No es fácil escribir himnos, pero Aphonnic han dado con la tecla para que cada una de sus canciones merezca ese calificativo. En La Reina, los vigueses nos ofrecen una nueva oportunidad para cantar con ellos.

La Reina, el sexto álbum de Aphonnic, suena con esa naturalidad y fluidez que sólo ocurre cuando piezas como el talento, la confianza y el trabajo encajan a la perfección. Sólo Chechu (voz), Iago (guitarra), Richi (bajo) y Alén (batería) saben las horas, días y años que les ha costado llegar hasta aquí, pero finalmente han alcanzado ese nivel al que quizá sólo imaginaban cuando empezaron a tocar en Vigo a principios de la pasada década. Además, en Vasco Ramos (More Than A Thousand) encontraron ese aliado imprescindible para sacarles todo su potencial. El portugués se ha convertido no sólo en el productor de sus tres últimos discos, sino también en una especie de mentor.

Pero para La Reina el grupo también ha contado con un nombre de prestigio como David Bendeth, un tipo que ha trabajado desde con clásicos como Jeff Beck hasta bandas del nuevo milenio como Bring Me The Horizon. Pese a que, como nos cuenta Chechu, les hizo sudar, el resultado salta a la vista.

Las críticas de La Reina están siendo muy buenas. Estaréis contentos…
CHECHU “Sí, la verdad es que a la gente le está gustando. Creo que al principio parece un poco raro por el sonido, pero una vez empapado, puede molar a bastante gente”.

Os habéis tomado hacer este disco con relativa calma. ¿Era una cuestión de pasta, de querer trabajar con tranquilidad…?
“Normalmente solemos sacar disco cada tres años, y más o menos ha ido por ahí. Pero también es verdad que la gira de Indomables se estiró bastante porque iban saliendo cosas. Normalmente nos gusta sacar los discos en otoño, y ésa era la idea, pero al final se retrasó un poco. Pero total, nosotros no vivimos de esto, y lo que no queremos es dar un paso atrás. Preferimos tomárnoslo con calma y hacer las cosas bien para seguir creciendo un poquito”.

Desde fuera parece que Indomables fue un punto de inflexión, al menos en cuanto a oportunidades, conciertos…
“Sí. Digamos que trabajar con Álvaro de Wilma Producciones es un aliciente. Las puertas que antes no se abrían y parecían inaccesibles, ahora ya se abren un poco y te puedes colar. Trabajar con él está siendo cojonudo, porque al menos con nosotros se mete en el papel. Estamos contentísimos de poder contar con él”.

Pero algún mérito será vuestro también… (Risas).
(Risas) Sí, bueno, todo tiene que ver, pero seguimos teniendo la filosofía que muchos grupos del llamado underground superan muchas veces a los que están arriba, lo que pasa es que no se les dan oportunidades. Álvaro conoce el gremio de muchos años con Hamlet, conoce a las salas, a los promotores, y eso lo hace más fácil. Luego nosotros hacemos el trabajo, claro”.

Sigues pensando que el mundillo de la música todo es un pasteleo.
“Prácticamente sí. Creo que es pasteleo, un puto monopolio, hay muchos amiguismos… Vamos, como la vida misma. Si no tienes un padrino es jodido. Hay casos que sacan un disco y gracias al boca-oreja, lo petan y van hacia arriba. Pero son contados. Por ejemplo, ahora con Desakato. Yo me alegro muchísimo porque es un grupo que lleva 30 años, pero demuestra lo jodido que está todo. Nosotros seguimos a lo nuestro y si pasa algo, pues cojonudo. Pero es una opinión personal, eh”.

«Si no tienes un padrino es jodido». CHECHU

¿Fuisteis componiendo mientras seguíais dando conciertos con Indomables o esperasteis a tener ya toda la agenda limpia?
“No, el álbum lo fuimos haciendo durante el último año. Con los bolos que teníamos, nos daba tiempo. Normalmente cogemos dos semanas para trabajar con Vasco Ramos en la producción, una a final de año y la otra en enero, para no joder los días de vacaciones por si salen bolos”.

¿Costó arrancar?
“Esta vez teníamos bastantes ideas. Pero con Vasco nunca sabes. Había dos canciones que me gustaban mucho y fueron las dos primeras que mandó a la mierda. Pero ya llevamos nueve años con él y, bueno, te jodes, y quedan esos dos temas para escucharte en casa. La verdad es que llevamos bastantes cosas de riffs, baterías, melodías de voz y al final el disco salió bien”.

Antes hacías una referencia a que el sonido podía parecer raro. ¿Teníais claro que queríais darle un giro?
“En un principio nosotros nos dejamos guiar por Vasco. Él quería que las mezclas las hiciera Henrik Udd, que trabajó doce años por Fredrik Nordström. Vasco tenía buen rollo con él, y era fácil trabajar con él. Le pedías cambios y te los hacía sin problemas, pero nosotros estábamos inquietos con lo que nos mandaba y decidimos parar. Básicamente nos estaba mandando un Indomables II, tal cual, y no era lo que queríamos. Luego salió lo de David Bendeth y fue arriesgado porque esta gente cobra por respirar, pero lo hicimos y quedamos bastante contentos. Lógicamente se podrían mejorar muchas cosas, pero creo que el resultado quedó chulo”.

¿Qué cambiarías en concreto?
“Bueno, al final se volvió un poco loco con algunos efectos y creo que ensucia un poco, pero son pormenores. Y sobre todo no haber tenido más tiempo porque trabajar con Bendeth es bastante jodido. No da margen de maniobra. Tienes que entender que ha mezclado discos de Paramore, la mezcla de Sempiternal de Bring Me The Horizon… y cuando le apretabas un poco te decía que los botones estaban equivocados, como diciendo ‘a mí me vas a decir lo que tengo que hacer’. Es jodido con gente de este nivel. Yo también entiendo que eres tú quien quiere trabajar con él, y hace las cosas a su manera. Si no te gusta, pues hazlo tú en tu casa. Pero, de hecho, Bendeth nos escribió hace poco y nos dijo que para el próximo disco quería trabajar directamente con nosotros y producirlo. Mola que un fulano como éste te diga algo así, pero ya veremos lo que hacemos. Para nosotros, Vasco es el primero”.

Bendeth tiene la fama de ser un puto sargento, así que si vais al estudio con él, prepararos.
“También ocurrió que durante la mezcla, justo a la madre de Vasco le dio una parálisis cerebral y básicamente tuvo que saltar del barco y no estuvo en ningún momento, nos comimos nosotros la historia. Esos 25 días nos hizo sudar, el hijo de puta. Es muy jodido el cabrón. Pero ahí se abrieron también otras puertas. Por ejemplo, Kevin Churko quería mezclar el disco a toda costa, pero ya nos habíamos comprometido con Bendeth. Fue una experiencia de cojones”.

Veo que os están saliendo novias importantes…
“La verdad es que no contábamos con eso. Vino por un mail que le envié con una canción, sin poner el grupo ni nada. Y la mánager, que no sabía que era la mujer también, nos escribió que quería hacerlo, que nos ajustaba el precio… Pero no podía ser. La verdad es que un poco flipante… Al menos nos reímos (risas)”.

Pues poneros a ahorrar desde ya mismo.
“Ése es el gran problema, que hay que ahorrar demasiado. Por lo menos ya te conocen. Pero de ahí a que salga otro disco, ya veremos”.

¿Tienes la sensación de que cada vez domináis más cómo hacer una buena canción, cómo grabarla… todo el proceso para hacer un buen disco de Aphonnic?
“Sí, claro. El tema viene de cuando empezamos con Vasco hace nueve años. Ahora ya sabemos lo que quiere, cómo lo quiere, todo es más fácil. Él da mucha importancia a las voces y los coros porque dice que la gente va a los conciertos a cantar más que a otra cosa. Siempre presta mucha atención a las melodías. Nosotros nos guiamos con él porque tiene una visión brutal que nosotros no teníamos. Quitando lo de Henrik, el resto lo grabamos todo rápido y fue todo bien. Fue rocambolesco pero al final acabamos con David Bendeth, así que guay”.

‘Crisantemos’, la canción que cierra el disco, me parece muy valiente por tu parte y por la del grupo. ¿Puedes explicar el origen de la canción? ¿Tuvisteis dudas de meterla en el álbum una vez terminada?
“‘Crisantemos’ la hicimos en el estudio en los últimos días. Teníamos una línea de piano, Vasco metió dos cositas por encima. Y me lo dijo muy claro: ‘Este tema sólo irá en el disco si hay una letra jodida, una letra que te ponga nervioso. Depende de ti’. Terminamos esa semana, me fui a casa… Nunca la ensayamos porque es algo que hice yo. Y no es una historia que haya vivido yo, pero como padre de dos hijos, perder a un hijo tiene que ser jodido, y tenerle que explicar a tu hija pequeña que ha perdido a su hermano y que no lo verá más, creo que era un tema para sacarle partido y hacer algo diferente. La verdad es que yo no pensaba que esta canción fuera a ser tan comentada, pensaba que pasaría más desapercibida. Pero lo bonito y grande de Vasco está en cómo se grabó. Quiso que la grabara después de estar cuatro días grabando voces, cuando ya tenía la garganta reventada y que la hiciera toda de una toma. Fue de daño puro y duro. La canté en dos tandas, y me dijo ‘ya está’. Le dije que me dejara repetir, pero me dijo que no. ‘Esta mierda está brutal’, me dijo. Se sale totalmente de lo que es el disco porque es minimalista a tope. Pero la verdad es que me ha sorprendido la acogida que ha tenido”.

¿Hay algún otro tema del disco que pienses que lo bordaste como cantante?
“Hombre, bordar, no sé (risas). A mí me gusta mucho ‘KabeloRockNRoll’, me mola un huevo, tiene muy mala hostia, con un estribillo brutal. Realmente hay temas muy chulos”.

¿Qué sentido tiene para ti La Reina, la portada?
“Presentamos tres portadas. Dos eran tipo cómic, parecidas a Indomables, y Alén trajo esa foto, y era diferente. Como queríamos un sonido diferente, pensamos que igual ya debíamos mostrarlo desde la portada. Lo de La Reina vino después, porque no hay un concepto ni nada. Pero queríamos mostrar a una mujer, que, aunque esté en la sombra, como ocurre en la sociedad, está mirando al frente, con personalidad y con actitud. Podríamos decir que es una reivindicación del papel de la mujer”.

«Veo tíos de 40 años que se comportan como colegialas o niños de 13. La ridiculez está tanto en un crío como en uno de cuarenta y pico. La estupidez está rozando niveles absurdos» CHECHU

A nivel de letras, te veo un poco como un narrador de lo que pasa fuera y de lo que te pasa dentro. ¿Es así como lo enfocas?
“Es un poco lo de siempre. No hablamos de cosas diferentes a las que hablan otros grupos, pero tenemos un enfoque distinto, con muchas metáforas, no repitiendo cómo lo dicen otros. Al final es contar el día a día de lo que nos pasa a los cuatro. En este último año que hicimos bastantes bolos vimos lo que estaba pasando en este puto país, que es de auténtica traca. Básicamente es eso”.

Diría que hay un tono de denuncia y resistencia.
“Sí, creo que ésa es nuestra actitud. A nivel de país es un cristo sin puto sentido. Ahora mismo es una jodienda de las gordas”.

¿Ves un atisbo de esperanza o crees que va a ser así de chungo para siempre?
“Políticamente yo espero que las cosas cambien. También es verdad que con el tinglado de las redes sociales se ha desenmascarado a todo el mundo. Ves gente que parece que salga de las cavernas. Joder, estamos en 2020. Parecía que en 2020 tuvieran que venir naves espaciales, y en lugar de eso vemos a niños en una clase y niñas en otras, apedrear a homosexuales, es todo un sinsentido”.

En ‘Mickey Y Minnie’ hablas de las redes. Es una lástima porque por un lado sirven para difundir información que antes se tapaba, pero por otro generan un culto a la imagen y la frivolidad que no son nada positivos.
“Ahora puedes escuchar más opiniones de otros medios, pero mucha gente parece que no tenga vida. Y aun así formo parte del engranaje, todos estamos metidos ahí. Es jodido”.

¿Has llegado a esa edad en la que no entiendes a las nuevas generaciones como les pudiera pasar a nuestros padres con nosotros?
“Lógicamente hay cosas que no entiendes. Pero no es por una cuestión de edad, veo tíos de 40 años que se comportan como colegialas o niños de 13. La ridiculez está tanto en un crío como en uno de cuarenta y pico. La estupidez está rozando niveles absurdos”.

JORDI MEYA