Uno de los secretos del éxito de los Guns N’ Roses clásicos fue la fuerte personalidad y talento de sus componentes. Si bien el genio, entendido en sus múltiples acepciones, de Axl Rose podía eclipsar al resto, los fans de verdad sabían que personajes como Izzy Stradlin o Duff McKagan no eran precisamente meros comparsas al servicio de un líder. Y si bien Slash ha sido el que ha logrado construir una carrera más sólida fuera de Guns, ninguno de sus discos tiene un valor artístico especialmente relevante.
Tampoco lo tenían los que Duff grabó con su banda de punk rock Loaded, pero la edad, la experiencia y la inteligencia del bajista probablemente le hayan hecho dar cuenta que después de la monstruosa gira mundial de Guns, y a la espera de ese nuevo disco que parece que definitivamente está en marcha, no hubiera tenido mucho sentido reaparecer en solitario con algo que pudiera ser comparado a la banda madre. De ahí que en Tenderness se haya decantado por un sonido puramente americano, de tono adulto y cercano al country. El contar con Shooter Jennings como mano derecha sin duda le ha ayudado a que, lejos de parecer un movimiento forzado, todo se muestre con absoluta naturalidad. La mayoría de canciones son medios tiempos con una instrumentación muy acústica, con pianos, violines y pedal steels enriqueciendo los arreglos.
La sobriedad de canciones como ‘Last September’, ‘Cold Outside’ o ‘Feel’ apenas se rompe por el toque stoniano de ‘Chip Away’ que recuerda a los JuJu Hounds de Stradlin, pero la línea que impera es la de la contención. Duff carece del vozarrón de un Mark Lanegan para elevar unas composiciones tirando a simples a otro nivel, pero aún así Tenderness resulta una buena colección de canciones para escuchar con calma mientras se contempla el crepúsculo.
JORDI MEYA