Aún habrá que darle gracias al COVID por lo tremendamente bueno que es el nuevo disco de Angelus Apatrida. El malestar, la frustración y la mala hostia acumulada durante el año pasado ha provocado que los albaceteños nos entreguen su artefacto más demoledor.

Hace 20 años las posibilidades de que un grupo de Albacete se convirtiera en uno de los referentes europeos, si no mundiales, del thrash metal eran escasas, por no decir nulas. Pero gracias a su talento y perseverancia, y la desaparición de antiguas barreras invisibles y prejuicios atávicos que ha traído Internet, Angelus Apatrida han logrado ganar a la banca.

Eso no significa que Guillermo Izquierdo (voz, guitarra), David G. Álvarez (guitarra), José J. Izquierdo (bajo) y Víctor Valera (batería) estén forrados  o que giren por el mundo en su jet privado. Al contrario. Su realidad se parece más a la de cualquier currante que a la de una estrella del rock, pero aun así, a veces conviene pararse un momento, coger perspectiva, y valorar todo lo que han conseguido. Desde tener el continuo apoyo de un sello como Century Media, a haber pisado escenarios en toda Europa, Japón, Brasil o Australia; algo que tenían previsto seguir haciendo en 2020.

Toda esta proyección internacional quedó, temporalmente, truncada por la pandemia. Pero en lugar de quedarse en casa relamiendo su heridas, Angelus Apatrida decidieron aprovechar el tiempo y componer y grabar su séptimo álbum (aquí podéis leer crítica). Sobre su nueva obra, la gestión emocional de la pandemia, y mucho más, hablamos largo y tendido con Guillermo hace unas semanas.

Si no recuerdo mal, hace tiempo me habías contado que teníais la idea de sacar un EP. ¿Cuándo y por qué pasáis de hacer un EP a un álbum?
GUILLERMO IZQUIERDO «Pedro Sánchez nos dijo ‘No saquéis EP’s, quedaros en casa y grabad un disco entero’ (risas). No, la cosa fue que en 2019 estuvimos en muchas reuniones hablando sobre el estado de la industria musical, y de cómo en muchos estilos se estaban acogiendo a otra dinámica de hacer lanzamientos, ir sacando singles, EP’s, etc… centrarse más en vídeos, YouTube, Spotify… Sabemos que todavía el mercado del metal o del rock no está muy acostumbrado a eso, pero nos parecía interesante. Además el año pasado tampoco íbamos a tener tiempo de grabar un disco entero porque teníamos un montón de giras. Veníamos de hacer la Brasil en diciembre, luego en febrero y marzo teníamos gira europea con Evil Invaders, luego la posibilidad de hacer una gira por Estados Unidos en mayo, y luego en verano teníamos mogollón de festivales. Así que pensamos en lo de hacer el EP con cuatro o cinco temas porque ya habrían pasado dos años desde Cabaret De La Guillotine, y aprovechar que íbamos a cumplir 20 años para sacar algo nuevo. Pero luego en marzo ya sabemos lo que pasó, y se fue todo a la mierda. Así que decidimos seguir componiendo y terminamos de escribirlo en verano. También es que cada tema que sacábamos nos molaba más que el anterior, y el siguiente aún más. De hecho teníamos doce temas, y sólo grabamos diez. A lo mejor esos dos que sobraron sí que los sacamos el año que viene en un EP».

Desde el punto de la industria entiendo lo de los EP’s, y los vídeos, pero como fan, ¿tú le prestas la misma atención que si te llega un disco? Porque yo no.
«Yo igual. Pero supongo que es porque todavía consumimos música de una manera muy romántica, pero la mayoría de gente joven consume música en digital, en su móvil, y a veces ni siquiera con cascos, horrible (risas). Por desgracia el público del rock y el metal se está haciendo cada vez más mayor, no hay tanta gente joven que lo siga. Pero estos últimos meses he estado viendo lo que ha hecho Machine Head, sacando singles, vídeos, y está guay porque es una manera de mantener a la gente caliente. También la lástima es que cuando sacas un disco entero, hay canciones que se quedan en el olvido, porque no las has sacado como single o no las llevas al directo… Parece que sean menos importantes, aunque sean canciones muy guapas. La verdad, no sé cómo funcionaría cuando intentemos sacar pasta de esto, porque necesitas cientos de miles de reproducciones en Spotify para sacar unos royalties decentes. Al final, de la venta de discos sacas poco pero sacas algo».

«Es necesario que puedan a volver a abrir las salas, aunque sea con menos aforo. Y si no, ¡a robar bancos!» GUILLERMO IZQUIERDO

También es curioso, y contradictorio, que se diga que la gente ya no tiene la atención suficiente para aguantar un disco entero, pero luego puedan mirar una serie entera del tirón. O también hay podcasts que duran horas y tienen millones de reproducciones. Creo que al final nadie sabe lo que funciona o lo que no.
«Exactamente, al menos en lo que a nosotros nos toca. En otros estilos más volátiles que van cambiando año a año, los artistas se hacen super famosos con uno o dos temas. No paro de verlo en el programa La Resistencia de Broncano, que lo vemos casi todos los días. No sé si me estoy haciendo mayor, pero no entiendo ni la gente que sale ni la música que hacen. Me niego a pensar que me he perdido, pero veo gente de 18, 19 años que a mí me parece que hacen una soberana mierda y tienen cientos de mies de seguidores. Yo puedo entender una canción pop o dance, creo que tengo suficientes conocimientos para saber si algo es bueno, pero hay algunas cosas, ya no trap, si no cosas que no tienen ni un ritmo, con un tipo o una tipa balbuceando como si le acabaran de sacar las muelas, con tatuajes en la cara… No sé, no lo pillo. Cuando era pequeño podía entender a Spice Girls o Backstreet Boys, incluso ahora lo escucho y pienso ‘joder, es que está estudiado, suena de puta madre y es perfecto’. Pero con cosas de ahora, no le veo nada de eso».

También creo que hay una especie de complejo de gente de cierta edad de darlo todo por bueno simplemente para parecer que no se queda atrás. Pero habrá qué poner algún listón ¿no?
«¿Y quién lo va a poner?».

Pues empezando nosotros. Diciendo como tú que hay cosas que te parecen una mierda, en lugar de decir ‘está muy guay’ por postureo.
«Ya, pero Broncano se mueve por la audiencia. Es normal. Si fuéramos Angelus Apatrida al programa lo vería mucha menos gente que si lleva a algunos de estos super famosos. Es el mundo en el que vivimos. Es el capitalismo. ¿Si es lo que la mayoría quiere? ¿Qué le vas hacer? Pues nosotros a seguir a nuestro rollo».

Ahora que todo van tan rápido, vosotros que lleváis 15 años desde el primer disco, parece que seáis dinosaurios.
«No tengo esa sensación ni de coña (risas). Aunque ya estamos bien entrados en los 30, creo que estamos en uno de los mejores momentos físicos y profesionales. Aunque cueste atraer a gente joven, tengo la esperanza de que todo es cíclico. Las cosas van volviendo, y creo que el rock y el metal volverá a tener importancia. También es que aquí en España… No sé si en Alemania ese post reguetón ha llegado. Incluso en Latinoamérica, estuvimos en Panamá, y hablando con la gente, veías que para ellos el reguetón es como en Colombia la cumbia. Es su propia música y a la peña metalera también le mola. Allí nos decían que creían que en España no entendíamos lo que era, que lo habíamos llevado a un extremo muy barriobajero, machista… Y yo les decía que no es que lo entendiéramos así, es que lo era. Basta ver las letras, los vídeos, lo ves en la actitud de los chavales. Yo cada vez que me cruzo con chavales de 14 a 18 años, visten como kinkis, hablan como kinkis…».

Pero ahí tengo que decir que en los 80 a los heavies también se les veía como kinkis, y las letras y los vídeos también eran machistas. 
«Hombre, desde luego, y sigue habiendo gente así. Pero yo creo que ahí sí podemos hacer algo. El rollo Mötley Crüe y Manowar estaba bien en su momento, y tampoco hay por qué enterrar los discos, pero tienes que entender en qué época fueron escritos. Pero ahora en 2020 no tiene sentido hacerlo. Yo creo que ahí las bandas y los fans sí tienen la responsabilidad».

Bueno, yendo ya a vuestro disco, me ha sorprendido que vais muy a piñonaco. Empieza y no baja el ritmo hasta el final. Quizá sólo baja un poco, y sigue siendo rápida, en ‘Through The Glass’.
«La gente que ya nos conocéis ya sabéis que el hardcore siempre ha sido una influencia muy plasmada en nuestra música, tanto el clásico de New York, como el crossover. Aquí tanto porque hemos bajado medio tono las guitarras, como por la mala hostia de estos meses, ha salido así. No era intencionado, pero se ha escrito música con muchísima rabia, con letras incendiarias. Es un disco que se ha compuesto y grabado durante una pandemia global, que es algo que no se ve todos los días, bueno ahora sí (risas). Sin quererlo, se ha plasmado esa desesperación, esa mala leche. Por eso va a piñón. Recuerdo que cuando hicimos el primer tema, ‘Indoctrinate’, no tenía letra todavía, y cuando llegó la pandemia, David dijo ‘Esto tiene que ser el primer tema, ni intro, ni hostias’. A los tres segundos de darle al play ya te peina, y no baja el ritmo. Quizá sólo en la que dices, ‘Through The Glass’, que incluso la letra es más metafórica, o en ‘Disposable Liberty’ que es un medio tiempo clásico, pero aún así es muy cañera. No sé, la intención del EP es que fuera muy cañero. Si no me equivoco iba a ser ‘Indoctrinate’, ‘Bleed The Crown’, ‘Rise Or Fall’ y otra que se ha quedado fuera y que esperamos sacar más adelante. Creo que es la primera vez que sigo sintiendo la misma rabia y mala leche que cuando escribí las canciones, porque antes era como una manera terapéutica de sacarlo en la música y te olvidabas. Pero ahora escucho el disco y me sigo enfadando, me hace pensar en lo que estamos viviendo y nos queda por vivir. Déjame decir que creo que Víctor ha hecho las mejores baterías de su vida. Es la primera vez que son completamente naturales. Normalmente tiras de tecnología, de triggers, de samplers, o haces un re-amp con software para las guitarras, si no tienes dinero para tirarte meses en el estudio, pero esta vez está todo grabado tal cual. También tiene que ver que acaba de entrar en Mapex y le mandaron un puto cañonazo. Es el disco más natural, y sin embargo el que mejor suena».

¿Es el disco al que menos vueltas le habéis dado o menos dudas teníais?
«Nunca hemos dudado. Los temas que hemos hecho siempre nos han gustado, pero quizá sí hemos intentado darle menos vueltas. Que el riff principal fuera más sencillo, que no tuviera diez notas, y mantenerlo, buscando la variación con la voz, o la cadencia de la batería o el bajo. Por ejemplo en ‘Through The Glass’ tiene una parte de guitarra que se va repitiendo y luego el bajo es el que va cambiando. Pero eso ha sido más buscado. Nos hemos atrevido a hacer cosas más diferentes. Hasta el último día hemos ido probando más cosas».

Antes has destacado lo del cambio de afinación. ¿Realmente es un recurso que nunca habíais utilizado?
«Pues nunca lo habíamos pensado. Creo que siempre habíamos pensado que nuestra afinación era ésa porque sí y ya está. Hemos hecho canciones con diferentes afinaciones, en Give ‘Em War y en el primero hay dos canciones que están en drop. Pero esto surgió cuando estábamos haciendo los primeros temas, y me puse a tocarlo en Re y le dije a David que probara con los suyos y los grabara. Y me envió un mensaje en plan ‘¡Brutal!’. No es un cambio muy significativo, es sólo medio tono, pero nos ha abierto un mundo de posibilidades».

Para cantar también ¿no?
«Sí, sí. Me ha hecho esforzarme mucho más. Parece que no, pero en la voz medio tono se nota mucho. Me ha hecho tener una voz más grave, más personal, he rascado más, pero también me ha abierto el rango agudo, y el poder hacer cosas más versátiles. Igual antes no podía hacer cosas por falta de técnica, o porque no pegaba con el riff, y en cambio aquí sí».

Para la mezcla y mastering habéis contado con un super top como Zeuss. Siempre me pregunto cuando contratas a alguien de ese calibre, si lo que te manda no te gusta ¿cómo se lo dices?
«Exactamente. Había esos y otros miedos (risas). Zeuss es uno de los grandes. Es el que llevó al éxito a Shadows Fall, es el tipo de confianza de Rob Zombie… Teníamos una lista de nombres, porque después de cuatro discos con Daniel Cardoso, que lo hizo brutal, queríamos probar algo nuevo. Lo hablamos con Century Media, nos subieron un poco el presupuesto, y decidimos entrarle. Lo curioso es que no hablas con él directamente, sino con su manager. Un rollo muy americano. Esta peña no trabaja con todo el mundo, aunque tengas la pasta. Ése era el primer miedo. Que claro, el mánager le iba a presentar una banda de Albacete, España, con un nombre impronunciable (risas). Pero luego ya contestó él y dijo que le encantaba trabajar con bandas de thrash metal, que es uno de sus géneros favoritos, y que adelante. Y ahí ya le mandamos la maqueta, y empezamos a trabajar con él. Pero luego llegó el segundo miedo; lo que dices: ¿Y si no nos mola lo que manda qué hacemos? Porque hay cero confianza y te da respeto. ¿Y si les dice a Hatebreed que somos unos gilipollas? Pero no. Fue todo genial. Le mandamos todo como pidió, Juanan (López) de Baboon Records hizo un trabajo brutal, y el primer mix reference que nos mandó ya no sonó brutal. Lo escuchamos y pensé ‘joder, este tío ha entendido la banda mejor que yo’. Hicimos un par de cambios pequeñitos, y le mandamos algunos efectos, pero le pedimos que metiera lo que le pidiera el cuerpo. Y lo que hizo fue brutal».

¿Hay alguna cosa que os sorprendiera?
«Muchas cosas. Para mí, sobre todo lo que hizo con la dinámica de la batería, sobre todo en el ride, que es un plato muy difícil que esté presente, sin que moleste. Nosotros queríamos que sonara muy crudo, tipo Vulgar Display Of Power. Y lo clavó. Tiene muy buen gusto y por algo es un top. Ahora hay que vender discos para poder pagarle (risas)«.

¿En que situación contractual estáis ahora con Century Media?
«Con Cabaret… terminábamos contrato y nos han renovado. Y en mejores condiciones. Eso es sobre todo mérito de Paco, nuestro manager. Nosotros estamos encantadísimos con Century Media. Somos amigos. La mayoría son músico o ex músicos y nos entendemos muy bien. Que sigan creyendo en la banda es super importante».

«Me parece lamentable que haya homófobos escuchándonos o en
nuestro rollo. El heavy metal siempre ha sido anti todo eso»
GUILLERMO IZQUIERDO

Como decías, el disco transmite mucha rabia. De todos estos meses ¿qué es lo que más te ha jodido o indignado?
«Muchas cosas. Quizá lo que más se me ha enquistado es que en las primeras semanas de confinamiento todo era como positivo. Veías a la gente que salía a aplaudir. Mi pareja y mi hermano trabajan en hospitales, y había días que te emocionabas viendo que por fin la gente estaba más unida. En las entrevistas que hice en el confinamiento decía que creía que íbamos a salir mejores personas, que igual cambiaba el capitalismo, que iba a venir una nueva era… Pero poco a poco eso se fue acabando y empezó a florecer lo chungo. ¡Joder la nueva era! Si nos descuidamos…».

Bueno, en la crisis de 2008 también se decía que se iba a refundar el capitalismo y al final fue al revés.
«Sí, pero como esta crisis tocaba a todo el mundo, sin importar raza, o tu cartera, parecía que podíamos salir mejores personas, pero ha sido el caldo de cultivo para que la extrema derecha atraiga a la gente desesperada, que es lo que sabe hacer. Parece que hemos celebrado la victoria de Joe Biden como si fuera el nuevo Gandhi, y es un hijo de puta de cuidado. Ver el odio que hay en la gente es lo que más se me ha enquistado. Yo mismo con 36 años, aquí en Albacete he revivido escenas de cuando tenía 16 años, de encontrarte nazis en la calle».

Ya…
«Recuerdo un sábado de verano por la tarde, super soleado, íbamos con unos amigos a la zona de tascas de Albacete a tomarnos unas birras. Yo a veces llevo una mascarilla roja y negra. Pues pasamos por un bar de ex legionarios, fachas, y se levantaron de las mesas… Y porque no entramos al trapo, pero fue una situación super lamentable con la avenida llena de peña… Me dieron ganas de llorar. En las horas posteriores me dio mucho bajón. En plan ‘Tengo 36 años y me han dicho de todo, que me iban a matar, rojo de mierda, hijo de puta’. Gente mayor además, no eran chavales. Serían ex militares o ex policías, o borregos, con sus banderas de España, que a mí me la suda. Esa situación me tocó. Hay letras como ‘Indoctrinate’, ‘Rise Or Fall’, ‘Disposable Liberty’ o alguna más metafórica como ‘Through The Glass’ que hablan de eso. A esto hemos llegado y parece que irá más porque esta gente sigue y sigue, y envenena… Es muy triste ver como cada vez más cayendo más gente en el discurso del odio y el fascismo. Se ha blanqueado el fascismo, desde los periódicos hasta tu vecino. Antes alguien te podía decir ‘Soy de derechas, pero no soy franquista’. Ahora te dicen ‘Sí, soy fascista y orgulloso’. Te dicen ‘¿Qué pasa? ¿Que tú puedes ser comunista y yo no fascista?’. Lo primero, yo no soy comunista, y lo segundo, ¿qué tiene que ver una cosa con la otra? Eso es lo que ha pasado. Lo que necesitaba la extrema derecha, como habían hecho en Austria o Francia con la inmigración, y aquí quieren construir lo que en Polonia o en Hungría, que son dos países que son una lástima. Porque el gobierno es de extrema derecha, pero es que la oposición son directamente nazis. Es brutal. Al final, ves que tu futuro, el de tu gente, peligra. Como decían, somos 26 de millones de hijos de puta. Pues a lo mejor somos algunos más que en el 36…».

¿Cómo banda también habéis notado este clima? 
«Nunca hemos sido una banda política, o tenido un mensaje político, ni ideológico, pero siempre hemos hablado de derechos humanos, de crítica social, escupir contra el sistema, como ha hecho el punk y el heavy metal toda la vida. Pero cada vez que hemos puesto un post en favor de la comunidad gay, lesbiana y trans, nos han llovido críticas brutales. No sólo de España, sino de todo el mundo. Nos dicen maricones como si fuera un insulto. ¿Qué hace esta gente escuchando nuestra música? Me parece lamentable que haya homófobos escuchándonos o en nuestro rollo. El heavy metal siempre ha sido anti todo eso. A nadie le importa de dónde vienes, ni a quién te follas, nunca ha importado. Algunos de nuestros mayores ídolos son gays, y algunos han muerto y otros siguen vivos como Rob Halford».

Cuando te cabreas y te pones a escribir ¿en el momento te sirve de alivio o aún te cabreas más porque tienes que darle más vueltas?
«Un poco las dos cosas. Pero es lo ‘bueno’. Hace que la música suene más auténtica y rabiosa. Hace que cobre sentido. Hay un tema de Los Chikos Del Maíz que dice eso: ‘Al menos nos dais temas para escribir’. Pero joder, me encantaría poder escribir sobre ir de fiesta, cerveza, y pasarlo guay con los colegas. Pero no es lo que me preocupa en esta vida. Si en el futuro vivimos en un mundo feliz, igual hasta hacemos otro tipo de música. Lo peor de todo es que miras atrás y ves 20 años, siete discos, y ves que conforme vas escribiendo las cosas han ido a peor y peor».

Supongo que hacer el disco también ha servido para mantener la moral del grupo, en un año en el que no podíais girar. ¿Cómo lo habéis gestionado a nivel emocional?
«Pasamos por etapas muy diferentes. Sobre todo al principio, porque no sabíamos lo que iba a ocurrir. Desde hace unos siete años somos una empresa y éste es nuestro principal trabajo. David da clases de guitarra, Víctor de bajo, y mi hermano José hace cosas de artesanía, pero esto es nuestro principal trabajo. Tenemos nuestros créditos, nuestro vehículo, nuestros impuestos… y ahí hubo un momento de shock. Luego salieron algunos anuncios de ayudas, créditos ICO, paro de autónomos, y los primeros seis o siete meses pudimos tener un poco de alivio y centrarnos en hacer el disco. Y claro, nos dio moral porque tienes un horizonte, pero el fantasma éste de la incertidumbre sigue ahí. Cada mes cuando tienes que pagar las letras o los sueldos ves que la cuenta va bajando y bajando. Como no ocurra un milagro no sabemos lo que pasará. La gira que teníamos aplazada con Evil Invaders para este febrero se ha vuelto a posponer. Hemos probado suerte con los conciertos en streaming, y la peña nos ha apoyado, pero no creo que sea el futuro».

En agosto os pude ver en el Fòrum de Barcelona. ¿Disteis algún concierto más?
«No. Tuvimos la suerte de hacer ése, pero los demás que teníamos programados se cancelaron de manera unilateral por parte de las autoridades. Como el Resu Express, o lo del Tsunami. Fue una putada. A ver si con lo de Alerta Roja nos hacen caso. Detrás de los músicos hay un montón de gente como técnicos, managers, promotores, backliners, que hacen que sea posible. Todos estamos jodidos. Y los músicos aún podemos tener otros ingresos, pero los técnicos viven al día».

¿Cómo recuerdas ese concierto, con el público sentado, las mascarillas?
«A mí me pareció muy guay. Creo que fue una manera muy inteligente y valiente por parte de la organización del Primavera Sound. Nos alegró mucho que contaran con nosotros porque también fue una inyección de buen rollo y de moral que necesitábamos. Volver a la furgoneta, cargar, hacer la prueba… Al final que la gente estuviera sentada tampoco fue tan diferente porque sabías que estaban ahí. Y sobre todo sabiendo que es algo temporal. Entiendo que quizá había mucho miedo, y no todos los bolos tuvieron la misma aceptación de público, es normal. Para nosotros estuvo muy guay, pero es necesario que puedan a volver a abrir las salas, aunque sea con menos aforo. Y si no, ¡a robar bancos!».

Para acabar ¿qué pasa con Perrobala?
«(Risas) Eso ¿qué pasa con Perrobala? Pues nada el perro se está echando una siesta. Ahora mismo está todo muy muerto, ya veremos si vuelve. Cada uno tenía sus movidas, empezamos a posponer ensayos… Me encantaría rescatarlo, pero con la pandemia y los líos de cada uno, por ahora está complicado».

JORDI MEYA

Escucha a Guillermo en nuestro podcast dedicado al Big 4 del thrash junto a Busi (Crisix) y Javi Guerrero (Avern).