Si he de ser sincero, me sorprende la presencia que Ego Kill Talent han ido ganando desde que supimos de ellos con su primer álbum en 2017. No debe de ser fácil para un banda brasileña colarse en giras con bandas como System Of A Down o Faith No More, tocar en festivales por todo el mundo (aquí pudimos verles en el Download Madrid), o sacar su nuevo álbum con una multinacional.
Porque pese a ser una buena banda de lo que podemos entender como rock alternativo, y que compongan canciones con cierto gancho, tampoco es que tengan nada especial que los distinga de decenas de bandas europeas o americanas que, a priori, lo tendrían más fácil para obtener cierta notoriedad. Dicho esto, no podemos decir que The Dance Between The Extremes sea un mal disco, ni ellos una mala banda que no merezca parte del reconocimiento que está teniendo, pero tampoco mucho más.
Sin lugar a dudas, Foo Fighters son la referencia más reconocible en el sonido de este segundo álbum, tanto porque Jonathan Dörr posee un timbre de voz muy parecido al de Dave Grohl, como porque comparten su gusto por combinar riffs con melodías (‘Deliverance’, ‘In Your Dreams Tonight’). Y por si fuera poco, el álbum ha sido grabado en Studio 606, los headquarters de los Foos.
Nombres como los de Alter Bridge, Shinedown, y en general de ese post grunge que tan bien sigue funcionando en Estados Unidos, también te viene a la cabeza en canciones como ‘Now’, ‘Silence’, o el inevitable medio tiempo de ‘Our Song’, que muestran a una formación que sabe a lo que juega y se defiende bien en su partido.
Casi sobra decir que la originalidad brilla por su ausencia, pero como ejercicio de rock accesible, The Dance Between The Extremes cumple su función de sobras, y a poco que activen de nuevo su agenda de contactos -en 2020 ya tenía cerrada una gira con Metallica y Greeta Van Fleet- a buen seguro que el nombre de Ego Kill Talent puede ser una constante en el mundo post pandemia.
FERNANDO GÓMEZ