El último disco en solitario hasta la fecha de Emma Ruth Rundle era On Dark Horses de 2018. Con él, la cantautora de Los Angeles se consolidó como una de las figuras a seguir en ese folk oscuro, con toques eléctricos influenciado por el doom y, en ocasiones, el rock gótico.
Su buena estela se prorrogó el año pasado con la publicación de dos excelentes y muy recomendables EP’s en colaboración con la banda de sludge/doom Thou, May Our Chambers Be Full y The Helm of Sorrow, así como el single con Chelsea Wolfe, ‘Anhedonia’, tema que sintetiza de manera magistral el registro de ambas divas de lo oscuro.
Ahora nos presenta Engine Of Hell, un álbum expiatorio, terapéutico y concebido como una especie de exorcismo de traumas del pasado que le ha servido como terapia o, sencillamente, desahogo. Su voz se presenta simplemente acompañada por una guitarra acústica o un piano (en un par de temas aparece un chelo y algún coro) a lo largo de los poco más de 40 minutos que dura el disco.
Aquí no encontramos artificios, los cortes han sido grabados en una sola toma en la mayoría de ocasiones, y con la única presencia de su productor. Nada más. Y sin embargo, a pesar de su minimalismo, esta joya resuena con fuerza. Muestra de ello podría ser la susurrante y melódica ‘Body’ o el emocionante cierre, con un piano punzante, casi hiriente, en ‘In My Afterlife’.
Nunca el dolor, la angustia y la tristeza que puede mostrarnos el ser humano, sonaron tan frágiles y bellos como en ‘Blooms Of Oblivion’ que destila una crudeza y dureza inusitada, solo con una guitarra acústica y un pequeño arreglo de chelo. Tenemos a una Emma compungida, cáustica, y en ocasiones al borde de romperse. Como contraste tenemos momentos preciosistas y hermosos con melodías y voces casi litúrgicas como en ‘Citadel’.
Es un disco arriesgado, diferente a lo que nos tenía acostumbrados después de los tres anteriores en solitario. Un viaje hacia lo más profundo de su alma, sus temores y vivencias que ha necesitado expresar para poder dar un salto hacia delante, en este caso en lo personal y, en consecuencia, en lo artístico.
Desnudar sus emociones ante el oyente, casi con total seguridad, le habrá ayudado a espantar esos nubarrones existenciales. En lo artístico, es una evidencia que se trata de un punto inflexión en su carrera, mostrándonos a una Emma Ruth Rundle valiente, mucho más delicada, y con una sensibilidad emocional y musical aún más intensas.
JOAN CALDERON