Thomas Gabriel Fisher, o Tom G. Warrior como era conocido en sus días de Celtic Frost, es una de la figuras más influyentes de la historia del metal. Un honor repasar extensamente su carrera con motivo del lanzamiento del box-set Danse Macabre que recoge sus grabaciones entre 1984 y 1987.
Como se sabe, ser pionero y tener éxito comercial no son dos conceptos que suelan ir de la mano. El de Tom G. Warrior es un ejemplo de ello. Pero pese a todo, su figura, y por extensión las carreras de Hellhammer, y, principalmente, la de Celtic Frost, no han quedado relegadas al conocimiento de cuatro eruditos sobre el tema. Más bien al contrario, conforme pasan los años el legado de esas dos bandas va aumentando, y a diferencia de lo que pasa con otros músicos que parecen sentirse molestos con un pasado que eclipsa lo que hacen a día de hoy, Tom se siente absolutamente en paz y feliz por la huella que sabe ha dejado. En gran medida porque Triptykon, la banda que formó en 2008, tampoco palidece respecto a ese glorioso pasado.
La reciente edición de Danse Macabre (BMG) una caja espectacular que cubre la discografía de la banda suiza entre 1984-1987, la realmente influyente, es una muestra del interés que sigue generando lo que creó junto al bajista Martin Eric Ain, dando al metal una nueva dirección en una época en la que no era un género abiertos a grandes experimentos. Aunque su relación no fue siempre fácil, durante nuestra charla con Tom queda claro que tras su fallecimiento en 2017, solo quedan los buenos recuerdos.
Hola Tom, ¿Cómo estás?
«Bien, estoy con un pequeño resfriado que cogí este fin de semana estando en Viena, pero por lo demás todo bien».
¿Dónde vives ahora mismo?
«Vivo en Suiza, a las afueras de Zúrich, cerca del aeropuerto».
¿Cómo están las cosas por allí ahora mismo? En España solemos tener la idea de que Suiza es un país donde todo va de maravilla, no hay crisis, la gente es rica, pero supongo, que tal como está el mundo ahora mismo, igual no es la realidad.
“Bueno, el estado del mundo ahora mismo es incomprensible y los humanos no hemos aprendido absolutamente nada de esta situación. Suiza no es inmune a lo que está pasando. Socialmente quizás seamos algo más estables que otros mucho lugares del mundo, pero como todos, estamos sufriendo las consecuencias de lo que pasa… La inflación, la destrucción del medio ambiente… Es algo que me preocupa mucho y en lo que pienso bastante”.
De hecho hace un par de días leí que Credit Suisse, el banco suizo más importante, está cerca de la quiebra. Una crisis económica no es algo que relaciones con el país
“Piensa que Suiza es un país pequeño y que no tiene mucha influencia en el mundo, al menos no de la misma manera que Alemania o Estados Unidos, así que como te he dicho no somos inmunes a la inestabilidad que ahora mismo está viviendo el mundo”.
Vamos hablar de Danse Macabre, la caja que recopila los primeros años de Celtic Frost. Me gustaría saber hasta qué punto has estado involucrado en su confección y el por qué de este lanzamiento. Me ha sorprendido un poco porque en 2017 ya se hicieron una muy buenas reediciones de vuestro catálogo.
“Bueno yo soy la persona equivocada a quien preguntárselo (risas). Esta caja, así como las reediciones de 2017, han sido idea de BMG, que es la compañía que tiene los derechos de la primera época de la banda. Martin y yo firmamos un contrato bastante malo en los 80. Éramos jóvenes e inexpertos y el resultado de todo eso es que no tenemos ningún derecho sobre esas primeras grabaciones, no puedo tomar ninguna decisión por mi cuenta. A mí se me informa de la misma manera que el resto de la gente, así de claro. La parte positiva es que BMG me deja participar en el proceso creativo de estas reediciones como director de arte. Ayudo en los diseños y en el concepto, y eso está bien porque podrían no hacerlo. Si les diera la gana, cada año podrán editar cosas de Celtic Frost sin yo enterarme”.
¿Es frustrante para ti no tener ningún derecho sobre lo que se hace con una parte tan importante de tu legado?
“Sí, es una pena y puede ser frustrante como has dicho. Hubo una época en los 90 donde parecía que el sello quería ir en contra de la banda. Al menos tengo la impresión de que los derechos, ya que no son nuestros, no podrían estar en mejores manos. BMG es un sello profesional, me preguntan mi opinión y que puedo ser parte activa en ello. La colaboración es bastante fluida, así que al menos me queda el consuelo de poder opinar sobre lo que al final llegará a la gente”.
Ya que hablamos de sellos discográficos, te pregunto ya tu opinión sobre Damn The Machine, el libro sobre Noise Records que se editó en 2017 ¿Lo llegaste a leer? Vuestra relación con Noise nunca fue fácil, así que no sé si estarás muy de acuerdo con muchas de las cosas que explica el fundador del sello.
“Sí que lo leí, y estoy de acuerdo en lo que dicen las bandas, pero no sobre lo que explica el dueño de Noise Records. No recuerdo que las cosas sucedieran de esa manera. Tengo que ir con cuidado para evitar ciertos problemas legales, pero sí que puedo decirte que mi opinión es muy muy diferente a lo que se dice en el libro, y que estoy del lado de lo que comentan otros grupos que estaban con nosotros. Qué más puedo decir. Estaría muy bien, que, si tu creas un sello y yo no hablo de Noise sino de cualquier sello, seas honesto con tus bandas, y que si has cometido errores o has hecho cosas que no están bien, al menos seas capaz de admitirlas, pero no todo el mundo tiene ese coraje para reconocer su errores”.
¿Te sorprende la fascinación que todavía genera Celtic Frost después de todos estos años?
“Por supuesto. Formamos Celtic Frost porque había música en nuestro interior que teníamos la necesidad de sacar. Teníamos unas experiencias vitales que sentíamos que solo las podíamos expresar a través de la música, por lo que era un proyecto muy personal. No sabíamos que pudiera llegar a gustar a la gente o que compraran nuestros discos, así que es un gran privilegio que después de estos años siga generando este interés. Me siento honrado que la gente siga hablando de nosotros como una banda relevante, ya que no es algo que hubiese esperado nunca. Y Martin lo veía de la misma manera”.
¿Como se desarrolló la propia música dentro de Celtic Frost? Desde el primer momento fuisteis una grupo diferente a todos. Pusisteis en cierta manera el término avant-garde, dentro del metal. No deja de sorprender porque teníais poco más de 20 años. ¿Hasta qué punto erais conscientes en aquel momento de que lo vuestro era algo diferente?
“Para serte sincero todavía estoy en el proceso de ser consciente de todo lo que comentas. La gente no para de decirme que éramos algo especia,l pero no olvides que nos llevó mucho tiempo en ser aceptados, al menos desde un punto de vista de la crítica. El primer álbum de Celtic Frost, por ejemplo, tuvo unas críticas muy malas, así que encontrar nuestro público no es algo que sucediera de la noche a la mañana. Nos llevó mucho tiempo salir del underground, que tampoco me importaba porque me encanta el uderground, por lo que no podíamos pensar, ‘Ah, estamos haciendo las cosas bien’, más bien era todo lo contrario. Pensábamos que quizás nuestra música no era compatible con el gusto de la gente, y que nosotros no éramos compatibles con la industria discográfica. Había muchas dudas sobre nuestras propias habilidades Y en cierta manera todavía me lo cuestiono. El hecho de que siga aquí, no significa que todo lo que hago sea bueno. Es mucho más sano revisitar lo que has ido haciendo en el pasado y no caer rendido a tu propio mito”.
«Para bien o para mal no sonábamos como ninguna otra banda” TOM G. WARRIOR
Imagínate por un momento que hubieses nacido en una ciudad industrial inglesa, en Alemania o incluso en Estados Unidos. ¿Crees que tu percepción de la vida y la música hubiese sido muy diferente? Suiza es un país muy diferente y encima tu procedes de área rural muy pequeña donde tenía que ser muy difícil estar conectado en los años 80.
«Para empezar hubiese sido todo mucho más fácil, ya que vivía totalmente aislado y no había ningún tipo de escena musical. Fue muy complicado encontrar músicos para tocar, primero en Hellhammer y más adelante en Celtic Frost, y no teníamos ninguna banda como referente para poder preguntar y aprender cómo funcionaba la industria de la música. No sabíamos que necesitabas un productor, un abogado para tus asuntos legales…un montón de cosas. Seguro que Inglaterra hubiese sido más fácil porque hubiésemos sido parte de una escena. Por otro lado, nos hubiésemos parecido más a esas otras bandas, y al vivir aislados en Suiza no nos quedó más remedio que desarrollar nuestro propio sonido y un acercamiento diferente a la música. Por lo tanto, lo que primero era una desventaja se acabó convirtiendo con el tiempo en una ventaja. Para bien o para mal no sonábamos como ninguna otra banda”.
Supongo que cuando empezasteis con Hellhammer tuvo que ser un shock para la gente que os veía. ¿Cómo funcionaba la banda? ¿Podíais conseguir algún tipo de show? Os tenían que ver como de otro planeta…
«Sí, era un shock total (risas). Era muy complicado conseguir conciertos por mucho que lo intentáramos. En aquellos días el metal extremo era algo muy nuevo, y en Suiza era todavía más ajeno para los promotores. Nadie nos dio una oportunidad. No les gustábamos, pensaban que hacíamos ruido y que no iríamos a ninguna parte con esa música. Así que desde casi el principio no nos quedó más remedio que ir a otros países. Tanto yo como Martin estamos muy agradecidos que gente de otros países nos diese una oportunidad y nos permitieran construir una carrera”.
Como fan de la música que eres, ¿cómo desarrollaste tus gustos musicales? Supongo que en Suiza podías encontrar discos de bandas como Black Sabbath, pero no creo que mucho más. ¿Cómo lo hacías para descubrir música más underground y experimental?
«Nunca me puse ningún limite a la hora de escuchar música. Éramos fanáticos de toda la New Wave Of British Heavy Metal, y luego de todo el metal que venía de América, que básicamente era el metal extremo de aquella época. Y nos encantaba, hasta el punto de buscar la raíz de todo aquello, pero por otro lado nos gustaba mucho la música clásica, la new wave, jazz, el rock progresivo. Siempre pensamos que ¿por qué no podíamos meter todas esas influencias en nuestra música aunque fuésemos una banda de metal? Hay demasiado dogmatismo con la música, como aquellos eslóganes que ponían ‘No hay teclados en este álbum’ como algo positivo. Nosotros éramos al revés ‘¿Por qué no intentamos mezclar la música clásica con el metal?’. No todas las ideas era buenas, por supuesto, pero al menos las probábamos”.
¿Estabas metido en el tape trading?
«Absolutamente. Esa era la manera de conocer bandas. Recibía demos de muchos sitios. Así es como conocí a Exodus, Metallica, Megadeth, Exciter… De hecho todavía tengo contacto con gente con la que intercambiaba cintas en aquellos días. El tape trading fue algo crucial para la creación y desarrollo del metal extremo”.
En una entrevista que le hice a Shane Embury de Napalm Death, considerado uno de los grandes tape trades de siempre, me comentó que todavía guarda todas esa cintas. ¿Tú también las conservas?
“Por desgracia no. Las perdí todas. Es lo que pasa cuando te mudas muchas veces. Pero como te he comentado, todavía tengo contacto con gente con la que intercambiaba. Hay uno de Canadá que nos conocemos desde hace 40 años”.
¿Sueles escuchar tus discos antiguos? Ya sea cuando tienes que ser parte de proyectos como Danse Macabre o simplemente por curiosidad de vez en cuando.
“Raramente suelo escuchar mi música excepto con Triptykon. Pero para esta caja por ejemplo, mi guitarrista V. Santura, es quien ha remezclado todas las grabaciones y entonces, y por supuesto volví a escuchar esas canciones. También lo hago cuando en Triptykon toco canciones de Celtic Frost, ya que en muchos casos tengo que volver a aprenderlas. Necesito escucharlas con atención y familiarizarme de nuevo con los detalles que tienen. Asi que escucho mi música cuando tengo que trabajar, pero no me siento en casa a escuchar en plan ‘Uau, qué buenos eran Celtic Frost’ (risas). ¡Eso no pasa!”.
Es que siempre me sorprende, cuando un músico dice que nunca escucha de nuevo sus discos una vez los ha grabado…
«Pasa de manera ocasional. A veces son mis propios amigos los que me hablan de alguna canción en particular y me entra la curiosidad de escucharla. Tienes que entender que cuando acabas de grabar una canción la has tenido que escuchar diez millones de veces, desde que la compones hasta que escuchas la mezcla definitiva. Es normal que las pongas a descansar”.
Tú tienes unas fans muy leales. Ya sea con Hellhammer, Celtic Frost o Triptykon. Debe de ser extraño que algunos de esos fans se conozcan algunas canciones tuyas mejor que tú.
“Eso pasa algunas veces, desde luego (risas). Hay veces que la gente me explica cosas sobre mis canciones que me hace ir a escucharlas y darles la razón en lo que dicen. Pero es normal que pase. Llevo 41 años como músico y he grabado montones de canciones. No me puedo acordar de todas al detalle”.
¿Con el paso de los años, la percepción de tu música va cambiando o sueles tener las mimas opiniones sobre tus discos?
«En lo referente a la música de Celtic Frost, Morbid Tales, Into The Pandemonium, To Mega Therion y Monetheist siempre me han gustado. Lo que se puede escuchar es lo que teníamos en mente, siempre puedes mejorar algunos detalles, pero nada importante. Y estoy muy orgulloso de Triptykon y de la gente con la que trabajo. El cambio más significante es la percepción de Hellhammer que Martin y yo tuvimos con el paso del tiempo. Pasaron mucho años sin que Hellhammer fuera la banda de culto que es hoy. En su momento fuimos un fracaso para los fans, la prensa, el sello y por extensión para nosotros mismos. Eso al principio fue un gran lastre para Celtic Frost porque nos relacionaban con esa banda y con que no sabíamos tocar, que hacíamos ruido, etc… Lo hizo todo más difícil. A Martin y a mí no nos quedó más remedio que dejar atrás Hellhammer y olvidarnos que un día había existido. Hasta que con la llegada de los 90’s esa percepción empezó a cambiar y especialmente con la reunión de nuevo de Celtic Frost en los 2000. Ahí nos dimos cuanta de lo importante que había sido Hellhammer para nosotros. A pesar de lo primitivo que era, tenía todavía valor 30 años después. Por lo tanto, el cambio de apreciación hacia Hellhammer con el paso del tiempo ha sido mayor que la de Celtic Frost”.
Como has de dicho antes, llevas 40 años de carrera como músico y has vivido todo tipo de experiencias, pero, ¿todavía te reconoces en el Tom Warrior que justo empezó con Hellhammer?
«Todavía hay mucho de él. Creo que es extremadamente importante, y solo hablo por mi mismo, no perder nunca la perspectiva de lo que te hizo ser músico en primera instancia. Que ahora sea músico profesional, no significa que haya olvidado aquel Tom desconocido que se movía en el underground, o de aquella actitud que teníamos Martin y yo, y que nos llevó a formar Celtic Frost. Quiero seguir manteniendo esa misma pasión, no me interesa ser un músico comercial que no siente lo que toca. Con mi novia suelo hablar mucho de aquellos primeros días y como tratábamos de salir adelante. Es algo que está muy presente en mi vida. Con Martin, hasta que llegó su muerte, solíamos recordar muchas cosas sobre aquella época y, por ejemplo, mantengo contacto con el primer batería que tuvimos en Hellhamer, o todavía voy más lejos, con el batería de mi primera banda que era Grave Hill. Fue un periodo difícil, por un lado, pero mágico por otro, y eso lo quiero preservar para siempre”.
Un aspecto muy importante de tu obra son tus letras. La muerte es un tema presente y recurrente. Con el paso de los años, es un tema que vas teniendo más presente y te formas una opinión respecto a ella. En los países cristianos pienso que tenemos una muy mala gestión al respetco. Lo que me sorprende es que con 20 años ya tuvieras en mente un tema tan delicado como ese y con tanta claridad.
«Bien, hay diferentes respuestas sobre este asunto. Por ejemplo, en países conservadores la muerte es una parte muy importante de su día a día. El mesías se sacrificó a sí mismo por el bien de la humanidad. En cada iglesia, existe un mesías muerto en la cruz, colgado de la pared. Martin venia de una familia ultra católica. Su familia no solo era religiosa, sino que estaba involucrada en la iglesia, por lo que la muerte ha estado siempre muy presente en él. Por otro lado, tanto Martin como yo estábamos muy interesados por la historia. Nos encantaba el arte y figuras como las H.R. Giger, donde la muerte también estaba presente. Otro dato importante es que en los días de Hellhammer o Celtic Frost, la Guerra Fría estaba en un periodo álgido en Europa. Esto a la gente ahora les puede parecer inimaginable, pero vivíamos un momento en que la tensión entre Rusia y Estados Unido podría haber desencadenado una guerra nuclear y el apocalipsis podía ser un realidad. La muerte era un tema recurrente entre la gente joven de entonces porque no sabía si algún día un loco daría un botón y lo destruiría todo. En Suiza, cada casa por ley tenia que tener su propio bunker nuclear, así que imagínate cómo de real lo veíamos y lo integrada que estaba la muerte en nuestras vidas”.
Ya que has citado a H.R. Giger, es alguien que ha estado muy ligado a tu carrera y de quien ahora cuidas de su legado ¿Qué es lo que haces exactamente?
«Soy el co-director del museo Giger. Esta misma tarde voy a su casa. Es un tremendo honor poder hacer este trabajo. Y espero poder seguir haciéndolo mucho tiempo”.
Tom, ha llegado el momento de preguntarte por Cold Lake, el disco maldito de Celtic Frost de 1988. Creo que lo sigues odiando. Pero, ¿crees que es un mal disco de Celtic Frost o un mal disco lo mires por donde lo mires?
«Es un disco terrible. Punto (risas). Celtic Frost no merece que su nombre salga en la caratula de ese disco. No nos representa absolutamente en nada: imagen, canciones, sonido, letras… Como disco del Celtic Frost es indefendible, pero como un simple álbum de metal es una abominación. Mi opinión no hay cambiado nada con el tiempo y me alegro de que siga en el olvido y no se haya reeditado”.
Aun así ¿puedes entender que alguien le puede tener cariño? Estás hablando con uno. Fue el álbum con el que me tocó descubrir a la banda y entonces no tenía ni perspectiva de lo que era Celtic Frost, y el cariño que le coges a tus primeros discos es difícil de olvidar.
«Pues me sabe muy mal por ti (risas) Y sí entiendo lo que dices, pero es un concepto extraño. Lo siento”.
Hablando del final de Celtic Frost, tras vuestra reunión en los 2000, editasteis Monotheist en 2006, uno de vuestros mejores discos, sino el mejor. Muchos os pudimos ver por primera vez en directo y fue una pena que en aquel momento se rompiera la relación con Martin. Existe la impresión de que la banda tenía mucho que ofrecer todavía. ¿Lo ves así?
«Totalmente. Martin y yo reformamos la banda no solo para grabar un solo álbum, sino para hacer varios. De hecho, ya estábamos trabajando en la continuación, pero había algunos desacuerdos entre nosotros tres, y Martin empezó a cansarse de girar. Después de haber dado 125 conciertos, Martin me dijo que nunca más quería salir de gira y que estaba muy cansado de ser músico. Fue un gran shock para mí, y una gran decepción. Lo podía entender en cierta manera, pero yo quería seguir creando más música, y más cuando creía que estábamos en un gran momento. Fue una pena no poder desarrollar todas esas ideas dentro de Celtic Frost, pero yo no podía parar y por esa razón formé Triptykon. Todo lo que he hecho en Triptykon es lo que hubiese hecho en Celtic Frost. Incluso he utilizado canciones que ya estaban acabadas para Celtic Frost que suenan exactamente igual. Por lo tanto, sí que me hubiese gustado seguir con Celtic Frost”.
Bueno, es que al final todos los fans ven a Triptykon como la continuación natural de Celtic Frost….
«Estoy de acuerdo, lo veo igual».
De hecho, en los conciertos de Triptykon suenan temas de Celtic Frost, pero la popularidad de la banda no es la misma. ¿Crees que Celtic Frost eclipsa en cierta manera lo que haces con Triptykon?
“Posiblemente sea así, pero no tengo ningún problema con ello. Me siento muy privilegiado de haber sido parte de Celtic Frost. Para bien o mal fuimos una banda que estuvimos muy alejados de lo convencional y estoy muy orgullo de ese legado. Mucha gente me dice que nuestra música fue pionera y que abrió muchas puertas, así que entiendo que al final acabe eclipsando a Triptykon, porque es así. Las percepción del tiempo cambia las cosas. Antes hablamos de lo experimental que era en su momento un álbum como Into The Pandemonium, con cosas de new wave, música clásica, electrónica…pero es que todavía hago esas mismas cosas en Triptykon. Lo que ocurre es que ahora todas eso es normal y es, en ese elemento pionero de Celtic Frost, donde está todo el valor de la banda. La gente ahora está mucho más abierta a cosas más experimentales, y eso está muy bien».
Con Triumph OF Death te has sacado de la manga un proyecto para salir y tocar todas tus viejas canciones de Hellhammer. Ha de ser divertido pero, ¿es complicado para ti, en el aspecto físico, tocar canciones de Hellhammer?
«Eso fue un experimento que no sabía si iba a funcionar. Tuve que ir con mucho cuidado porque no quería destrozar esas canciones. Pero funcionó muy bien, y además me lo pasé de muerte. No había presión, no teníamos que promocionar nada, no había un objetico económico, era simplemente tocar esas canciones por el placer de hacerlo”.
¿Y que planes hay con Triptikon? Vuestro último álbum de estudio es de 2014.
«Estamos trabajando en un nuevo álbum que debería de salir el año que viene. Lo estamos poniendo todo en orden, pero la banda sigue activa. Nuestro último lanzamiento fue en 2020, un álbum en directo, así que ya es momento de grabar música nueva”.
Exacto, fue vuestra interpretación de Requiem en el festival Roadburn de 2019. ¿Cómo de difícil fue hacer Requiem en directo con una orquesta de 35 músicos? Sé que te gustan los retos y ese tuvo que ser uno de los buenos.
«Es exactamente eso. Uno de mis mayores retos como músico».
¿Sufriste?
«(Risas) ¡Ya lo creo! Estuve escribiendo la última parte de Requiem durante todo un año, y entonces tuvimos que transcribirla para los músicos de la orquesta y ensayarlo con ellos. Yo no soy un músico de conservatorio, y ellos eran mil veces mejores de lo que lo soy yo, así que imagínate si fue un reto intimidatorio. Pero era algo que quería hacer desde 1987 y finalmente tuve la oportunidad de hacerlo. Ahora, me quede muy tranquilo cuando se acabó”.
En el año 2000 editaste Are You Morbid?: Into the Pandemonium Of Celtic Frost, tu autobiografía, cuando no era tan común que músicos editaran libros de ese tipo. Más adelante fue Only Death Is Real que era sobre todo un libro de fotografías. ¿Has pensado hacer una revisión de Are You Morbid? o incluso una nueva biografía?
«Sí. Va a haber una versión mucho más extendida de Are You Morbid?. Ya tengo el contraro. Será una versión con muchas más fotos, más información, y cubrirá otros aspectos que no salían ahí. Está en mi mente, pero primero tengo que acabar el nuevo álbum de Triptykon».
RICHARD ROYUELA