blind Lemon Jefferson y T-Bone Walker. He empezado a trabajar en un concepto cercano al one-man band. De momento solo es una idea, no sé si llegaré a hacerlo tan bien como creo que debo para atreverme a llevarlo a un escenario, aunque ese escenario sea una esquina. También es posible retomar el formato dúo, con Alber, para directo. No lo sé. De momento no lo tengo decidido ni es fácil conseguir conciertos».

Precisamente la zona del sur donde resides es famosa por tener un circuito muy potente, especialmente para un estilo como el que practicas. ¿Ves mejores perspectivas en comparación con las que podrías tener en España haciendo un blues tan «pureta» por así decirlo?
«La verdad es que aquí no hay un gran circuito al que tenga acceso cualquiera. En Texas, como en muchos sitios, no alquilas la sala. Cada local tiene un promotor y es él quien te programa. En general creo que en Estados Unidos es así. Hay ciudades como Austin con más de 200 garitos con música en directo, pero no todas las ciudades son así, y las que lo son, como Memphis o Nashville, tienen el asunto orientado al turismo y casi todo son bandas de versiones. También sucede que las distancias son muy largas. Esto quiere decir que las ciudades grandes en las que se puede hacer un bolo underground están muy lejos unas de otras. En Dallas no he conseguido que ningún local quiera programar a mi banda. Hay un garito de blues underground, pero tiene artistas residentes y no quieren probar nada nuevo. Te soy honesto: creo que intenté cerrar bolos en casi 300 garitos, todos los que encontré entre Texas, Mississippi, Illinois y Tennessee. Fue un curro pre-pandemia, de meses, pensando en presentar No Woman Born Blues a dúo con Alber, viajando y durmiendo en mi furgo con mi propio equipo. Conseguí varios bolos en Austin, uno en Mississippi y un promotor de Memphis que me prometió cerrar varios conciertos en lugares cool pero sin cobrar y sin promo. La movida es: actúas, pasas la gorra y lo que te den las personas que haya. Todo eso hubiera sido en verano de 2020, pero ya sabes lo que pasó: coronavirus para todos. Ahora estoy vacunado y voy a volver a actuar con la banda con la que toco aquí, a ver cómo va la cosa. Pero si te fijas en las giras de bandas underground, no de grupos famosos sino de el tipo de banda que en Madrid toca para un aforo de 100 o 150 personas, ninguna gira por Texas, incluso aunque vayan a Austin. El rock y el blues tampoco son tendencia aquí. Por desgracia para la humanidad es Billie Eilish la que crea escuela. Pero bueno, tengo paciencia, soy perseverante y no tengo prisa. Veremos cómo son las cosas en este nuevo mundo al que vamos».

GONZALO PUEBLA