Se veía venir. Desde que Dave Grohl pisó por primera vez el escenario del estadio de Wembley junto a sus compañeros de Foo Fighters en el inicio del concierto de homenaje a Taylor Hawkins teníamos claro que en algún momento rompería a llorar.
Ya en ese primera aparición se le veía con los ojos vidriosos, y a lo largo de varias de las colaboraciones con algunos de los músicos invitados se le notaba especialmente emocionado, como cuando su hija Violet cantó dos temas de Jeff Buckley -otro talento que nos dejó antes de tiempo- con él a la batería.
Pero toda la emoción y tensión acumuladas, ya no durante la noche, sino en los últimos meses, le desbordó al inicio del set final de Foo Fighters cuando rompió a llorar cantando ‘Time Like These’, la canción con la que estuvieron abriendo los conciertos de su última gira y cuyo estribillo ha adquirido un significado aún más potente.
«It’s times like these
You learn to live again
It’s times like these
You give and give again
It’s times like these
You learn to love again
It’s times like these
Time and time again».
Solo él sabe lo que le estaría pasando por la cabeza en ese momento, pero seguro que además de Taylor, a quien se refirió como «amigo y hermano» en varias ocasiones, también pensaría en su madre, fallecida el pasado 17 de agosto, y en todas las personas que en algún momento le han marcado y ya no están entre nosotros. Quién sabe si durante ni que fuera un segundo le apareció el rostro de Kurt Cobain.
Es una imagen que merece pasar a la historia de la música, pero no porque contribuya a edificar la mitología del rock como cuando The Beatles actuaron en el programa de Ed Sullivan o Jimi Hendrix quemó su guitarra en el festival de Monterey, sino precisamente por todo lo contrario.
Sus lágrimas son las nuestras, son las de cualquiera que haya perdido a un ser querido. Y por muy cínico que seas, por mucho que Dave Grohl te resulte cansino, o por muy poco que te gusten Foo Fighters, es casi imposible no conmoverse con en ese instante en el que un dios del rock se mostró simplemente como un ser humano.
JORDI MEYA