Tras la buena recepción de su primer álbum, los gallegos Battosai vuelven a la carga con Lágrimas Y Milagros. Y aunque el camino para llegar a él no ha sido sencillo, pueden sentirse satisfechos de haber parido un disco aún mejor que su debut.
Cada vez es menos frecuente encontrase con un grupo nobel capaz de realizar un ciclo de casi cincuenta fechas con su primer disco. Puede que a algunos no les parezca para tanto, pero prueben a meterse en una furgoneta e ir picando puerta en cada rincón de este país tan poco agradecido para el rock underground. Battosai pueden presumir, no sin esfuerzo, de haber logrado semejante gesta. Su debut autotitulado publicado en 2021 por Spinda Record les llevó a foguearse por los garitos de media España y hacerse un nombre dentro de la escena.
Parecía un buen punto de partida para encarar un segundo álbum que debía servir para confirmarles como una realidad. Pero antes Héctor Ojea, cantante y guitarrista de la formación, tuvo que encajar varios reveses. Por un lado, la salida de sus compañeros Nolo Chazo y Gustavo Rey le dejaron como único superviviente de la embarcación. Por otro, a nivel personal tampoco estaba pasando por su mejor momento. Pero casi sin apenas tiempo para lamentarse, fue capaz de recomponer la banda fichando a Carlos Freire (bajo) y Mauro Gómez (batería) para meterse otra vez en los Ultramarinos Costa Brava de los hermanos Santi y Víctor García.
De allí salieron con Lágrimas Y Milagros bajo el brazo. Un álbum que continúa sonando a los 90, pero que suma nuevas influencias al tiempo que sus letras presentan una temática más madura y seria. De todo el proceso hablamos con Héctor hace unas semanas.
Vuestro debut tuvo bastante buena acogida, Recibió críticas positivas, os movisteis mucho dando cerca de medio centenar de conciertos… No está nada mal para ser una banda que se presenta desde cero.
HÉCTOR OJEA “El balance que me llevé del primer disco fue muy bueno. Sí que es cierto que, aunque con Battosai era la primera vez, todos veníamos de tocar en otras bandas desde hacía años. Pero nunca habíamos tenido la oportunidad de salir fuera de Galicia y descubrir que a la gente le gustaba lo que estábamos haciendo. En ese sentido quedé muy sorprendido porque antes de sacar el álbum nos costó bastante cerrarlo. Muchas de esas canciones llevaban tiempo escritas, pero no teníamos dinero ni sello con el que editarlas… Anteriormente sacamos dos singles para ir avanzando, pero no acabábamos de encontrar la manera de arrancar. Al aparecer Spinda se abrió la puerta a tener una discográfica que apostara por nosotros y nos promocionara permitiendo que pudiéramos girar. Por experiencias pasadas, si no tienes a alguien detrás que te respalde, al final vas a ir tocar al quinto pino y no va a venir nadie a verte. Sumado a las conexiones que fuimos creando con otras bandas de fuera, poco a poco fuimos creando una especie de red que permitió esos casi cincuenta bolos que mencionabas. En retrospectiva costó mucho empezar pero después todo funcionó muy fluidamente. Hicimos un esfuerzo primario muy grande, pero se nos devolvió de forma muy fácil. Gyoza y Ella La Rabia nos propusieron el intercambio de fechas que hicimos, estuvimos en Los Conciertos de Radio3… También aprendimos que cosas hacer y que otras no que empezaremos a aplicar a partir de ahora”.
Como apuntas, tener un sello que te apoye es fundamental, pero al mismo tiempo debe ser recíproco. Si no estás dispuesto a girar a tope para mover tu disco, nadie va a querer ficharte. En vuestro caso, cada vez es menos habitual para grupo pequeño lograr un recorrido tan grande en el primer intento, y más aun viniendo de un rincón tan apartado del meollo como es Santiago de Compostela. ¿Qué dificultades y facilidades os encontrasteis durante la gira a la hora de daros a conocer?
“Por un lado, a nivel laboral teníamos bastante facilidad para salir a tocar. También teníamos esa ambición de darnos a conocer… Fue un poco ir tirando del hilo. Con Berto de Spinda lo he comentado muchas veces. Al final la relación entre un grupo y un sello debe ser 50%-50%. Hay gente que ve las discográficas como algo malvado que se llevan parte de tu pasta, pero en realidad si generas 0, tampoco ellos se van a llevar nada (risas). Hay que saber trabajar codo con codo y con Spinda siempre hemos estado muy a la par. Nos ha ayudado mucho y sabíamos que teníamos que responder en ese sentido. En ocasiones se nos fue un poco la pinza. Hubo veces que tocamos cuatro días seguidos y el lunes teníamos que ir a currar, con lo cual era una palmada (risas). Pero también aprendes que para la próxima es mejor no hacerlo así. Ahora tenemos la idea de escoger mejor las fechas que vamos a hacer en este tour. Luego veremos como acaba, pero nuestra intención es hacer una salida al mes y si surge algo interesante, pues se hace. Al final sobran sitios que visitar. Vamos a volver a lugares donde ya hemos estado, otros que estaban pendientes de visitar… Te pones a sumar y dando dos conciertos al mes ya son 24 en un año, que no está nada mal. Esta vez queremos organizarnos mejor para no quemarnos, porque esa ambición puede acabar volviéndose en tu contra. A diferente escala, por ejemplo, Bad Omens anunciaron hace poco que necesitaban parar. Y es normal. Nosotros no estamos a su nivel y lo que tocamos con el primer disco me parece una salvajada. Hay que aprender a dosificar. Tocar mucho, sí, pero con los pies en el suelo. No queremos que esto nos desmonte nuestras vidas porque al final todos tenemos curros y otros asuntos que atender en casa”.
Mencionabas antes la gira conjunta que realizasteis con Gyoza y Ella La Rabia. Al final no deja de ser una práctica que se lleva haciendo toda la vida, el proponer un intercambio de fechas, pero tengo la impresión de que en realidad luego no hay tantos grupos que se animen a montar algo así.
“Aquello fue idea de Ella La Rabia. Creo que el artífice fue Pablo, su batería, porque nos había escuchado y le gustábamos. Nos lo propusieron y les dijimos que adelante. Al final es lo que hacen los grupos grandes. Hace unos días vi el cartel de la gira de Drug Church en Estados Unidos que van con Modern Color, Soul Blind y Pony durante dos meses. Es verdad que siempre ha sido una práctica habitual, pero no entiendo porque no se hace mucho más. A fin de cuentas, sale mejor para todo el mundo. Quizás ganes menos, pero te da la posibilidad de no palmar pasta, que es casi más importante. A nosotros desde luego nos compensaba siendo una banda que estaba empezando. Es una manera de ir creando una base de público a la que puedes gustar, en lugar de funcionar por tu cuenta corriendo el riesgo de meterte una hostia muy grande. El concepto de girar es muy romántico pero encontrarte con una sala vacía no le gusta a nadie. Una idea que siempre he tenido clara es que, al ser músicos y artistas, tendemos a ilusionarnos con facilidad, lo cuál viene bien a la hora de componer y demás… Pero también hay que contar con algo sólido. No puedes ir a la ventura y hacerte mil kilómetros cada fin de semana sin saber si alguien vendrá a verte. Tienes que tener cuidado con a dónde vas a ir a tocar y con quien, porque de lo contrario a los dos días tiras la toalla. La idea de los intercambios es algo que queremos seguir aplicando en este nuevo ciclo del disco”.
Por todo lo que estamos hablando, desde fuera se podría percibir que las cosas iban bien, pero a nivel interno luego se ha podido ver que quizás no era así. Al poco tiempo de grabar el nuevo disco, anunciaste que Nolo y Gus habían salido del grupo. ¿Puedes explicar que ocurrió?
“Básicamente fue una cuestión de diferencia de opiniones sobre como gestionar y afrontar el proyecto. Pasa en todos los grupos, cada uno tiene una forma de ver las cosas, su bagaje, su vida… Al final no compartíamos la misma visión, lo cual lo hacía incompatible y se tomó esa decisión. Estuve un par de meses planteándome que hacer, si continuar o dejarlo. Decidí tirar adelante primero con Mauro, que ya sustituyó a Nolo en alguna fecha, y con Carlos, con quién había tocado en el pasado. Rearmamos la formación con material que tenía escrito de tiempo atrás, aunque luego también hicimos mucho entre los tres”.
Por esa misma época, también pasaste por un momento personal complicado. Resulta muy evidente a poco que prestas atención a las letras.
“En realidad muchas ya estaban escritas de antes. No se hicieron después de los cambios en el grupo. Pero es cierto que en general todas tienen un cierto halo que acompaña al resto. A nivel personal pasé por la incertidumbre de que iba a ser de la banda, hace dos años terminé con una pareja, mi padre estaba enfermo… Todas esas circunstancias provocaron que las letras se encaminaran por ahí. Puede pensarse que hay un punto autobiográfico, pero tiene más que ver con como se siente uno al afrontar todas esas situaciones. Volqué todo ese proceso de duelo, aunque fueron circunstancias diferentes. No es lo mismo lo que te ocurre con un amigo o un padre, pero al final se trata de intentar aceptar lo que te está pasando y salir adelante. Es lo que está plasmado en el álbum”.
Para mí es lo que marca la diferencia en comparación con vuestro debut. Mientras que en aquel las temáticas eran más naif, Lágrimas Y Milagros posee un tono más serio y adulto.
“Tengo la misma sensación. En el primer disco eramos simplemente tres chavales haciendo música, sin más. Lágrimas Y Milagros es más reflexivo y maduro. Hay otras inquietudes en intentar usar la música para salir adelante. Al principio montas un grupo para tocar y pasarlo guay. En cambio aquí lo he empleado como una herramienta para ayudarme a seguir cuando las cosas estaban complicadas. Y creo que eso se nota tanto en las letras como en las composiciones. Todo está más pensado. También al componerlo en tan poco tiempo, hace que tenga más cohesión, al contrario que en el debut dónde las canciones se habían escrito en diferentes épocas. Al mismo tiempo, hay más diversidad entre los temas. Es un trabajo más maduro en definitiva”.
Un detalle que me ha gustado mucho, o tal vez solo sea percepción mía, es que la primera cara serían las Lágrimas, donde están las canciones de temática más bajonera, mientras que en Milagros se intenta poner un punto de esperanza.
“Pues te mentiría, pero no lo pensamos así (risas). Está bien que lo veas de esa manera porque es verdad que el concepto de las dos palabras invita a marcar esa dualidad entre las dos partes. Estilísticamente hablando sí que hay una intención en el orden de la secuencia, pero no tanto en el concepto. A la hora ordenar el disco, teníamos varias canciones que debían ir juntas. Cuando escribimos ‘Sálvame’, ‘Estrellas’, ‘Tormenta’… las pensamos para que encajaran unas detrás de otra. Precisamente ‘Estrellas’ la escribimos para que fuera después de ‘Sálvame’, la cual sabíamos que debía ser la que abriera el disco ya que la estructura era un poco rara. No planteamos que una cara tuviera que ser de un modo y la otra como si fuera lo opuesto, pero sí teníamos claro que la A tenía que empezar con ‘Sálvame’ y la B con ‘Nunca Es Suficiente’. A raíz de ahí fuimos estructurando el tracklist”.
¿Cómo se produjo la entrada de Mauro y Carlos? ¿Que aportaron a Battosai?
“Fue bastante fácil abordarles por lo que te decía antes. Ya había tocado con Mauro cuando vino como sustituto, así que ya se conocía algunas canciones. Y con Carlos habíamos coincidido en una banda anterior. Fue bastante orgánico. Antes durante el proceso de composición yo grababa unas maquetas en casa, las llevaba al ensayo y allí se acababan de dar forma. En este caso todo funcionó más en común dentro del local. ‘Estrellas’ salió de un par de ideas que tenía y la rematamos entre los tres. Fue la primera vez que sentimos que estábamos todos involucrados aportando y probando cosas nuevas. También la llegada de los dos hizo que aparecieran influencias de otros estilos”.
Precisamente, sigue habiendo mucha herencia del rock de los 90 y el punk rock, pero también se adivina que han entrado nuevos aires. Hay algún ramalazo de emo y post hardcore flotando por ahí.
“Creo que siempre he tenido esas influencias, lo que pasa es que a nivel compositivo aún no había llegado a cansarme tanto del rollo noventero (risas). Eso ya lo hicimos, así que pasamos página. Buscando nuevos caminos, nos dio por ahí. En aquellos meses escuchamos muchísimo a Touché Amoré, Drug Church, Turnstile… movidas de ese palo. Sigue habiendo mucho 90’s porque es imposible que yo llegue a escapar de eso, pero sí que probamos a tirar por otro lado. En ‘Estrellas’ buscamos sonar así a propósito, también en ‘Tormenta’… Otras sí que se acercan más al estilo del debut, pero en general pusimos más el foco en otros géneros a la hora de inspirarnos a componer. Ya sabemos lo que nos funciona, pero ahora queremos probar con otro tipo de estructuras y probarnos a nosotros mismos”.
Habéis vuelto a confiar en Santi García para la grabación. ¿Cuánto tiempo estuvisteis esta vez en Ultramarinos? Al final es un disco muy básico de guitarra, bajo y batería, sin muchos arreglos.
“Teníamos muy claro que queríamos repetir con Santi. Lo único que cambió esta vez fueron las voces que las grabamos en Galicia. La experiencia de hacer el primer disco en Ultramarinos fue muy buena. Santi tiene este estilo súper pilotado y nosotros somos gente solvente. Fuimos cinco días de lunes a viernes, por lo que era ir a tiro fijo con todo. También como habían ocurrido tantos cambios en el grupo, prefería no arriesgar demasiado. Toda la base instrumental se grabó en Sant Feliu. Las voces las hicimos aparte porque no teníamos presupuesto para estar más días en el estudio. Además grabar doce temas en dos días era bastante salvaje. Con el primer disco fui bastante acojonado porque no quería romperme la voz y tener que volver más adelante para terminar. Me rayé bastante con esa historia. Así que esta vez hicimos las voces durante tres días en casa, y ahí sí que pude apretar bastante. Tuve más tiempo para pararme a cantar lo mejor que podía en lugar de estar preocupado por tener el tiempo en contra como la otra vez. En ese aspecto me sentí mucho más tranquilo”.
Ya habéis avanzado las primeras fechas de presentación. Supongo que vuestra intención es que el ciclo del álbum se extienda casi tanto o más como con el primero.
“El objetivo con este disco es repetir lo mismo que con el debut, solo que aplicando un poco más de cabeza. Aparte de ir a sitios nuevos en los que aún no hemos estado como Andalucía o Valencia, nos molaría ir entrando poco a poco en el circuito de festivales de verano. Es lo más difícil para una banda. Al tener ya cierto bagaje esperamos que se animen a llamarnos, aunque sea para tocar a las cuatro de la tarde en el Resu (risas). En Galicia quizás nos resulte más fácil por proximidad y porque ya conocemos a gente. Fuera de eso, seguir picando piedra en los garitos, con calma y sin precipitarnos. Como te decía al principio: una salida al mes y procurando que sean conciertos con cabeza para ir ganando fans poquito a poco”.
GONZALO PUEBLA