Es tan redundante como inevitable acabar citando el nombre de Jason Isbell cuando toca hablar de la trayectoria de Drive-By Truckers, por lo que será mejor mencionarle ya de entrada para ahorrar tiempo.
Por muy breve y escasa que fuera su aportación a la banda (apenas 8 canciones repartidas entre tres discos en tan solo 6 años), su sombra todavía resulta alargada por mucho empeño que sus dos líderes indiscutibles, Patterson Hood y Mike Cooley, le hayan puesto en todo este tiempo. Tampoco hay que desmerecer la carrera de los camioneros, establecidos a estas alturas como todo un clásico encarando ya las 3 décadas de vida. Pero salvo instantes muy puntuales (Brighter Than Creation’s Dark y American Band), no han vuelto a rozar el nivel estelar que alcanzaron en su momento con el cantautor de Alabama en sus filas.
El grupo vuelve en su decimocuarto trabajo de estudio a relatar historias de temática sureña, dejando aparcados los conflictos políticos y sociales de sus últimos discos. De hecho, el Club XIII al que se hace referencia en el título es uno de los primeros garitos dónde los Truckers actuaron en sus inicios, sirviendo de punto de partida para escribir unas letras con muchas referencias autobiográficas y guiños al pasado.
Pero si su intención era reconectar de algún modo con sus comienzos, esto para nada se transmite en la música. Con Hood tomando el mando por enésima vez (7 de los 9 cortes llevan su firma), el tono general del disco es tremendamente sosegado, más propio de un grupo de cincuentones asumiendo lo que son en lugar de intentar rejuvenecer a base de batallitas. Una coherencia que me parece digna de aplaudir, pero que no evita que caigan en el tedio de forma reiterada.
‘The Driver’ se basta de un riff tosco para sostenerse durante 7 minutos sobre los que Hood va desplegando su narrativa, aunque en ningún momento llega a explotar. Con ‘Maria’s Awful Disclosures’ da la sensación de que el asunto va despegando, pero no deja de ser una mera promesa que nunca se termina de concretar a lo largo de Welcome 2 Club XIII.
Los tempos pausados y lineales de ‘We Will Never Wake You Up In The Morning’, ‘Forged In Hell And Heaven Sent’ o la final ‘Wilder Days’ se van sucediendo sin que llegues a tener la sensación de que esté aconteciendo algo interesante mientras suenan. Apenas Cooley logra inyectar un poco de sangre en ‘Every Single Storied Flameout’ gracias a una sección de vientos, ya que ni siquiera Hood es capaz de convencer cuando le toca ponerse rockero en la inocente ‘Welcome 2 Club XIII’.
Viendo la dinámica que han cogido en los últimos años, tal vez sería recomendable que los de Athens se dieran una pausa e iniciasen nuevos proyectos con los que refrescar ideas de cara a un siguiente movimiento. Porque si bien es de celebrar que bandas tan veteranas todavía sigan dando el callo, no deja de ser triste que publiquen nuevo material más por inercia que por que realmente tengan algo interesante que ofrecer.
GONZALO PUEBLA