Si te va el punk con influencias celtas ya sabrás que el próximo 28 de enero Dropkick Murphys ofrecerán un concierto único en el Palacio Vistalegre de Madrid en el que contarán con Frank Turner como invitado especial y en el que también participarán Rude Pride y Jesse Ahern. Su multiinstrumentista Tim Brennan nos hace la avanzadilla.
Aunque Tim Brennan sólo tenía 15 años cuando Dropkick Murphys publicaron su debut Do Or Die en 1998, sólo pasarían cinco años hasta que el talentoso músico se incorporara a las filas del grupo de Boston. Con el tiempo su papel ha ido creciendo cada vez más, y además de ser uno de los miembros que más activos se muestran en el escenario, también se ha convertido en uno de sus principales compositores. Seguramente por el indiscutible liderazgo de Ken Casey y Al Barr, pocas veces tenemos la oportunidad de escuchar sus opiniones, pero desde luego su historia resulta de lo más interesante.
Si bien en esta nueva visita el grupo no viene a presentar un disco nuevo (su último trabajo 11 Short Stories Of Pain & Glory se publicó en enero de 2017), Brennan nos confirma que ya andan preparando su siguiente álbum para que vea la luz en 2020. Algo que nos hace pensar que quizá más pronto que tarde podamos volver a disfrutar de su potente directo. Ojalá sea así.
Hola Tim, ¿cómo afrontas este final de año?
TIM BRENNAN “Tenemos un par de cosas que hacer antes de acabar el año, pero vamos a pasar las Navidades en casa. Cuando termine la entrevista voy a ensayar con la banda porque estamos escribiendo un nuevo disco”.
Oh, muy bien. ¿Cuánto lleváis preparándolo?
“Mmm… Quizá un mes y medio. Esperamos que durante el primer trimestre podamos entrar en el estudio a grabarlo para que salga antes de que termine el año. La verdad es que está saliendo todo muy bien”.
La semana que viene estaréis abriendo para los Misfits en Filadelfia. Aunque tú todavía no estabas en el grupo, la banda grabó una versión de ‘Halloween’ para un recopilatorio en el año 2000. ¿Tú eres fan suyo también?
“No era un gran fan, pero eso no quiere decir que no me gusten. Pero cuando era joven me gustaban otras cosas. Aun así, los Misfits son una de esas bandas de referencia, aunque no conozca todos sus discos de cabo a rabo”.
¿Te sorprende que sea una banda que ahora llena arenas cuando en su momento eran totalmente underground?
“En parte sí, pero a medida que han pasado los años creo que su legado se ha ido infiltrando en la cultura popular. Ves un montón de gente con camisetas suyas y sus canciones siguen sonando. El culto hacia ellos no ha parado de crecer. Creo que su nombre y su logo se han convertido en estandartes del punk rock. En octubre estuvimos de gira y el conductor del autobús llevaba una sudadera de Misfits, y le pregunté si era fan suyo y ni siquiera sabía que eran una banda (risas). Y le dije ‘¡Pero si llevas una sudadera suya!’, y me dijo que no tenía ni idea (risas). Así que ahí lo tienes”.
Vuestro grupo también ha crecido mucho viniendo de muy abajo, pero con el tiempo incluso habéis tocado en algún estadio de béisbol. ¿Os sentís cómodos en esos grandes escenarios o todavía se os hace raro?
“La verdad es que en estos momentos no hay demasiada diferencia toquemos donde toquemos. No te voy a engañar: es fenomenal salir al escenario y ver a tantísima gente. Dicho esto, somos un grupo que nos curtimos tocando en clubes y quizá ahí es más fácil que la energía que lanzamos desde el escenario tenga un mayor impacto. La realidad es que mientras podamos seguir tocando, me da igual dónde sea (risas)”.
“Estar en un grupo del que Bruce Springsteen es fan es una pasada” TIM BRENNAN
Tu papel en el grupo es un poco el de ‘chico para todo’. ¿Tienes un instrumento favorito o también te da igual?
“Mi instrumento favorito es la batería porque es el primero que aprendí a tocar, pero es justo el que no puedo tocar en el grupo (risas). Creo que mi única habilidad en esta vida es la de poder coger un instrumento y tocarlo, sea el que sea. Cuando estoy en el escenario, me da igual qué instrumento estoy tocando. Pero te diré que es muy divertido tocar el acordeón”.
Dicen que el acordeón es de los instrumentos más difíciles de tocar. ¿Es verdad?
“Lo es, lo es. Al menos tocarlo realmente bien, cosa que yo no hago (risas). Cuando ves a alguien que realmente sabe tocar el acordeón es una pasada. Yo puedo tocar cosas en plan irlandés, y no me cuesta aprender las canciones, pero si un acordeonista de verdad me retara a un duelo, estaría muerto (risas). Viajamos mucho, y cuando estás por Europa ves a tíos tocando el acordeón en la calle que lo hacen mucho mejor que yo (risas)”.
¿De niño ya tenías esta habilidad para tocar tantos instrumentos?
“Sí, supongo que es un talento natural. No vengo de una familia de músicos, creo que sólo mi abuela tocaba un poco el piano, pero mis padres apenas escuchaban música y mucho menos tocarla. Pero por algún motivo mi hermano y yo empezamos a tocar”.
Si no me equivoco, empezaste vendiendo merch para la banda… ¿Cómo acabaste tocando con ellos?
“Cuando empecé a vender merch para ellos fue porque su antiguo guitarrista Mark Orrell era amigo mío. Cuando teníamos 14 años tocaba la batería en algunos grupos locales y él tocaba la guitarra en otros, así que nos conocíamos de pequeños. Cuando se unió a Dropkick Murphys perdí el contacto y yo me fui a la universidad. Pero al cabo de unos años volvimos a conectar gracias a una novia suya. Fue entonces cuando se dio cuenta que yo podía tocar el acordeón, y la flauta y otros instrumentos irlandeses, y supongo que me sugirió al resto del grupo para que me ocupara de eso. Pero supongo que en lugar de llamar a un chaval de 20 años y decirle que se uniera al grupo, me pusieron en una especie de periodo de prueba vendiendo camisetas. Lo primero que hice con ellos fue el Warped Tour durante tres meses. Estaba de siete y media de la mañana a diez de la noche vendiendo camisetas, y durante sus actuaciones yo salía a tocar el acordeón en uno o dos temas y luego volvía a vender camisetas (risas). Cuando terminó el Warped tenían una gira abriendo para los Sex Pistols. Pero el verano ya había terminado y yo tenía que volver a la universidad, y eso es lo que hice. Pero al cabo de tres semanas, Ken (Casey) me llamó y me dijo que el tío que tenían para tocar la mandolina y la flauta se había ido y si estaba interesado en ocupar su puesto. Así que dejé la universidad para unirme a ellos. Era un poco locura, pero mira… (risas)”.
Supongo que con tantos instrumentos sonando a la vez, no tiene que ser fácil encontrar tu espacio.
“Sí, pero todos son unos grandes tipos. Han sido mi familia durante los últimos 16 años. Tuve mucha suerte de unirme a un grupo tan distinto a los demás. Me siento muy feliz de haber formado parte de esa maquinaria y de haber vivido cosas inimaginables. Como tocar con Bruce Springsteen (risas)”.
Sí, eso fue una pasada. ¿Cómo viviste toda esa historia?
“Le conocimos en el Roseland Ballroom en 2005, creo. Su hijo Evan era fan nuestro y lo llevó al concierto. Mis padres también estaban ahí y conocieron a Bruce Springsteen, lo cual fue increíble. Luego, al cabo de dos años, salió a tocar ‘Badlands’ con nosotros, ‘I’m Shipping Out To Boston’ y ‘Peg O’ My Heart’, que había grabado en nuestro disco. Pasó todo el día con nosotros, aprendiendo los temas, fue una locura. Estar ahí enseñándole los acordes de ‘I’m Shipping Out To Boston’ fue surrealista (risas). Como te decía antes, mis padres no escuchaban mucha música, pero les gustaba Springsteen y que me vieran tocando con él me hizo sentir muy orgulloso”.
Supongo que fue como un momento de validación de todas las decisiones que has tomado en tu vida.
“Desde luego. Estar en un grupo del que Bruce Springsteen es fan es una pasada”.
Otra de las cosas de la que sentirse orgulloso es todo el trabajo benéfico que hacéis. Muchos grupos, incluso del punk rock, pierden el contacto con la realidad cuando tienen mucho éxito. ¿Crees que estar en contacto con gente que tiene problemas os ha ayudado a mantener los pies en el suelo?
“Así es. Sentimos mucho orgullo de ser de Boston y poder ayudar a nuestra comunidad es muy importante. Cuando nos dimos cuenta de que estábamos en una posición en la que podíamos hacer algo por los demás, no dudamos en hacerlo. Si podemos usar nuestra popularidad para ayudar a veteranos o gente sin hogar o con problemas con las drogas, es algo que siempre haremos. Es posible que, si no estuviéramos tocando, nosotros estuviéramos en una situación en la que necesitáramos ayuda. Para nosotros no hay diferencias”.
El 28 de enero vais a estar en Madrid tocando con Frank Turner, con quien ya habéis girado antes. ¿Lo consideráis vuestro hermano británico?
“(Risas) Sí, hemos hecho muchas cosas con Frank. Siempre lo pasamos muy bien tocando con él, y su banda son algunas de las mejores personas que puedas conocer. Hace bastante que no tocamos con él, así que tenemos muchas ganas. Sentimos una gran conexión con Frank porque también mezcla folk con electricidad”.
Y parece que por fin está consiguiendo hacerse un hueco en el mercado americano. ¿Le habéis echado una mano?
“Lo hemos intentado. Pero también ha sido al revés. Frank es enorme en su país y en otras partes de Europa y también nos ha ayudado. Es un buen intercambio”.
Para terminar, ¿tienes alguna anécdota de vuestras anteriores visitas a España?
“Sí, en 2010 tocamos en un festival a las tantas. En América a las once de la noche todo el mundo está cansado y listo para irse a la cama, pero vosotros a las dos de la mañana seguís a tope. Pearl Jam tocaban antes de nosotros y no sé si eran conscientes de que después tocábamos nosotros o no, pero el caso es que hicieron como cinco bises (risas). Se suponía que teníamos que tocar a la una de la madrugada, pero salimos como a las dos y media y terminamos como a las cuatro (risas). En plan broma dijimos que fue su venganza porque unos días antes habíamos coincidido con ellos en otro festival y tuvieron que salir más tarde a tocar porque sonábamos tan fuertes en otro escenario que ellos no podían ni oírse (risas)”.
JORDI MEYA