Convencidos de que, tras cuatro años de silencio, tenían que volver con su mejor disco, Ceremony se emplearon a fondo para la grabación de In The Spirit World Now. ¿El resultado? Tan sorprendente como cabía esperar.

Si cuando vi a Ceremony abriendo para Bane en 2007 me llegan a decir que un día grabarían un disco como su recién editado In The Spirit World Now, no me lo hubiera creído. Por aquel entonces, el grupo californiano todavía estaba presentando su brutal debut Violence Violence, publicaban en Deathwish Inc. y practicaban un rabioso hardcore con canciones de apenas un minuto. Doce años después su música está más cerca del post punk y el pop de sintetizadores, su estética no es amenazante en absoluto y difícilmente te los imaginas girando con una banda como Bane. Naturalmente el shock hubiera sido total si entre medio no hubieran publicado álbumes como el grungero Rohnert Park o los más ochenteros Zoo y The L-Shapped Man. Aun así, su desconcertante evolución, contraria a lo que mandan los cánones de la industria, explica que hayan ido pasando por sellos tan distintos como Bridge 9, Matador o actualmente Relapse, o por qué cuesta bastante encontrar fans de la banda por ahí. Pero nada de eso parece ser capaz de doblegar la voluntad de Ross Farrar (voz), Anthony Anzaldo (guitarra), Andy Nelson (guitarra), Justin Davis (bajo) y Jake Casarotti (batería) de seguir mudando de piel cada vez que deciden ponerse bajo los focos.

Dada la trayectoria del grupo a lo largo de los años, ¿es vuestra máxima prioridad no repetiros cada vez que empezáis a trabajar en un nuevo disco?
ANTHONY ANZALDO
“No, para nada. Nunca hablamos o planeamos cómo sonará nuestro siguiente disco. Es un proceso muy natural y orgánico. Normalmente nos juntamos para trabajar en las canciones y cuando tenemos unas cuantas que nos parecen que forman algo coherente es cuando empezamos a tener una idea de cómo sonará el álbum. Y a partir de ahí tenemos una referencia de hacia dónde irá el resto. Pero lo más importante es que sea honesto y que suene bien, claro. Puede que en algún momento hagamos un disco que suene parecido al que hemos hecho antes si eso es lo que nos apetece”.

¿Es también un reflejo de la música que más escucháis en ese momento?
“Quizá en parte, pero no es algo tan concreto. Creo que tenemos gustos bastantes amplios y una visión abierta de lo que es la música. Si hacemos un trabajo con más sintetizadores no es porque de golpe hayamos descubierto grupos que los usan. Es simplemente que las canciones que estamos haciendo en ese momento suenan mejor con ellos. A veces te sientes inspirado por canciones que escuchas, claro, pero la mayoría de veces no es una influencia tan directa”.

¿Crees que esta libertad de hacer lo que queréis refleja una actitud más punk que si hubieseis seguido haciendo discos como Violence Violence?
“Sí, pero a veces cansa un poco que siempre se ponga el énfasis en que cambiamos mucho, más que en la música en sí. ¿Cuándo se dará cuenta la gente que esta banda es así? Llevamos más tiempo haciendo discos que no son de hardcore que el que hicimos discos de hardcore. Pero bueno, mientras se fijen en nosotros, ya está bien (risas)”.

En realidad, quizá lo extraño es que esperemos que los grupos siempre suenen igual, cuando lo normal es que alguien con 40 años tenga gustos y experiencias distintas a las que tenía con 20.
“Así es. Además, muchas veces los fans se aburren de un grupo que siempre hace lo mismo y pasa a otra cosa. Sólo hay unas pocas bandas que sean capaces de repetirse y que sigan siendo celebradas: Ramones y Slayer. No hay muchas más. Cualquier banda que merezca la pena tiene que evolucionar y cambiar para tener una carrera duradera. Guiarte por las expectativas de los fans es siempre un error”.

¿Fue Zoo el disco que supuso un punto de inflexión en cuanto a la percepción del grupo?
“Seguramente, pero para nosotros empezó con el anterior, Rohnert Park. Fue cuando empezamos a experimentar más con la instrumentación y a enfocar las cosas de manera distinta. Pero a partir de Zoo aún lo acentuamos más”.

¿Crees que el no haber tenido un álbum de mucho éxito o un gran hit os ha dado también esa libertad?
“No estoy seguro. El crecimiento nunca ha influido en nuestra evolución, así que no creo que aunque hubiéramos vendido mucho de un disco hubiéramos intentado aferrarnos a ese sonido. Pero ya veremos, porque creo que con este álbum vamos a tener muchos singles de éxito a nivel mundial (risas)”.

Bueno, si tenéis que competir con Lil Nas X o Billie Eilish lo tenéis jodido…
(Risas) Sí. Pero quizá Lil Nas X haga una versión de ‘Turn Away The Bad Thing’ en su próximo disco (risas)”.

En el disco habéis trabajado con Will Yip como productor y Ben Greenberg en las mezclas. Es una combinación original.
“Sí. Queríamos trabajar con los dos porque Will es más pop, más pulido, presta mucha atención a los detalles, a las melodías, a las estructuras, y Ben viene de un mundo más ruidoso. Así que me interesaba esa dualidad. Creo que los dos aportaron lo que buscábamos. Will es muy metódico, nunca he visto a nadie trabajar tanto y tener tanta energía creativa. Se asegura de que cada nota, cada línea, sea perfecta. Y necesitábamos eso porque este disco lo hicimos de manera distinta. Ya no vivimos en la misma ciudad, así que teníamos que volar para poder trabajar juntos a tope durante cinco días y no teníamos tiempo de revisar nada. Así que cuando llegamos al estudio, no estábamos tan engrasados como en el pasado. Fue bueno tener a alguien como Will que nos pusiera a raya. Y Ben tiene un gran conocimiento de sintetizadores analógicos, que eran los únicos que quería usar yo, así que pudimos grabarlos muy bien. No creo que haya otra banda que escogiera a dos personas tan distintas como ellos, así que estaba seguro que el resultado sería especial”.

Como has dicho antes, ahora vivís en diferentes ciudades. ¿Es complicado mantener el espíritu de grupo cuando no estáis juntos físicamente? ¿Y es uno de los motivos por los que habéis tardado cuatro años en publicar algo?
“Bueno, estuvimos de gira un año con el disco anterior, y cuando pasas de los 30, tres años pasan como si nada (risas). En cuanto a la distancia, creo que sería complicado empezar un grupo estando separados, pero antes de sacar el primer disco, ya llevábamos años tocando juntos. El vínculo es muy fuerte. Justin, el bajista, y yo tocamos juntos desde que íbamos a primaria. Nos conocemos de arriba abajo, así que nos compenetramos muy bien, y la geografía no va a cambiarlo”.

Además, excepto el guitarrista Ryan Mattos, dejándolo en 2011, no habéis tenido cambios de formación.
“Sí, y Ryan se unió un año después de que empezáramos, así que los otros cuatro formamos un núcleo muy fuerte. Y Andy ya lleva con nosotros ocho años”.

Steve Jones de Sex Pistols siempre dice que sus años favoritos del grupo fueron antes de sacar su primer disco, cuando nadie les conocía. ¿Tú también tienes un cariño especial por vuestros primeros años?
“Creo que Steve Jones miente (risas). No hay que hacer arte para los demás, pero cuando lo que haces conecta con otras personas es lo mejor, es un privilegio. Y al final es lo que te permite seguir siendo un grupo. Pero también es que los Sex Pistols llegaron a un nivel que nadie podía imaginar. Supongo que la locura que vino luego es lo que le hace pensar así”.

¿Nunca os habéis planteado volver al sonido más punk de vuestros inicios?
“No, no. Nadie ha pensado que eso fuera una buena idea (risas). Estamos bastante sincronizados en cuanto a lo que queremos”.

JORDI MEYA