Al contrario de lo que reza una de sus nuevas canciones, no nos habíamos olvidado de Bourbon. Todo lo contrario. En estos seis años de silencio sin nuevo material que llevarnos a los auriculares siempre hemos tenido presente la necesidad de tener noticias de ellos. Para nuestra suerte, los gaditanos están de regreso con un cuarto plástico a la altura de sus anteriores entregas.

En una época en la que las bandas mendigan likes y pre-saves en las redes, ausentarse del día a día corre el riesgo de hacer que uno termine cayendo en el olvido. Nos hemos acostumbrado tanto al bombardeo continuo de nuevo material de los artistas que a veces se nos olvida que también estos necesitan coger aire y tomar perspectiva a la hora de encarar una nueva aventura. Aunque en ocasiones, esa distancia a veces sea más prolongada de lo deseado.

Está claro que a Bourbon las tendencias no les preocupan ni interesan lo más mínimo. Prueba de ello es que no han tenido prisa alguna en dar continuidad a una obra magistral como Fuente Vieja con la que hace seis años subieron un escaloncito más en cuanto a calidad. También en repercusión, aunque seguramente no toda lo que por talento y trabajo merecerían. Ya se sabe que la meritocracia no siempre funciona en el maravilloso mundo del rock and roll.

El caso es que Raúl Guerrero (voz, guitarra), su hermano Álvaro (batería) y Juanma Gonzálvez (bajo) están nuevamente de actualidad a consecuencia de su cuarta y autotitulada referencia. Con la única ayuda del siempre fijo en su equipo Curro Ureba en Trafalgar Estudios, esto ha sido un auténtico “yo me lo guiso, yo me lo como”, ya que Bourbon sale a la calle bajo su propio sello Born Too Late. Y es que después de tantísimos años picando piedra en la carretera, el trío de Sanlúcar de Barrameda ha entendido que, si quieres dar con algo bien hecho, debes hacerlo tú mismo.

Han transcurrido seis largos años desde que publicarais Fuente Vieja. Supongo que lo obvio sería culpar a la pandemia de que los plazos se hayan dilatado tanto, pero intuyo que también ha habido otras razones de por medio.
RAÚL GUERRERO “Realmente este nuevo disco estaba compuesto casi entero a principios de 2023 y nuestro plan era sacarlo más adelante ese mismo año. Al final tuvimos que entrar en el estudio más tarde, en septiembre, que es cuando nos hubiera gustado tenerlo listo. Luego entre el mastering, los plazos de fábrica… todo se ha terminado retrasando muchísimo. El álbum lo teníamos acabado desde octubre del año pasado, pero no ha sido hasta ahora que hemos podido mostrarlo. Ha tenido más que ver con una cuestión de logística”.

Lo primero que me llamó la atención cuando por fin lo anunciasteis, fue que lo ibais a editar vosotros mismos. Teniendo en cuenta que la alianza que formasteis con Spinda Records funcionó bien en el pasado, ¿por qué no habéis repetido en esta ocasión?
“Cuando estábamos grabando, aún no teníamos claro cómo sacarlo. Si hacerlo con otro sello, por nuestra cuenta… Al final nos dimos cuenta de que nos gustaba la idea de tirarnos a la piscina y hacerlo nosotros mismos para poder manejarlo todo. La verdad es que nos ha resultado muy trabajoso, pero también muy satisfactorio. De hecho, no hemos enviado el disco a nadie. Solo se lo mandamos antes a algunos colegas y periodistas como vosotros. Pero ni siquiera nos pusimos a buscar discográfica con la que editarlo”.

«Nosotros lo que cuidamos siempre es la música. Nada más. Ni la imagen, ni la estética, ni el intentar encasillarnos en algún estilo por llevar los pelos largos, las chaquetas de cuero con parches…» RAÚL GUERRERO

Es una decisión merecedora de aplauso. Aun así, mi sensación es que habéis preferido mantener un perfil bajo a la hora de lanzarlo. Me refiero a que no habéis hecho una gran campaña promocional sacando singles durante los meses previos, apenas habéis publicado fotos nuevas en las redes, la estética tanto del videoclip de ‘Eco’ como de la propia portada son muy “hazlo tú mismo”… No sabría decir hasta qué punto es intencionado o simplemente es la forma de trabajar que habéis encontrado con las herramientas que teníais a disposición.
“Va más por lo segundo. Mira, para empezar, nosotros manejando las redes sociales somos unos negados (risas). No es que no nos gusten, pero no somos un grupo especialmente proactivo en ese aspecto. Incluso durante este tiempo que ha pasado desde Fuente Vieja mucha gente nos preguntó si nos habíamos separado (risas). Claro, nos pasamos más de un año sin tocar porque estábamos liados componiendo el nuevo disco. No subíamos ni una foto ni dábamos señales de vida. No es que no esté a favor de la autopublicidad, pero no es algo con lo que me sienta cómodo. Si no tenemos a nadie que lleve el tema, es como: ‘bueno, déjalo y ya mañana publicaremos algo’. Si nos va saliendo algún bolo sí que lo anunciamos y tal, pero sí que es verdad que desde fuera puede dar la sensación de que nos conformamos con poco. Tienes razón en que quizás deberíamos esforzarnos más en ese terreno, pero es como nos sale. Nuestros seguidores ya nos conocen, pero el público potencial que pudiéramos tener seguramente se merezca otro tipo de trato por nuestra parte”.

De todos modos, aunque que sea a una escala muy pequeña, hasta ahora la acogida está siendo positiva. Supongo que es señal de que, aunque tal vez no sean todos los que os gustaría, tenéis una legión de fans muy fieles que os estaba esperando atenta. No es fácil conseguir esa fidelización del público y menos viniendo de una banda tan humilde y underground como la vuestra.
“De hecho, creo que con ninguno de los trabajos anteriores habíamos vendido tantas copias en tan poco tiempo. Es el que mejor está funcionando, sobre todo con el vinilo. Somos conscientes de que a lo mejor la base de fans que tenemos no es muy grande, pero sí consistente y fiable. Siempre nos apoyan. Cuando adelantamos como single ‘Olvidarnos De Ti’, ya nos dimos cuenta de que ese público que podríamos haber perdido seguía ahí. No te diré que tengamos previsión de vender más copias que con los discos previos porque hacemos tiradas bastante pequeñas, pero desde que sacamos la preventa y el álbum ha salido a la calle, hemos visto que está funcionando muy bien. Y eso que aún no hemos empezado a tocar, porque nosotros dónde vendemos es en los conciertos. Con Fuente Vieja agotamos todas las copias hace tiempo y este va por el mismo camino o incluso mejor”.

Retomando el tema de hacer las cosas a vuestra manera, hay un par de detalles que me llaman la atención. Habéis titulado el disco con el nombre del grupo y en la portada aparece una foto de tu hijo tocando la guitarra. Lo veo como una especie de mensaje en plan: “chicos, esto es lo que hay, sin más pretensiones”.
“Hay un poco de eso, sí. Estuvimos dándole vueltas al título hasta el final de la grabación tanteando varias posibilidades. La portada la decidimos un día mirando fotos en casa. Vimos una del niño con la guitarra y pensamos que podría molar. Al principio yo era un poco escéptico porque no era más que una foto normal hecha con mi móvil. Pero mirándolo desde otra perspectiva, empecé a verla con un toque atractivo. Los tres teníamos claro que, si esa iba a ser la portada, no podía llevar ningún tipo de logo ni texto. Tenía que quedarse tal cual. Un poco el rollo del Soup de Blind Melon o los primeros discos de los Allman Brothers. Y a partir de ahí surgió lo de no ponerle nombre al álbum. Es homónimo porque hay que catalogarlo de alguna manera, pero en realidad para nosotros no tiene título. También tiene que ver con que lo sacamos nosotros solos, es la primera vez que no hemos contado con ninguna colaboración, todo ha salido de nosotros tres y Curro en el estudio… Ya que lo íbamos hacer todo do it yourself, teníamos que ir a tope con ello”.

Es verdad que al principio es una imagen que no llama mucho la atención, pero luego vas descubriendo su encanto. Ver a un niño tocando la acústica, como si estuviera descubriendo la música por primera vez… Es bonito.
“Exacto. Es a lo que me refería antes con todo el asunto de las redes y la promoción. Nosotros lo que cuidamos siempre es la música. Nada más. Ni la imagen, ni la estética, ni el intentar encasillarnos en algún estilo por llevar los pelos largos, las chaquetas de cuero con parches… Y nos encantan el tipo de bandas que lucen así, pero a nosotros no nos sale. Creo que es lo más honesto que podemos ser con nosotros mismos”.

Diría que esa fue una de las cosas que más me gustó cuando os descubrí con Devastación. Podéis encajar dentro del had rock 70’s, pero luego os veo y sois los tres tipos más normales con los que me podría cruzar. Podríais estar entre el público viendo a cualquier grupo que nos flipa y luego subiros al escenario tal cual. Una camiseta, vaqueros, zapatillas… dame una guitarra y vamos al lío. Creo que algunos músicos a veces se obsesionan demasiado buscando una estética llamativa y al final te das cuenta de que no es para tanto. Sobre todo si luego no hay nada detrás.
“Está claro. A ver, un grupo con buena imagen siempre va a ser muy potente, pero a nosotros no nos va nada de eso. Creo que sentiríamos que nos estamos disfrazando (risas). Es un concepto un poco grunge, si lo piensas. Te cuento una anécdota. Hace unos meses estuvimos tocando en Barcelona con Schizophrenic Spacers porque nos invitaron a su despedida. No recuerdo quién fue, pero alguien me comentó después del bolo: “Tío, habéis estado increíbles, de puta madre… pero coño, poneros algo molón para tocar” (risas). Desde el punto de vista del público lo entiendo perfectamente, pero no queremos forzar algo que no nos salga natural”.

Entrando ya en la grabación, no habéis querido arriesgar y repetís una vez más con Curro Ureba en Trafalgar Estudios. ¿Cuáles eran las premisas que teníais marcadas antes de darle al botón de REC?
“En cuanto al sonido, fuimos muy tranquilos porque en Fuente Vieja conseguimos llegar a lo que aspirábamos, por lo que repetir el mismo concepto era relativamente fácil. Quizás aquel tenía un punto más añejo que este nuevo, que suena más cálido. Puede que Bourbon tenga una producción, no diría moderna, pero sí que va un pasito más adelante en cuanto a potencia en el sonido. De todos modos, con Curro tampoco le damos muchas vueltas. Creemos que las canciones hablan por sí mismas y nos van indicando que tipo de sonoridad requiere el disco”

Musicalmente, creo que recogéis el testigo que dejasteis en Fuente Vieja, pero las canciones se han ido a los extremos. Hay momentos que están entre lo más cercano al progresivo que habéis parido nunca como ‘La Espiral, ‘Olvidarnos De Ti’ o ‘La Mujer Del Pelo Blanco’, pero en la otra cara de la moneda también algunos de los más directos e inmediatos como ‘Ariel’, ‘Noctuario’ o ‘Eco’.
“Cuando terminamos de grabar, tuve una conversación con mi hermano en el coche volviendo del estudio. Estábamos hablando sobre que título ponerle al disco y le dije que ‘Noctuario’ me gustaba, pero no veía que fuera lo suficientemente oscuro como para darle ese nombre. Y él me decía lo contrario, que era el más oscuro que habíamos hecho (risas). Para mí canciones como ‘Ariel’, ‘Eco’ o incluso ‘La Mujer Del Pelo Blanco’ traen una luz que antes no estaba. Quizás en Fuente Vieja había algún ramalazo como ‘Si Véis La Luz, Corred’, pero este tiene una pizca de optimismo que los otros no poseen. A mí, por ejemplo, ‘Olvidarnos De Ti’ me recuerda un poco a Neil Young por ese poso que está entre la melancolía y la alegría. Sí que es verdad que cuando escribimos ‘La Mujer Del Pelo Blanco’, o incluso otras canciones que se han quedado fuera, parecía que íbamos hacía algo más melódico en las estrofas, usando tonalidades mayores, más armonías… Al final también nos han salido temas que suenan 100% a nosotros como ‘La Espiral’ que podría haber entrado en Fuente Vieja. Sin embargo, hay otras que no”.

Dentro de la vertiente más progresiva, me han llamado la atención un par de instantes que casi podrían calificarse de sinfónicos. Me refiero al comienzo de ‘Aguacero’ con esos teclados y la sorprendente despedida del álbum con ‘Trafalgar’ en un registro que no se os conocía hasta ahora.
“Mucha gente nos está preguntando por los teclados y en realidad es un pedal de guitarra (risas). Lo que hace es imitar el sonido de un melotrón. Lo usé y cambió un poco la manera en la que sonaban las canciones. King Crimson, Camel… todas estas bandas de los 70 lo utilizaban mucho. Nosotros lo usamos de manera sintética, pero al menos da el pego. Ha sido una forma de acercarnos a referencias a las que antes no podíamos porque necesitábamos un teclista. De hecho, cuando estaba escuchando las mezclas de ‘Aguacero’ pensé: “¿Dónde está las guitarras aquí?” (risas). Y en realidad lo que estás escuchando es una guitarra, pero como el pedal está subido al máximo el sonido original se pierde y solo queda el efecto. Es un elemento que antes no teníamos y ahora hemos podido aprovecharnos de él. En cambio, ‘Trafalgar’ iba a ser un tema solo con la acústica y la voz. Pero cuando estábamos grabándola, vimos que no rodaba. Faltaba algo. Así que en el estudio nos pusimos a experimentar con Curro y salió esto. De hecho, la batería en realidad es la misma pista que la de ‘Ariel’, solo que rebajada a más de la mitad de velocidad. Y como iba a estar un poco escondida al final nos pareció guay. Tampoco era el plan comenzar el disco así (risas)”.

La temática de algunas letras también entronca con el anterior trabajo. Recuerdo que me comentaste tiempo atrás que algunas letras como ‘A Punto De Arder’ y ‘Hacia El Sol’ estaban inspiradas en varios relatos de temática marinera. De algún modo, aquí vuelven a aparecer. A la hora de enfrentarte al papel en blanco, ¿te resulta más fácil inspirarte en la ficción que en lo que ocurre en el mundo real? ¿O encuentras alguna forma de meter referencias personales que quizás solo tú entiendes?
“A la hora de escribir, siempre prefiero ponerme en tercera persona. Me gusta coger alguna imagen o historia que me resulte potente y contarla a través de mí, aunque no esté hablando de lo que yo he vivido o sentido, sino recurriendo a uno o varios personajes. Sí que hay cosas personales porque creo que es imposible no incluirlas cuando uno escribe. Tendría que ser un puto máquina para no hacerlo (risas). Muchas de las canciones están basadas en vivencias que nos han pasado y a partir de ahí voy tirando del hilo. A mí la música siempre me ha transmitido imágenes y yo intento escribir las letras a partir de ahí, de lo que me sugieren. Muchas veces no tienen ni pies ni cabeza, pero para mí sí tienen sentido. La gente las suele interpretar de forma diferente y yo pienso: “no tiene nada que ver” (risas). En esta ocasión no he cogido inspiración de nada en particular. Si que recuerdo que en Fuente Vieja hice todo el círculo del disco alrededor de Mares Tenebrosos, un libro de la editorial Valdemar, porque quedaba guay el rollo nocturno, el agua, la marea… Pero en Bourbon no ha habido nada en concreto. Temáticamente, estás canciones están más separadas entre sí. Cada una cuenta una historia distinta”. 

Es de esperar que a la vuelta del verano os pongáis manos a la obra con la gira de presentación. ¿Seguís con la mentalidad de ir allá dónde os llamen por muchos kilómetros que haya que hacer o ahora que sois padres de familia cuesta más planificar los fines de semana?
“No es que cada vez cueste más, pero sí que te lo tienes que pensar mejor a la hora de salir a la carretera. No es plan de ir a tocar dónde no hay interés por verte. Pero nuestra intención es tocar bastante. Si mantenemos el mismo nivel de público que con Fuente Vieja, estupendo. Ya sabemos lo que hay. Tenemos muchas ganas de empezar en septiembre. También tenemos la suerte de que, después de tantos años, ya nos conocemos las salas, los promotores, bandas similares a nosotros… Ya no nos cuesta tanto trabajo como hace diez años mover todo este tipo de cosas. Sabemos a qué puertas hay que llamar”.

GONZALO PUEBLA