Galder Gaztelu-Urrutia debuta en el largometraje cogiendo por los cuernos una potente y ambiciosa historia de David Desola y Pedro Rivero poniendo imágenes a una propuesta por encima de la media en el panorama nacional. Por encima de la media en talento, pero también en atrevimiento.
Lo fácil sería hablar de referencias, poner una detrás de otra todas las obras de ficción, literarias y audiovisuales, que cohabitan en una estructura vertical diseñada para la reflexión del espectador.
En El Hoyo, triunfadora en Toronto, donde se llevó el premio Midnight Madness, y sobre todo en Sitges, que la despidió con cuatro premios gordos (película, director revelación, premio del público y efectos especiales), hay hueco para todo.
Posiblemente no se trate de la película más sutil del año, pero que llegue a nuestras pantallas durante el fin de semana electoral, hace de ella una herramienta interesante para meditar la jornada de reflexión.
Ivan Massagué, Antonia San Juan o Emilio Buale desbordan energía en sus interpretaciones, quedando la película acomodada plácidamente sobre el carisma de Massagué, rey de la función, mesías piramidal.
Sátira socio-caníbal con el estrato social, el poder, la solidaridad y la libertad, la película no duda a la hora de emplear la palabra o el palo según convenga. Y también el humor, claro. Qué sería de nosotros sin el humor. Noventa minutos de estilazo con sabor a cómic europeo.
MIGUEL BAIN
