Esta noche, Dr. Calypso ofrecen su penúltimo concierto en la sala Apolo de Barcelona. El del viernes, 4 de enero, en la misma sala, con las entradas agotadas desde hace meses, supondrá el punto final a 30 años de carrera. Charlamos con su guitarrista Jordi Manyà, alias Maniac, sobre sus sensaciones antes de que el telón caiga por última vez.

Desde que empezaran en 1989 hasta su actual despedida, los barceloneses Dr. Calypso las han visto de todos los colores. Han tocado en casas okupas, salas, fiestas mayores y festivales, tanto en Catalunya, como en el resto de España y Europa y han compartido escenario con leyendas de la música jamaicana como Laurel Aitken o Toots And The Maytals. Su contribución en los 90 fue básica para introducir el ska o el rocksteady en una escena hasta entonces dominada por el punk y el hardcore, y demostrar que tener un mensaje reivindicativo no estaba reñido con tener una propuesta festiva. Su discografía, con cinco discos de estudio, más un directo, un álbum de rarezas y un par de recopilatorios, quizá sea más corta de lo que les hubiera gustado, pero los cientos de conciertos que dejan a sus espaldas son su mejor legado.

¿Qué sentimientos tienes ahora que se acerca el final?
JORDI MANYÀ “La verdad es que por un lado da pena porque han sido 30 años, pero ya que hay gente del grupo que quiere decidir que esto termine, pues también hay ganas de que acabe. Hay miembros que tienen otras prioridades, otros intereses y si no está todo el mundo a gusto, lo mejor es dejarlo”.

¿Cuándo empezasteis a barajar la idea de dejarlo?
“Fue algo paulatino. Como te decía había gente que ya no estaba tan motivada, que no tenía tantas ganas… Lo cual también es normal porque han sido 30 años. No hay ningún mal rollo entre nosotros porque nos lo pasamos super bien cuando salimos y creo que sonamos mejor que nunca, pero… En 30 años nunca hemos dejado de tocar o de ensayar, nunca hemos hecho ningún parón y al final cuando tienes otras obligaciones, tienes hijos, es difícil de compaginar con la banda o llegar a las tantas de la madrugada después de un concierto”.

¿El anuncio de la despedida ha generado la repercusión que esperabais?
“La verdad es que sí. La primera fecha que anunciamos en Apolo se agotó en 3 semanas, no lo esperábamos. Pero por suerte pudimos encontrar otra fecha dos días antes. En la época de la crisis hubo un bajón porque nosotros trabajamos mucho en fiestas mayores, y también es verdad que hemos tocado en muchos sitios y nos tienen vistos en toda Catalunya, pero ahora está viniendo gente que nos está viendo por primera vez y gente a la que le da pena que lo dejemos”.

¿Os planteasteis grabar un último disco?
“Sí, teníamos ya temas compuestos, pero al final estamos en lo mismo, había gente que no le podía poner las horas que pide una grabación”.

¿Grabaréis alguno de los conciertos de despedida?
“Sí, grabaremos el último y sacaremos un disco”.

Durante estos 30 años, ¿os habíais planteado dejarlo antes en algún momento?
“Hace ya años que algún miembro importante del grupo lo había planteado. Al final, si estás trabajando toda la semana y el fin de semana te tienes que ir siempre a tocar, de viernes a domingo, acaba pasando factura. Pero decidimos, al menos aguantar hasta el 30 aniversario y hacer una gira de despedida en condiciones”.

Tal como lo cuentas, parece que si fuera por ti seguiríais. ¿Tienes pensado ya que harás después?
“Sí, de hecho, varios del grupo ya estamos montando otra banda desde hace un año. No es exactamente lo mismo, pero también va en la onda jamaicana. Uno seguiremos y otros lo que quieren es dejar ya el rock’n’roll (risas). La mitad del grupo ya pasamos de los 50, es normal”.

Aguantar 30 años tiene mucho mérito. ¿Cuál crees que ha sido el secreto?
“Sobre todo la amistad y que todos somos entusiastas de la música. Algunos nos conocíamos de antes de formar el grupo”.

¿Recuerdas la primera conversación dónde se gestó el grupo?
“Todo comenzó porque teníamos un local de ensayo en el barrio de Gràcia donde ensayaba con Acció Directa, de los cuales era bajista. Y por las mañanas no iba nadie, y unos éramos otros estudiantes, otros parados, pues empezamos a ir de vez en cuando, dos o tres o cuatro con una Xibeca y a pasar el rato. En aquel momento habían salido Skatalà y empezábamos a escuchar ska. Nos sacábamos temas de Madness, de Toots And The Maytals… no había grandes pretensiones, pero poco a poco empezamos a pensar que molaría meter vientos y teclados, y hacer algo en plan jamaicano antiguo, en plan Skatalites, que entonces tampoco se estilaba mucho. Poco a poco se fue añadiendo gente y llegamos a ser doce. Luego nos quedamos en diez que es la formación que se quedó”.

Ser tanta gente no tenía que ser fácil al principio. Poca pasta y muchos a repartir…
“Lo de la pasta tampoco nos importaba mucho porque lo que queríamos era tocar y divertirnos. Pero la logística no era fácil. Teníamos que ir en dos vehículos o en autocar…”.

Pero por lo que recuerdo, desde que salisteis, tuvisteis una muy buena respuesta.
“La verdad es que sí. Creo que había ganas de un grupo así. Lo que había era más ska punk con Skatalà o Decibelios, pero una banda underground con sección de vientos llamaba la atención”.

¿Cuál fue el primer bolo?
“Fue en un sitio de estos que venden cerámica en la carretera, de esas con enanitos (risas), cerca de Sant Boi. Había sido un puticlub y decidimos montar una fiesta allí. Llevamos las birras, un cassette para poner música y desde entonces ya se creó bastante seguimiento. En el 91, con la maqueta ya empezamos a tocar por Europa”.

«A mediados de los 90 no parábamos de tocar. Nos pasaban los veranos volando porque de mayo a octubre no parábamos. Habíamos llegado a hacer dobletes y hasta tripletes”

¿Con qué disco crees que definisteis vuestro sonido?
“Con Toxic Sons, el segundo. Habíamos tenido ofertas de distintas discográficas, pero decidimos pagárnoslo nosotros. Creo que es nuestro disco más famoso y del que seguimos tocando más temas. Ahí empezó el boom del ska y supongo que eso ayudó. A mediados de los 90 no parábamos de tocar. Nos pasaban los veranos volando porque de mayo a octubre no parábamos. Habíamos llegado a hacer dobletes y hasta tripletes”.

¿Recuerdas alguna aventura que se te haya clavada para siempre?
“Una bastante graciosa es que al principio del grupo fuimos a tocar a Lleida y al recoger del bolo nos llevamos tres micros de la sala. De golpe, estábamos durmiendo en la pensión y era la policía secreta que nos venía a detener por haber robado los micros. Éramos como 13 ó 14, y claro, la policía había venido sólo con un coche. Así que tuvimos que ir con nuestra furgoneta, que incluso nos planteamos escaparnos (risas). Pero al final fuimos a la comisaría y nos metieron a todos en un calabozo, ahí con la resaca, habiendo dormido dos horas (risas). Además, era el Día de los Inocentes y teníamos un bolo en Guadalajara. Nos llevaron ante el juez, y nos dijo ‘Mirad, yo tocaba en una banda de rock’n’roll y una vez no nos pagaron y antes de irnos, le rompimos todos los jacks de la sala. Así que coged la furgoneta y piraros a Guadalajara’ (risas). ¡Y llegamos a tiempo para el concierto!”.

Para terminar, ¿tenéis clara la última canción que tocaréis juntos?
“Supongo que será ‘Plan 10’ que es con la que siempre cerramos los bolos. Dará pena… pero yo ya me estoy preparando. La verdad es que todos estamos disfrutando mucho pensando que son los últimos conciertos”.

JORDI MEYA