Justo unas horas antes de que el mundo conociese la triste noticia del fallecimiento de Taylor Hawkins, la actualidad de Foo Fighters pasaba por un momento mucho más alegre. El grupo se encontraba encabezando festivales por Latinoamérica y había estrenado recientemente (con escaso éxito en taquilla) Studio 666, su primera película a modo de comedia de terror.
En su afán por querer siempre rizar el rizo, los de Dave Grohl se animaron a crear la banda sonora del film transformándose en una banda ficticia de metal llamada Dream Widow. Si ya de por sí parecía una obra menor destinada a los fans más acérrimos (al igual que aquel EP de versiones de los Bee Gees que editaron el pasado verano), su lanzamiento el pasado 25 de marzo quedó completamente empañado por la repentina perdida del batería.
Y es una verdadera lástima porque, si bien este álbum no dejará de ser una anécdota dentro de su discografía, lo cierto es que tiene su gracia. Siendo un mero divertimento, se nota que la banda se lo ha tomado lo suficientemente en serio para darle a la obra una identidad propia. Tampoco pilla por sorpresa este acercamiento a sonidos muchísimo más duros de lo que acostumbran. Si ir más lejos, casi podríamos considerar Dream Widow como la secuela natural de Probot, el proyecto con el que Grohl homenajeó a héroes de su infancia como Lemmy de Motörhead o Max Cavalera de Sepultura y Soulfly, entre otros nombres destacados de la escena del metal extremo de los 80.
Así pues, resulta curioso escuchar a los Foos soltarse la melena por completo en las thrasheras ‘Encino’ o ‘March Of The Insane’, ejercicios de estilo en los que se dejan poseer por Slayer y Metallica. O que se atrevan con una instrumental de diez minutos llamada ‘Lacrimus Dei Ebrius’ donde son capaces de colar influencias de Black Sabbath, blast beats y hasta algún pasaje acústico a lo Opeth. Todo esto después clavarte en ‘Becoming’ un incisivo riff de los que te taladran el cráneo.
Aún así, tampoco se esconden a la hora de mostrar de donde vienen y terminas reconociéndoles con alguna que otra melodía que acaba brotando entre tanta caña. Pero lejos de cortar el rollo, éstas le dan a temas como ‘Cold’ (aquí recuerdan a Down), ‘The Sweet Abyss’ y ‘Angel With Severed Wings’ un toque interesante y hasta cierto punto original.
Imagino que de haber seguido Hawkins con vida hubiéramos visto a la banda interpretar estas canciones en algún concierto sorpresa para los fans, como tanto les gusta hacer. Ahora dudo muchísimo que esto llegue a ocurrir. Y si bien Dream Widow no pasarán a la historia, seguro que acabaré escuchando su álbum bastante más que cualquiera de los últimos de los Foo. Sea como sea, quedará como un extraño último adiós en vida al bueno de Taylor. Rock in peace.
GONZALO PUEBLA