Ignoro por si es porque a medida que te haces mayor las personas se vuelven más tranquilas, más nostálgicas, o quizá es simplemente para no aburrirse, pero desde hace años hemos visto como varias bandas veteranas del llamado celtic punk cada vez ponían más acento en el celtic y menos en el punk.
Ya fueran Flogging Molly o Dropkick Murphys, con el paso del tiempo su música ha ido perdiendo velocidad y distorsión, y las acústicas y violines han ido ganando peso. Pero no perdamos la esperanza, porque por suerte, algunas formaciones están dispuestas a mantener el espíritu original. Ahí tenemos a los australianos The Rumjacks o a estos Drunken Fighters que acaban de debutar con su primer largo, Someday.
Formados en Barcelona en 2018, el sexteto parece haber pasado más horas en pubs bebiendo pintas de Guinness que tomando cañas en cualquier bar de tapas. Lo único que delata su origen es el fuerte acento de Alex, la vocalista, a quien recomendaría que de cara próximas grabaciones tenga algún nativo angloparlante a mano para que la asesore, o bien opte por su lengua materna. Canta muy bien, pero no acaba de resultar del todo creíble.
Es una pena, porque en todo lo demás Drunken Fighters aciertan. Canciones como ‘Fight’, ‘Friends’ o ‘Monday Dawn’ tienen gancho, la energía es contagiosa, y la integración de flautas y violines está muy lograda. Desde luego, cuando suena su música es difícil no ponerse a bailar. Además, pese a situarse en un estilo tan concreto, saben encontrar diferentes variaciones, como esa más punkarra ‘Je$u$’, que podrían haber firmado los primeros The Interrupters, el trepidante ataque de hardcore melódico de ‘Like Today’, o esos coros en el estribillo de ‘Germs’ que les da un toque distinto.
Como en muchos primeros discos quedan cosas por pulir, pero lo más importante es que se aprecian ganas y buenas ideas. Esperemos que en el segundo, todavía puedan materializarlas mejor.
MARTA PUIG
