Dropkick Murphys, los reyes del celtic punk, quieren que te olvides de los malos tiempos y te pongas las pilas. Desde luego, escuchando su nuevo disco recibirás un buen chute de energía positiva.

El 21 de febrero del año pasado, Dropkick Murphys saltaban al escenario del Alexandra Palace de Londres para actuar ante 9.000 personas. Un auténtico hito para el cantante Ken Casey y sus compañeros Al Barr (voz), Tim Brennan (guitarra, acordeón, piano), Jeff DaRosa (guitarra, banjo), Matt Kelly (batería), James Lynch (guitarra), Lee Forshner (gaita) y Kevin Rheault (bajo). 2020 tenía que ser un gran año para la banda, pero la pandemia les obligó a parar todos sus planes. O casi.

Lejos de estar inactivos, Dropkick Murphys emplearon el tiempo para terminar su décimo disco de estudio, además de ofrecer algunos livestreams, el primero de ellos desde el mismísmo Fenway Park, el estadio de beisbol de los Boston Red Sox, en el que contaron con la participación telemática de su amigo Bruce Springsteen. Toda esa energía es la que transmiten las canciones de Turn Up That Dial (Born & Bred Records/PIAS) y también la que nos transmitió Ken Casey cuando hace unas semanas teníamos la oportunidad de charlar con él vía Zoom.

Turn Up That Dial es un disco con mucha energía. ¿De dónde sacasteis el ánimo para hacer un disco así?
KEN CASEY «Empezamos a grabar el disco en noviembre de 2019, y ya teníamos la idea de hacer un disco más positivo, porque el anterior se inspiró en muchas muertes que sucedieron a nuestro alrededor, en sobredosis de heroína que vivimos de cerca… Y no es que la música fuera depresiva, pero lo que salía de nosotros sí lo era. Así que queríamos hacer un cambio, y cuando llegó la pandemia, aún estuvimos más convencidos. ‘Smash Shit Up’ fue la primera canción que escribimos, y aunque trate sobre destrozar cosas, destrozar cosas puede ser divertido (risas). Aunque seamos mayores, en nuestro interior sigue habiendo un maníaco que quiere salir (risas). Es la dualidad entre crecer y querer seguir siendo la persona que eras cuando eras un chaval. Algunas canciones tienen un contenido serio, pero les dimos un enfoque más divertido. Ya hay suficiente tristeza en el mundo. Queríamos darle una patada a todo eso y hacer la banda sonora para los buenos tiempos que vendrán».

La verdad es que se agradece.
«Creo que la mayoría de artistas no quieren lamentarse. La alegría que sienten los fans al escuchar nueva música es la misma, sino más, que sentimos los músicos al hacerla. Durante la pandemia tener algo en lo que trabajar nos ha salvado mentalmente. Creo que la gente que tenía algo que hacer lo ha llevado mejor que la que no podía ir a trabajar y estaba todo el día en casa viendo las noticias. Así que espero que este disco tenga un efecto positivo en la gente, porque como mínimo, lo tuvo ya en nosotros».

Hace un par de años tuvieron que operarte y ya no tocas el bajo. ¿Pero sólo en directo o en el estudio sí grabaste tus partes?
«Lo de no poder tocar fue algo temporal. Nuestro amigo Kevin (Rheault) me sustituyó al bajo para algunos conciertos, pero la verdad es que todos estuvimos de acuerdo en que el directo era mejor si yo me podía mover libremente y me dedicaba sólo a cantar. Al final yo siempre he sido el que más interactúa con el público, porque es algo que me encanta, así que sin un instrumento puedo hacerlo aún más. Y Al (Barr) y yo también podemos interactuar más entre nosotros y lo hace todo más divertido. Así que decidimos que Kevin fuera nuestro bajista oficial, y así yo puedo correr arriba y abajo como un idiota (risas)«.

¿Tuvisteis que cambiar mucho la manera en la que soléis grabar por las restricciones sanitarias?
«Sí. En el pico de la pandemia todavía seguíamos en el estudio. Teníamos que ir de uno en uno, con el ingeniero en otra sala, llevar mascarilla… Pero con la tecnología ahora todo es más fácil. Es mejor tener a la banda a tu lado para que te apoyen, pero llevamos 25 años juntos, así que no necesito ver cómo el resto van moviendo la cabeza en señal de aprobación. Y seguramente sólo lo hacen para quedar bien (risas). Además no componemos en el estudio, hacemos mucha pre-producción, así que cuando empezamos a grabar todo el mundo sabe lo que tiene que hacer».

Pero supongo que el ambiente era más frío. Sin embargo en el disco no se nota para nada.
«Es un poco como cuando hemos hecho un livestream. No hay público, pero sabes que mucha gente te está viendo. Cuando grabas un disco sólo tienes una oportunidad porque eso es lo que quedará para siempre. Así que más vale que lo des todo o te arrepentirás. Fue un desafío tener el mismo entusiasmo, pero no había otro».

«Nuestros fans buscan una conexión más cercana,
no nos tratan como héroes» KEN CASEY

Uno de los más enérgicos es ‘Mick Jones Nicked My Pudding’. ¿Cuál es vuestra relación con Mick Jones o con The Clash en general?
«No tengo relación Mick Jones. Sólo le conocí una vez en los 80 fuera de una sala en Boston cuando tocó con Big Audio Dynamite. Estaba fumándose un porro con unos fans, y me acerqué, pero eso es todo. Con quien sí tuve relación fue con Joe Strummer, porque los dos estábamos en Hellcat Records. Era un tipo super humilde, y me imagino que Mick es igual. The Clash lo cambiaron todo para mí. Yo escuchaba a AC/DC y The Rolling Stones, y de repente cuando tenía 13 años, un amigo me pasó una cinta con sus dos primeros discos, y me cambió la vida. Una nueva puerta se abrió para mí. Son atemporales. Un disco como London Calling es eterno. Es el disco que me llevaría a una isla desierta porque tiene de todo. Así que ‘Mick Jones Nicked My Pudding’ no es una burla hacia Mick. El tema salió porque nuestro productor, Ted Hutt, nos contó que coincidió con él en un estudio muy grande en Inglaterra. Había una cocina compartida, donde todo el mundo dejaba su comida con una etiqueta con su nombre. Y Ted dejó un pudding, pero no escribió su nombre, y cuando fue a buscarlo, vio que Mick Jones se lo estaba comiendo (risas). Ted es un tío muy tranquilo, así que le preguntamos: ‘¿Y qué le dijiste?’. Y Ted dijo que le gritó: ‘¡Cabrón! ¿Qué haces comiéndote mi pudding?‘. Y todos nos reímos porque sabíamos que era mentira (risas). El día que nos contó la historia, todos se fueron a comer, y cuando volvieron yo había escrito ‘Mick Jones Nicked My Pudding’. Era demasiado bueno para no hacer una canción sobre ello».

Hace unas semanas debatimos en nuestro podcast si The Clash eran los Beatles del punk.
«Desde luego. Tenían una visión muy abierta de la música, y además también era su mensaje, el estilazo que tenían, cómo se comportaban, su personalidad… Creo que para que una banda se convierta en legendaria tiene que tener algo más que buenas canciones».

Aunque vosotros sois un grupo que habéis tenido mucho éxito, diría que se ha mantenido a una escala manejable. ¿Pero te hubiera gustado estar en una banda tan grande como Metallica?
«Bueno, nuestro éxito ha tenido una línea ascendente, pero muy gradual. Creo que haciendo esta música no puedes llegar mucho más lejos. Y ya nos está bien. No somos estrellas. Incluso en Boston, donde somos más famosos, la gente no te molesta. Igual te saludan en la calle, pero no hay escenas de histeria (risas). Me imagino que no poder ir a ningún sitio sin ser reconocido tiene que ser muy complicado. Nuestros fans buscan una conexión más cercana, no nos tratan como héroes. Cuando la gente te trata así es cuando empiezas a comportarte de manera ridícula. Para nosotros es perfecto. Y lo que también es perfecto es que este estilo de música, aun siendo agresivo, es muy familiar. Cuando mis abuelos estaban vivos, venían a los conciertos. Y también venían los nietos. Cubría un espectro de 90 años. Metallica no pueden tener eso. Sus abuelas se horrorizarían (risas). Nosotros tocamos fuerte, pero hay suficiente melodía y hacemos baladas como para que guste a mucha gente».

¿Alguna vez te has planteado presentarte a alcalde de Boston? Con lo popular que eres, ganarías de calle.
«¡No, no! El anterior alcalde, que estuvo ocho años, era muy amigo mío. Y cuando ganó me invitó a un comité para hacer de puente entre el anterior alcalde que había estado 20 años y él. Como siempre le explicaba cosas que me gustaban de otras ciudades, me puso en un equipo de trabajo, y duré una reunión (risas). Cuando vi que los políticos sólo intentaban parecer más listos que los demás y todo eso, vi que no era para mí. Pero gracias por tu voto (risas)«.

Siempre que hablo con uno de vosotros os pregunto por vuestra relación con Bruce Springsteen. Me gustaría saber qué pensaste la primera vez que escuchaste su tema ‘American Land’, porque suena totalmente a vosotros.
«Oh, Bruce se ha ganado el derecho a hacer lo que le dé la gana. Me ha reconocido que le hemos influenciado, lo cual es una locura. Pero Bruce siempre ha tenido los oídos abiertos a lo que ocurría en la música. En los 70 estaba muy atento al punk y todavía sigue escuchando grupos jóvenes. Pero me encantó esa canción. De hecho, nos gusta tanto que vamos a tocarla en la próxima gira. Es muy divertida. He tenido la suerte de salir a cantarla con él cinco o seis veces…».

De hecho, en una ocasión no viniste a Barcelona porque esa noche estabas tocando con él en una gala benéfica.
«Sí, sí, la gente todavía me lo recuerda (risas). Pero recaudamos seis millones de dólares esa noche, así que gracias por echarme de menos, pero fue por una buena causa. Recuerdo que la primera vez que vino a vernos, podía verle perfectamente, lo cual era delirante. Pero tenía una sonrisa enorme todo el tiempo. Es una gran inspiración. Como persona es exactamente como te imaginas por sus canciones. Es humilde y generoso. Si me dijeran que Ozzy Osbourne es un capullo, seguiría escuchando sus discos, pero si Bruce fuera un capullo tendría que tirar sus discos a la basura. Por suerte, he podido comprobar que es aún mejor persona de lo que imaginaba».

JORDI MEYA