Hoy se pone a la venta el disco recopilatorio HFMN Crew 20 Years Sampler, con el que la promotora, ahora también sello y agencia de management, HFMN Crew celebra sus 20 años de trayectoria. Para celebrarlo, charlamos largo y tendido con su máximo responsable, David Peret.
Como él mismo dice, pocas personas en nuestro país tienen su experiencia en distintas facetas del mundo musical. A lo largo de su vida David ha sido músico, promotor de conciertos, agente de contratación, manager, gestor de una sala de conciertos y director de un sello. Toda esta experiencia se materializará hoy con la edición del recopilatorio HFMN Crew 20 Years Sampler, y los conciertos que hoy y mañana tendrán lugar en la sala Estraperlo de Badalona para celebrar también su 13º aniversario, en los que actuarán grupos como La Inquisición, Blowfuse, Proudz, Anal Hard o The Gundown.
Pese al orgullo, lógico, que pueda sentir por todo lo que ha conseguido, David no transmite ningún tipo de prepotencia. Al contrario, habla de su trayectoria con total humildad como si las cosas hubieran ido pasando casi por casualidad.
Empezaremos por el final, el recopilatorio con grupos de HFMN. ¿Cómo surgió la idea? ¿Te inspiraste en compilaciones tipo Punk-O-rama de Epitaph?
DAVID PERET «La idea vino porque queríamos hacer algo diferente por el 20 aniversario. Haremos algún concierto con todos nuestros grupos, pero como ahora también somos sello, queríamos hacer algo que sirviera para dar impulso a todas las bandas a la vez. Últimamente que muchos recopilatorios que sacan sellos como Pirate Press, con los que trabajamos, ponen temas que ya están publicados. ¿Qué gracia tiene si ya está todo en Spotify? ¿Por el frikismo de tenerlo en vinilo? Está bien, pero musicalmente no aportan nada. Así que sí, nos inspiramos en Punk-O-rama o los recopilatorios de Fat Wreck que tenían temas inéditos. Además como la mayoría de lanzamientos se han retrasado por la pandemia, pero los grupos ya tienen los discos grabados, pensamos en meter temas inéditos o rarezas como la The Gundown porque ya han sacado su disco. La idea era hacer algo que tuviera más valor musical, Y al igual que hacía Epitaph que aprovechaba sus cuatro grupos insignia para promocionar al resto, nosotros también lo hacemos con Talco, The Baboon Show y Crim para dar a conocer al resto».
¿Montar un sello es algo que habías querido hacer siempre o ha sido más bien una necesidad?
«Nunca había querido hacer un sello, nunca. Ha sido de rebote. Como sabéis HFMN es una promotora y agencia de booking, pero llegó un momento que Talco echaron a su manager, y me lo propusieron. A mí no me interesaba, pero luego pensé que igual pillaban a alguien y me quitaba a mí como booker (risas). Así que al final acepté. Y luego hablando e informándome gracias a amigos como Jordi (Ramírez) de Buenritmo, y aprendiendo todo el tema de editoriales y demás, decidí montar también el sello. Porque me di cuenta que, aunque parezca mentira, a veces los intereses del sello y los míos no eran lo mismos. No nos engañemos, todo el mundo intenta barrer para casa, así que decidimos montar el sello para lanzar el de Talco. Una ventaja es que si el sello no da dinero, pero el grupo crece, podemos coger el dinero de las giras o el merch para poder sacar el siguiente disco. Si te fijas, grupos como Dropkick Murphys también se lo hacen todo ellos. Muchos sellos ahora solo se limitan a adelantarte el dinero».
Y a veces ni eso.
«Exacto. Y si luego el sello se queda el 50% de todo lo que generas, haces cuentas, y ves que más vale hacértelo tú. O pedir un crédito al banco que ceder el 50%. Marc (Anguela) de Crim es quien lleva el sello y lo hacemos todo nosotros».
Como se ve en el recopilatorio en poco tiempo has construido un buen roster. ¿Qué criterio sigues a la hora de fichar una banda?
«La mayoría de grupos del sello son los que llevamos como management. Luego hemos hecho colaboraciones con otros sellos porque son amigos como con Zombi Pujol, Againsters… También sacamos la reedición de Strike The Match de Nations Of Fire porque queríamos darle algo más de empaque a su concierto en el Gasteiz-Calling».
Pues dime el criterio para que entren en el management.
«Tienen que tener algo diferente, no que sea una copia de una copia. Y que me gusten».
¿Y que te caigan bien?
«Sí, también. Y es muy importante que tengas ganas de trabajar. Cuando algún grupo me ha dicho que podía tocar muy poco, mejor dejarlo, porque no me necesitan. Yo necesito grupos que vayan a por todas. A ver, Proudz y Anal Hard, tienen críos y demás, y sé sus circunstancias, pero puedo enfocarlo de una manera distinta. También son los dos primeros grupos con los que trabajé, así que por amistad no puedo decirles que no (risas). Quiero grupos que sean ambiciosos, pero que no se fliplen».
Supongo que la separación de Deadyard ha sido un golpe duro, porque habíais apostado mucho por ellos.
«Sí, ha sido una gran pena. Es un grupo con el que me lo paso muy bien y tenemos mucho feeling. Fue la última gira antes de la pandemia. El engorile que había en esos momentos se fue a la porra, y toda la inversión de promo que hicimos se perdió. Yo creía que era un grupo con mucho potencial, sobre todo más fuera que aquí. Ha sido una buena putada. Pero se fue el cantante, y para qué iban a buscar uno nuevo si tampoco había conciertos… No sé si de aquí a un tiempo se podrá recuperar, pero no lo creo. Se ha acabado».
En el caso de The Baboon Show que ya tenía una larga trayectoria detrás, ¿el nivel de exigencia o las expectativas son mayores por su parte?
«No. Ellos tienen la actitud de tocar porque se lo pasan bien. Es verdad que el grupo ha crecido y ahora ganan más dinero, pero nunca han vivido de la música todavía. Es como su plan B. Talco en cambio llevan cinco años viviendo del grupo y son muy autoexigentes. En general, nos fijamos unos objetivos, y por suerte los vamos cumpliendo. Pero a veces soy más yo que los propios grupos».
Sin duda con The Baboon Show ha habido un cambio radical desde que los pillaste.
«En España sí. Aquí habían hechos dos giras muy pequeñas, pero en Europa ya empezaban a petar. Pero fue ponerlos en el Barna ‘N’ Roll y el Gasteiz-Calling y que todo el mundo empezara a hablar de ellos. Y luego hicimos la gira de Radio Rebelde, y todos los conciertos fueron sold-out. Necesitaban a alguien que los pusiera delante de 4.000 personas, pero el mérito es del grupo, que tengan buenas canciones y un buen directo. Si eres malo, tendrás a 4.000 personas hablando mal de ti (risas)«.
Pero también hay ese factor X. Para mí un grupo como Blowfuse cumple todos los requisitos, pero les está costando mucho despegar.
«Mi teoría es que si fueran de Estados Unidos y los pillara una multi estarían al nivel de Turnstile. Quizá han estado en el lugar y el momento equivocado. Trabajan y se esfuerza mucho, se van de gira y al día siguiente de volver siguen ensayando. Cuando hacen un disco son unos enfermos. Quizá lo que les falla es precisamente que se tienen que relajar un poco, porque se acaban frustrando. Ya vendrán las cosas… Mira, con Crim todo ha ido saliendo sin plantearse nada».
Hablando ya de HFMN como promotora… ¿Estos dos últimos años de pandemia te han hecho plantear si te habías equivocado de camino?
«La verdad es que no. Por suerte han llegado ayudas, y no he tenido ningún problema. Al final siempre pienso en buscar una solución cuando pasa algo. He invertido este tiempo en mi familia y mis amigos que quizá los tenía un poco abandonados. Pero para los grupos ha sido y sigue siendo muy duro, sobre todo los que viven de esto. Pero yo ya no podría trabajar en otra cosa. Nunca volvería a una oficina. Quizá me dedicaría a otras cosas prohibidas (risas). Lo del management me ha dado muchas alas. Me llena mucho más coger un grupo pequeño y junto a ellos hacer que crezca, que montar otro bolo de NoFx. Así de claro, aunque NoFx me llene más los bolsillos. La gira Punk In Drublic fue muy bien, pero sufrí mucho, y en cambio luego me fui tres semanas de gira a Estados Unidos con Lion’s Law y me lo pasé genial. A mí lo que me gusta es eso. Estar con los míos (risas)«.
Siendo promotor, manager, sello, sala… Debe ser muy difícil que te metan un gol cuando sales por ahí.
«Imposible (risas)«.
¿Qué te parece por ejemplo que las salas se queden un porcentaje de venta del merch?
«Me parece fatal. Por eso cuando hacíamos bolos en Razzmatazz vendíamos el merch en la Rocksound. Dejábamos algo en Razz para la gente despistada, pero no estoy de acuerdo que se queden un 25%. En algunos festivales también se hace. Yo creo que en los festis de punk rock no se tendría que hacer porque es feo. Pero es lo que decías, he pasado por todos los aspectos de la música. No sé si hay mucha gente que pueda decir que ha hecho de todo. Como me decía mi gestor, que fue antes mi profesor, ‘el mejor negocio es en el que ganamos todos’. Nunca, con ningún grupo que he trabajado, le he puesto un sobrecoste. Engañar a los grupos no llega a ninguna parte, porque algún día se darán cuenta. En Suiza, por ejemplo, son famosos por inventarse los costes».
Francia también tiene mala fama.
«Es verdad. Todo el mundo odia girar en Francia. No sé, la verdad es que casi no he montado nada allí. Es un país curioso porque o lo petas o no te comes nada. Lagwagon meten tres veces más gente aquí que en Francia».
Sigamos yendo atrás. ¿En qué momento decides no solo contratar bandas para festivales sino montar tus propios festivales?
«A ver, nosotros empezamos el HFMN Fest en 2003 en Sant Joan de Vilatorrada, pero era muy pequeño, para 800 personas. Yo creo que fue al ver el hueco. Cuando el Resurrection hacía solo punk rock y hardcore, no lo veía, pero cuando tiró más hacia el metal, pensé que quizá era el momento de montar uno. Pero también fue un poco de rebote. Aquí puedo explicar como empezó el Barna ‘N’ Roll. Ofrecí Talco al Cruïlla, me ningunearon, les ofrecí Toy Dolls y lo mismo, y como los tenía a los dos de gira y Bad Religion decidí montar el festi. Fue un exitazo y copiamos el line-up para el primer Gasteiz Calling, y luego para el Mallorca ‘N’ Roll. También con el Punk ‘N’ Drublic me di cuenta que el país da para hacer tres o cuatro fechas, y que no te tienes que volver loco por tener exclusivas. Con el Tsunami Xixón compartimos grupos porque da para todos y es más fácil».
Hablando de exclusivas y cómo afecta el caché de los grupos, estamos viendo como los precios de las entradas de conciertos no paran de subir. ¿Crees que todavía irá a más?
«Si no lo frenamos, es imparable. Los grupos cada vez piden más, y los promotores quieren mantener sus márgenes. Si te fijas de punk rock, apenas hay giras en salas. Todos van a festivales o se montan su festival. Está subiendo todo demasiado. Nosotros intentamos que nuestros grupos giren en febrero, marzo porque no hay nada».
¿Y te preocupa que el público se esté envejeciendo?
«Para grupos como Bad Religion o NoFx es así, pero al menos aquí en Catalunya, Crim, La Inquisición o Blowfuse tienen un público muy joven. En Euskadi también hay una escena de street punk muy buena. Hay relevo generacional. Lo que necesitamos es que haya más bandas que puedan ser cabezas de cartel como Turnstile o The Interrupters, porque las bandas clásicas se irán retirando. Dropkick Murphys son ahora los más grandes, hacen giras donde meten 10 o 12.000 personas. Es muy bestia. Son los más listos. Siempre giran en enero, febrero porque saben que no tienen competencia».
Venga, vayamos ya al origen de todo esto. Supongo que cualquier gran aficionado a la música ha soñado alguna vez montar un concierto. ¿Cuándo se te encendió la bombilla y decidiste dedicarte a esto?
«Empezamos un grupo de SHARP skins en Manresa para poder pagar nuestras campañas políticas y sociales. Eramos unos 10 o 12. Luego montamos la fiesta mayor alternativa, y después junto a Jordi de Buenritmo en el 97 trajimos Red Alert, y vi que molaba esto de conocer grupos de fuera, y empecé a traer grupos guiris a la fiesta alternativa. En el 98 empecé mi grupo Street Bastards, y para irnos de gira traíamos grupos y luego hacíamos intercambio y nos íbamos de teloneros. Cuando en 2002 se acabó mi grupo, tenía la experiencia de montar todas nuestras giras, y en 2003 montamos el festi de HFMN con bandas de Francia, Holando, y fue cuando las agencias me empezaron a ofrecer giras. Yo estaba currando, pero tenía que pedir días de fiesta para irme de gira, y al final mi jefe me dijo que tenía que elegir si el curro o la música. Porque además, igual dedicaba dos horas a mi trabajo y el resto a montar giras desde la oficina, hasta me imprimía los carteles allí (risas). Se lo confesé cuando me fui (risas). Ha sido una evolución, pero en ningún momento esperaba llegar aquí».
¿En qué momento te sentiste promotor de verdad?
«Cuando hice NoFx. Había hecho Cock Sparrer con mucha gente, pero en 2010 con NoFx fue un cambio. Un año antes había conocido a Dave (Pollack) de Destiny y me dio la gira de No Use For A Name y fue un éxito. Y se dieron cuenta que quizá tenían que cambiar algunas cosas por aquí (risas). Además habíamos abierto la sala Estraperlo, y nos iba fatal, nos emborrachábamos cada día, pero con NoFx vi que tenía que frenar y tomármelo en serio. Y después de NoFx me llamaron Bad Religion. Al final los agentes hablan entre ellos».
¿Qué es lo que más ha cambiado desde que empezaste?
«Hay mucha más seriedad y normativa. Cuando empecé en Manresa en los 90, montábamos nosotros el escenario, no había un seguro de responsabilidad civil, se pagaba todo en negro, no había seguridad… Todo se ha profesionalizado mucho más».
Y está muy bien, pero quizá se ha cortado las alas a alguien que quiera empezar.
«Está claro. Antes entre cuatro colegas podías montar un concierto, ahora con todo el papeleo se te quitan las ganas. Está muy bien que todos los músicos tengan que darse de alta, pero para grupos pequeños que no viven de esto, es un marrón. Para bolos de 100 personas es inasumible todo lo que te piden. Al final mucha normativa es solo una manera de sacar dinero. Un chaval que quiera montar un bolo no puede asumir un seguro de 1500 euros y dar de alta a todos. O si tiene que contratar una empresa para hacer pegada de carteles… Como no se vigile, se van a cargar la base y muchas iniciativas bonitas. Ya veremos hacia donde irá todo, igual serán todo hologramas o gafas de realidad virtual (risas). Espero no verlo (risas)«.
JORDI MEYA