Gracias al éxito de su segundo álbum, Anxela y Violeta, las dos componentes de Bala, pudieron recorrer el globo haciendo lo que más les gusta: ruido encima de un escenario. Con un nuevo discazo bajo el brazo y su fichaje por Century Media, están preparadas para coger las maletas una vez más.
Si buscamos la definición de maleza en el diccionario, veremos que se refiere a la mala hierba que crece de forma silvestre en una zona habitada por el ser humano. A pesar de que suele traer connotaciones negativas, lo cierto es que este tipo de vegetación se caracteriza por su resistencia y facilidad de adaptarse al medio incluso en áreas dónde no parece posible. Esa misma descripción podría servirnos para explicar en cierto modo la carrera de Bala.
Aunque Anxela Baltar (voz y guitarra) y Violeta Mosquera (voz y batería) ya habían formado parte de algunos combos como Calixta, Salvation Army o MLK, la realidad es que se dieron a conocer con un proyecto a priori improbable para dar la campanada. Pero gracias a la facilidad para moverse que les permitía el formato dúo en comparación a sus otras bandas, en 2013 empezaron a hacer ruido de verdad. Y me refiero tanto a la atronadora ecuación de stoner, grunge y punk que respiran sus canciones como a repercusión mediática. Su debut de 2015, Human Flesh, las colocó en el mapa, y tan solo dos años después con Lume tuvieron la oportunidad de plantarse en Japón, Australia, Estados Unidos y Colombia. Un premio inimaginable para estas dos gallegas ya curtidas en unas cuantas batallas.
Su tendencia ascendente terminó de confirmarse cuando a comienzos de 2021 se anunciaba su fichaje por Century Media, sello con el que en unas semanas lanzarán su tercer disco, Maleza. Un álbum que ha tenido que esperar su momento durante casi dos años después de haberse registrado en los Ultramarinos del maestro Santi Garcia y verse aplazado por la pandemia. Un silencio involuntario que va romperse en breve con el que desde ya mismo es uno de los mejores trabajos facturados aquí que vamos a escuchar durante este curso.
Lume os permitió dar el salto al circuito internacional. ¿Era algo que planteasteis desde el principio o fue surgiendo poco a poco?
ANXELA BALTAR «Fue un poco mezcla de ambas. Había algunas cosas que ya teníamos en mente porque Human Flesh había funcionado bien. Ya habíamos ido a Bristol, Londres.. Pero con Lume solemos decir que nosotras mismas fuimos las primeras sorprendidas. Marcó un antes y un después. Comenzaron a aparecer las posibilidades de girar por Australia, Japón y un montón de propuestas que nos pillaron un poco por sorpresa. Algunas ya estaban acordadas y otras empezaron a surgir con el tiempo. Cuando hicimos Human Flesh fue lo típico de cuando montas un grupo; sacas tu primer disco y no sabes muy bien dónde vas a acabar. Estás descubriendo todavía tu sonido. Pero funcionó muy bien. Lume se agotó con la primera edición en cuestión de meses y tuvimos que reeditarlo. Pero ya desde el inicio notamos que había un interés».
Lo mismo me equivoco, pero tengo la sensación de que funcionáis mejor fuera que dentro de España.
VIOLETA MOSQUERA «No creo. Pienso que dónde mejor funcionamos es en Galicia (risas). Es de dónde somos y más nos conocen».
ANXELA «El grupo funciona bien fuera, pero aquí también va muy guay. Digamos que hay sitios que ya sabemos que son seguros para nosotras de alguna manera. Galicia es uno de ellos, pero también Madrid, Barcelona, en Euskadi siempre nos ha ido bien… Así que no diría que nos va mejor fuera que en España».
De todos modos, excepto en África, llegasteis a tocar en todos los continentes durante la presentación de Lume.
ANXELA «Sí, estuvimos en Estados Unidos, Portugal, Colombia, Japón, Australia… Siempre tenemos la coña de que nos queda África pendiente».
VIOLETA «Pero podemos ir a las Canarias y ya lo arreglamos (risas)«.
¿Cuál es el lugar que más os impresionó por lo diferente que puede llegar a ser todo en comparación con Europa?
VIOLETA «Japón es un mundo al revés, partamos de eso. Ni siquiera las señales significan lo mismo. Nosotras tocamos en Tokio y en la misma manzana esa noche había 15 conciertos. En ciudades así de grandes hay mucha oferta y es difícil distinguirte entre todo eso».
ANXELA «Allí la gente es súper respetuosa, ya no solo en los conciertos, incluso en el metro. Hablando a un volumen normal éramos las más escandalosas del tren. Era muy curioso porque tocábamos con bandas que no tenían nada que ver con lo que hacemos. Había un grupo japonés que hacía ska cantado en castellano».
VIOLETA «El público se asustaba mucho con nosotras también (risas). Algunos hasta salieron corriendo cuando nos vieron tocar. Debía de haber gente que no sabía muy bien de que palo íbamos. Pero dónde más flipé fue en Colombia, a nivel de salir a tocar y ver peña con pancartas con nuestros nombres. Parecía que iba a salir a tocar Justin Bieber en vez de Bala. Pensábamos: ¿No se habrán confundido de grupo? (risas)«.
ANXELA «Eso fue en el Rock Al Parque. A Viole le pidieron matrimonio con una pancarta y todo (risas). Si tuviera que elegir uno, y mira que tenemos muchos conciertos memorables, más que por diferente, por lo impactante que me resultó, fue el Stoned And Dusted en pleno desierto californiano. Eso se me quedará en la patata para siempre. Tocar en medio del desierto, entre los cactus… Fue increíble».
VIOLETA «Además andaba por ahí Brant Bjork».
ANXELA «Claro, encima organizado por gente a la que admiramos desde hace muchos años. Levantaba la vista y estaban ahí miembros de Kyuss, Queens Of The Stone Age, Fu Manchu… Tocamos con la batería que usaban Kyuss. Un sueño brutal. El origen de este festival viene de las Generator Parties que se hacían en los 90. Luego le cambiaron el nombre, pero sigue siendo lo mismo».
VIOLETA «Lo montan en una localización desconocida en medio del desierto. Compras la entrada, te van a buscar a un punto de encuentro en un motel, te subes a la furgo y te metes en el desierto. Yo se lo decía en broma a Anxela cuando ya llevábamos un rato en la carretera: ¿te imaginas que todo esto sea un patraña y nos vayan a despedazar en plan secta? (risas). Pero bueno, decidimos jugárnosla».
Aún así, ¿no creéis que se idealiza mucho la idea de salir a tocar fuera? Hace unos años si una banda hacía una gira por el extranjero parecía el sumun, cuando en realidad no hay tanto glamour en ello. Vas a sufrir las mismas miserias que aquí.
VIOLETA «O peor incluso, porque al final en España te puedes fiar de alguien que conoces. Pero en Japón…»
ANXELA «En ese sentido hemos tenido suerte porque nunca hemos tocado para 2 o 5 personas. Pero las giras siempre son sacrificadas, sean aquí en la Península o en cualquier país. Evidentemente, el momento de estar tocando en el escenario es brutal y no lo cambiamos por nada del mundo. Pero sí que es cierto que hay veces que terminas a la 1 de la mañana y resulta que a las 4 tienes que coger un avión para ir a otro lugar. Es guay, pero también tiene sus momentos complicados».
VIOLETA «La gente da por hecho que ir de gira es como irse de vacaciones. Yo creo que lo más parecido a eso fue cuando estuvimos en Japón que dimos 3 o 4 conciertos y luego estuvimos unos días más, pero porque decidimos hacerlo así».
ANXELA «Los días de concierto son días perdidos. Estés donde estés, si ese día tienes un bolo, no puedes ver nada de la ciudad ni hacer turismo entre descargar equipo, hacer la prueba de sonido…».
VIOLETA «Por ejemplo, Australia era un sitio al que le teníamos mogollón de ganas. Tocábamos en Sidney, Brisbane, Melbourne… Y al llegar allí, entre las escalas y demás, nos encontramos con un jet lag de la leche. Tuvimos que dormir un poco porque si no, no aguantábamos hasta la noche. Descansamos, tocamos y al día siguiente nos marchamos para coger un avión a Sidney. Allí casi estuvimos de paso que ni nos dio tiempo a ir a ver la Ópera (risas). Fue visto y no visto. A mí las giras me encantan y no las cambiaría por nada. Pero cuando vuelves a casa te preguntan si viste muchas cosas, y yo les respondo que el hotel dónde dormí, la sala donde toqué y la carretera de camino al aeropuerto (risas)«.
ANXELA «Si podemos intentamos pillarnos un día o dos libres para disfrutar de los lugares a dónde vamos. No hay otra manera. Nos pasa incluso aquí. Recuerdo que tocamos en un festival en Miño en 2018, fuimos al hotel, dormimos dos o tres horas y nos levantamos para coger un avión a Benidorm al día siguiente. Es la parte dura, pero me sumo a lo que ha dicho antes Violeta: no lo cambiaría por nada».
Teniendo todo esto en cuenta, está claro que lo de quedaros en casa un fin de semana viendo la tele no es lo habitual para vosotras. ¿Cómo llevasteis el confinamiento? Más aún teniendo en cuenta que terminasteis de grabar Maleza en 2019.
ANXELA «Pues mira, vivimos en provincias distintas, con lo cual te puedes hacer una idea. Ni siquiera podíamos quedar para ensayar. En el último año apenas hemos pasado por el local. Cómo dices, el disco ya estaba listo desde finales de 2019 y tuvimos que aguantarlo todo lo que pudimos. Nuestro 2020 fue el mismo que para todo el mundo: un infierno».
VIOLETA «Lo bueno, por decir algo, si es que se puede sacar algo bueno de esta pesadilla (risas), es que a finales de 2018 ya habíamos empezado a frenar un poco el ritmo loco que llevábamos de conciertos y giras. Digamos que ya nos pilló preparadas. No estábamos a tope ni nos cortó el rollo como les ha pasado a otros grupos. A mí me llega a pillar en esa situación y me tiro por un puente. Justo cuando empezó todo lo del virus, fue cuando íbamos a volver a la carretera y a movernos más. Pero bueno, ya estábamos con otra dinámica. Si hubiera sido diferente, lo habría llevado bastante peor, la verdad».
ANXELA «Yo hubiera preferido que nuestro año de descanso coincidiera con 2020 en vez de 2019 (risas). El único concierto que dimos ese año fue el del Download y otro en un evento privado. Decidimos centrarnos en componer los temas nuevos».
VIOLETA «Y también reposar un poco lo que nos estaba pasando. Realmente era una gira detrás de otra, no nos daba tiempo a procesar dónde estábamos. Que nos pasen tantas cosas, que ninguna de las dos habíamos soñado que nos iban a ocurrir en la vida, y darte cuenta de que, no es que no las estés disfrutando, pero que suceda todo tan rápido… Pararse y asimilarlo también mola».
¿Fue durante el año pasado cuando se gestó el fichaje por Century Media o el interés ya venía de antes?
ANXELA «Nosotras veíamos que tenía sentido subir un escalón y dar un paso más. Estábamos con Matapadre, una oficina pequeña de Galicia, con la que estábamos encantadas. Llevaban con nosotras desde el principio y todo lo que hicimos con ellos fue muy guay. Pero cuando ves que te empiezan a contactar de tantas partes del mundo, piensas que es hora de crecer un poquito. Comenzamos a trabajar con Holy Cuervo a mediados-finales de 2019. A partir de ahí el objetivo fue encontrar un buen sello con el que publicar el siguiente disco. Barajamos algunas opciones y finalmente surgió lo de Century Media. Si nos lo hubieran dicho hace unos años no nos lo creeríamos».
Con Toundra y Angelus Apatrida es indudable que han hecho un trabajo fantástico. ¿Hablasteis con ellos para pedirles consejo?
ANXELA «Conocemos personalmente a los dos grupos. Especialmente con Toundra yo tengo amistad desde hace muchos años. Con Angelus Apatrida coincidimos precisamente en el Rock Al Parque. Vimos que todo fluía bien y que por su parte estaban contentos también. Siempre es un buen aliciente escuchar experiencias positivas por parte de los compañeros».
¿Y os imagináis entrando en las listas de ventas como han hecho ellos?
VIOLETA «La verdad es que no, pero tampoco me imaginaba que Angelus fuesen a acabar en el número uno (risas). No sé, ojalá».
ANXELA «Tanto al sello, como a la oficina y a nosotras lo que nos interesa es que se vendan muchas copias, claro. Pero estas cosas tampoco te caen del cielo. Hay curro, esfuerzo, una trayectoria…».
VIOLETA «Ninguno de los dos casos es comparable al nuestro. Toundra y Angelus Apatrida son bandas que ya tienen una carrera muy larga y consolidada. Por eso están donde están. Son muchos factores».
«Es necesario que sigamos conquistando espacios porque el mundo continúa siendo una cosa de hombres» VIOLETA
Curiosamente, ambas son dos bandas que funcionan de manera muy distinta. Mientras unos siguen teniendo sus trabajos al margen del grupo, para los otros es su verdadera fuente de ingresos con la que subsistir. ¿Vosotras en qué punto os encontráis?
VIOLETA «Yo solo puedo decirte que ahora mismo los bolos no nos dan dinero. De momento no vivimos del grupo y siempre hemos estado lejos de eso. Una cosa es que de vez en cuando te entre algo de pasta y otra bien distinta es que todos los meses tengas dinero en la cuenta del banco para pagar el alquiler. Sí que es verdad que las dos trabajamos en cosas relacionadas con la música y es un aspecto que creo que es una apuesta por nuestra parte desde el principio, que es la de tener curros que nos permitan compatibilizar el poder marcharnos a tocar un jueves y no volver hasta el domingo a las 4 de la mañana. Yo al menos no lo haría de otra manera porque tocar es lo que me gusta. Prefiero tener un curro que sea una mierda a estar en una oficina de puta madre y no poder dar todos los conciertos que me gustaría».
ANXELA «Eso es algo que las dos tenemos súper claro. Es esencial. Nunca nos hemos propuesto vivir solo del grupo porque nos gustan nuestros trabajos y además son compatibles. Mientras te guste lo que haces de lunes a viernes y sea posible cogerte un jueves e irte unos días, perfecto. Yo ahora mismo sí que estoy centrada únicamente en la banda porque la situación de la pandemia hizo que me quedase sin el que era mi trabajo principal. Pero lo tengo clarísimo; no tendría un curro de 8 horas de lunes a viernes que no me permitiese la flexibilidad de poder irme a tocar a cualquier lado un fin de semana».
Hablando ya un poco de Maleza, habéis repetido con Santi García en Ultramarinos. ¿Hicisteis algo diferente en la grabación respecto a Lume?
VIOLETA «En Lume grabamos las baterías en Cal Pau, en una masía en medio de la nada que está guapísima. En cambio esta vez por cuestiones logísticas Santi nos dijo que mejor lo hiciésemos todo directamente en su estudio. Y la verdad es que a mí me gusta más como ha quedado ahora en Maleza«.
ANXELA «En cuanto a elementos propios de la grabación fue lo único distinto que hicimos. Luego hubo otras cosas en lo que se refiere a lo creativo. Tenemos bajo en 3 canciones donde colabora Bonnie Buitrago de Nashville Pussy. Hay otra en la que yo también hago la línea de bajo además de la guitarra. Najwa Nimri mete coros en ‘Agitar’. Hay juegos de voces entre las dos… Pero en cuanto a la grabación, sí que creo que este disco es el que más gordo suena de los tres que hemos grabado».
Desde luego me ha parecido vuestro álbum más redondo. Creo que tiene todo lo que puedes esperar de un disco de Bala en su mejor versión. También diría que es menos oscuro que Lume.
ANXELA «Sigue siendo un disco macarra también. Pero sí que es verdad que Lume tenía un rollo apocalíptico, mientras que Maleza es algo más esperanzador, por así decirlo. Tiene otro punto, un poco más happy«.
Maleza significa mala hierba. Unido con la imagen de la portada del palo aguantando entre las mandíbulas del tiburón, me sugiere una idea de resistencia. ¿Van por ahí los tiros?
VIOLETA «Sí que va por ahí la historia. La maleza nace donde está todo muerto o incluso tiene un significado negativo de por sí, cuando a mí me parece algo espectacular. Que algo sea capaz de brotar entre el cemento, en un terreno seco, es la leche. Eso es vida. Nace en sitios donde no hay esperanza y nadie espera que nazca nada. Es como «toma, ahí va» (risas). A mí me gusta eso de «mala hierba nunca muere». Me parece genial, son plantas durísimas, que se adaptan a todo, se sobreponen aunque las arranques mil veces y vuelven a salir».
ANXELA «Sin realmente haberlo planeado mucho, creo que es una continuación de Lume bastante redonda por lo que te comentábamos hace un momento. El anterior álbum acababa con ‘Humo’, como si fuese una ciudad destruida por el apocalipsis. Y de repente con Maleza surge vida, hay esperanza, un punto de positividad… De hecho, la última canción repite en bucle una frase que es «no todo está perdido», que fue incluso nuestro mantra sin saber lo que iba a pasar en 2020. Escuchaba el disco en casa y era algo a lo que agarrarme. Tiene ese sentido de la vida que se abre camino después de la destrucción».
Teniendo en cuenta que sois dos mujeres, es lógico pensar que tenéis un mensaje feminista ya de por sí. Sin embargo, tengo la sensación de que no hacéis un uso necesariamente explicito de ello.
ANXELA «El hecho de que seamos dos mujeres no es algo que estuviera premeditado de ninguna manera. Nos apetecía tocar juntas, probamos y esto es lo que salió. Pero las dos somos feministas y vamos muy a tope con el tema. Aunque no todas nuestras letras sean explicitas, sí que hay cosas. Por ejemplo, en este álbum, ‘Rituais’ habla sobre las meigas en Galicia, de la opresión a las mujeres… ‘Bessie’ es un homenaje a Bessie Springfield, una mujer a la que admiramos porque fue contra todas las normas. A principios del siglo XX cogió su Harley y se recorrió todo Estados Unidos siendo una mujer negra. En Lume hicimos otro homenaje a las Flapper, o incluso en Human Flesh a Joan Vollmer. Tenemos muy claro lo que pensamos y porque lo pensamos, pero es cierto que la temática de las letras no gira solo en torno a eso».
VIOLETA «En 2021 el feminismo, seas mujer, hombre, bicho, planta o cosa, es una obligación moral. Me resulta tristísimo que todavía estemos en este punto, pero es lo que hay. Queda muchísimo por hacer y lo vamos a seguir haciendo. No hay que dar ni un paso atrás en ese aspecto. Para mí es una necesidad imperiosa. También me alegra mogollón ver a tías que sin saber tocar se montan un grupo. Hacen falta muchos más referentes. Todavía sigue pasando que te digan cosas como ‘si cierro los ojos y os escucho parecéis dos tíos’. Es necesario que sigamos conquistando espacios porque el mundo continúa siendo una cosa de hombres».
GONZALO PUEBLA